Miguel Antonio Caro le dio un giro al adagio popular, que en su experiencia, quedó enunciado como "el que se va para Sopó, pierde su silla". Porque el entonces vicepresidente encargado tuvo que hacer un intento de golpe de Estado para recuperar el poder.
Caro, que comandó el país más desde las haciendas en Cundinamarca que desde Bogotá, se vio obligado a recibir el mandato y estrenar una de esas pocas funciones del vicepresidente, reemplazar al primer mandatario.
Rafaél Núñez había ganado la presidencia con Caro como su segundo, pero no pudo terminar el mandato por una enfermedad que lo azotó y lo hizo retirar antes de los dos primeros años de gobierno. Así que Miguel Antonio Caro, con todo y sus ideas reformistas, tuvo que asumir el cargo.
Fue posesionado el 7 de agosto de 1892 hasta el mismo día de 1898. Con ese debilitado gobierno la oposición conservadora se consolidó. Caro, descrito como un estadista y reformista, no había casado con las ideas políticas de su partido y su padre, él creía y promovió, como las leyes consignadas en la Constitución de 1886.
Miguel Antonio Caro concibió la idea de un partido católico, que no se hizo realidad por la desconfianza que en los medios de la curia bogotana suscitaba el solo pensamiento de que los laicos pudieran tomar la vocería de la Iglesia. Otras reformas que los férreos conservadores consideraron peligrosas y fundaron la oposición.
Pero fuera de esos problemas y una guerra civil desatada en Santander y Medellín a partir de Carlos Martínez Silva y al antioqueño Marceliano Vélez. Miguel Antonio Caro decidió tomar unas vacaciones del cargo en la hacienda Casa Blanca ubicada en el municipio de Sopó.
La vacancia fue poco fundada pero aceptada por unanimidad del Congreso, quizá porque fraguaba ya la toma del poder. Así que el 12 de marzo de 1896 tomó posesión de la presidencia de la República el general Guillermo Quintero Calderón, autorizado por el Congreso.
El discurso de su posesión fue aceptado por todos los sectores, guardaba la esperanza de una unión del país y los sectores separados. La unión de un partido Conservador consagrado entre "nacionalistas", de Antonio Caro, y los godos disidentes del partido oficialista.
Pero rápidamente le general Quintero empezó a cambiar los ministros de Caro y poner unos conformaban la disidencia del partido y, claramente, contrariaban las ideas del presidente en vacaciones. Principalmente Abraham Moreno, nombrado Ministro de Gobierno.
Caro se reunió con emisarios, redacto cientos de cartas y expresó la preocupación a hombres cercanos del Gobierno, pero el general hizo caso omiso de sus peticiones y mantuvo al ministro.
"Mi única ambición hoy, se lo digo a usted delante de Dios, es poder vivir tranquilo; pero es preciso que se me permita disfrutar de este reposo. Lo he buscado y he encontrado mayor intranquilidad, sin culpa mía. Así lo digo al señor general Quintero. El oleaje de la agitación de Bogotá y del país entero llega a estas soledades", le envió a decir Caro a Quintero.
Así que Miguel Antonio Caro desesperado en su escritorio, de la hacienda narcisista que llevaba el nombre de la sede presidencial norteamericana, reasumió su mandato el 17 de marzo, nombró nuevo ministro de Gobierno y dejó listo para firmar el decreto de Estado de Sitio al más mínimo guiño de resistencia de Quintero.
Así se ahorró acatar el rumor callejero que anunciaba como única solución a la usurpación del trono "un golpe de cuartel para amarrar al designado". Finalmente murió el 5 de agosto de 1909 dejando una amplia obra linguística ampliamente valorada en el mundo hispano.
