Cuando escribo estas notas, mi imaginación anticipa la noche del 31 de diciembre para entregar el balance del año viejo y el despertar del año nuevo, con las proyecciones a un desconocido futuro. Entonces encuentro un final de año, quizás sin los tradicionales abrazos, besos y fiestas familiares que nos congregaban en multitudinarias y bulliciosas reuniones. La realidad es que iniciamos un nuevo año o al menos una nueva etapa de nuestra vida; pero debemos comenzar un camino que abre no solamente planes de una vida económica, política, social, cultural, profesional, sino de una vida superior, consciente, renovadora, emprendedora, que dé un pleno sentido a nuestro diario existir; la realidad con que terminamos este año y nos aprestamos a iniciar el nuevo, me motiva a hacer un llamado para recorrer un camino con creadores sueños y firmes esperanzas. Por supuesto, al escuchar las 12 campanadas de la media noche del primero de enero, nos estrecharemos física o virtualmente en un caluroso abrazo y a Dios gracias, podremos decir: feliz año, año nuevo, vida nueva, que supone para cada uno de nosotros grandes posibilidades de perfección, superación y emprendimiento; para realizar nuevos sueños y nuevas esperanzas, el 2021 nos presenta unos retos para recorrer el camino, soñando con bellas ilusiones, fortaleciéndonos con firmes y certeras esperanzas. Este nuevo año nos reta a superar presurosos la virtualidad que nos absorbió en la educación de los hijos, con el trabajo desde el hogar y con la comunicación fría y calculadora del celular aunque nos encontremos en el mismo lugar. Este nuevo año nos reta a dejar atrás tantos efectos negativos de la pandemia: en la salud, en la comunicación personal, en las muchas familias que lloran a sus seres queridos.
Los gobiernos, los poderes internacionales, los políticos, los científicos, los expertos en economía, todos los que dirigen tienen el reto de abandonar sus aspiraciones egoístas para abrir a la humanidad caminos novedosos y urgentes que todos los seres humanos podamos recorrer con ilusiones y sueños equitativos, fraternos y alegres. Llegó la hora de tendernos mutuamente puentes que abran fronteras humanas, que crean vínculos de integración, de libertad, de fraternidad, de solidaridad sincera, de franca y amistosa paz. Para iluminar este camino que debemos recorrer unidos, me permito invitarlos a repasar el manual de los cristianos: la biblia, y de ese manual, tomar unos símbolos narrados en el acontecimiento del nacimiento de Jesús. El símbolo de la estrella que guió a los reyes magos a la gruta de Belén. Ellos vieron una estrella en su levantar que en griego, significa el surgir de un propio y verdadero astro. La estrella, así, se convierte en la figura de un nuevo astro que designa al Rey Mesías Jesús. Les pregunto: cuál estrella han elegido para guiarse en el camino del 2021? Nos quedaremos acaso con la estrella oscura de lo ocurrido en el 2020? o elegimos la estrella de la renovación, del positivismo y de lo esperanzador? Otro símbolo: los regalos que los reyes magos ofrecieron al Rey Mesías: oro, incienso, mirra, pero yo cambio mejor, diciendo: los regalos que El Mesías nos ofrece: el primero es la Luz para con ella iluminar las oscuridades del camino; luego la superación de las dificultades u obstáculos que encontremos en el camino; tomar conciencia para recorrer los pasos hacia la nueva civilización del amor. Luego, el regalo de la valentía para vencer los miedos, y superar los obstáculos que se presenten; pero sobre todo el gran regalo del Sol Naciente Cristo Jesús: El Amor que supera barreras, crea puentes de unidad, de bondad, de cocreación para reconstruir los valores perdidos, proyectar con sueños y esperanzas un futuro mejor y posible de la humanidad.
Concluyo con una famosa frase: ‘’hay hombres que luchan un día y son buenos, hay hombres que luchan muchos años y son mejores y hay hombres que luchan toda la vida y esos son imprescindibles’’. Con cuáles queremos caminar en el 2021?
A todos un feliz año rico en posibles sueños y esperanzas
