Abelardo de la Espriella, fuera de serie - Parte I

Fueron muchos los años que padecieron los habitantes del Cesar, Magdalena y La Guajira para llegar a Plato, Sincelejo y Montería por carecer de comunicaciones terrestres. Las sabanas del viejo Bolívar a Ciénaga de Oro, (Córdoba) pasando por Sincelejo, también sufrieron de la incomunicación con Cartagena de Indias. 

Las ciénagas de Calamar a Sincerín; antes Zencerín, de origen Zenú, y María La Baja, impedían el paso por el sector de Gambote. El recordado Ferry Boat solo era posible si se franqueaban los barrizales de San Juan Nepomuceno a Mahates, la vía expedita era la de Tolú por el Golfo de Morrosquillo, que sirvió desde finales del siglo XIX para transportar el tabaco de las empresas alemanas asentadas en Ovejas, la tierra de don Arturo García y El Carmen de Bolívar, la patria chica de Lucho Bermúdez.

En 1993 se inició la construcción del puente Antonio Escobar Camargo, ubicado sobre el río Magdalena, que comunica a Plato, (Magdalena), con Zambrano, (Bolívar); las comunicaciones con San Jacinto, El Carmen, Sincelejo, Montería, etc. fueron siempre difíciles, aunque Montería y Sincelejo tenían una fluida comunicación aérea con Bogotá y Medellín. Igual sucedía con Valledupar, cuyo contacto permanente con Bogotá y Medellín permitió que sus estudiantes al trasladarse se conocieran cuando realizaban sus estudios de bachillerato y universitarios.

Para comprender el desarrollo de las relaciones económico social que han tenido los habitantes de estos departamentos, es necesario conocer sus ancestros, las inmigraciones, las comunicaciones, la influencia que ha ejercido los ríos Cauca, Atrato, César y el Magdalena en todo su largo recorrido desde el Macizo Colombiano donde nace, siguiendo su cauce por la cordillera Central y Oriental hasta desembocar en el Mar Caribe. 

Todos los pobladores cercanos a su influencia desarrollaron diversas actividades culturales y económicas que incidieron en la identidad de cada región, el lecho fluvial por donde corren sus aguas unió el territorio colombiano de un extremo al otro y mostró la fauna, la flora y la cultura que heredamos de los Chimilas y los Zenú. 

Algunos de los afluentes del río Magdalena como el río Cesar, el Cauca y el San Jorge por la izquierda, delimitaron la posición geográfica de la provincia y la sabanas sin llegar a menguar intereses comunes como las relaciones comerciales y la música, considerada centro de preferencias y punto de encuentro de las culturas. La distancia natural de una orilla fue subsanada por la acción de los intercambios, las costumbres, los cantos y melodías con estilos y formatos diferentes.

Las canciones vallenatas que describen vivencias, la naturaleza, amores, sentimientos, anhelos, etc. y el porro que nació a partir de la cumbia en las sabanas de Córdoba y Sucre a las orillas del Sinú y del San Jorge, producto de la fusión de la música indígena y la africana con los instrumentos autóctonos, ha sido uno de los factores de identificación de las regiones.
 
La convivencia musical, a pesar de las distancias geográficas, ha contribuido a la hermandad y a la formación de la identidad costeña, proveedores de cultura, trabajo, música y alegrías. Esta peculiaridad reconocida que pregonamos por todas las latitudes, hace parte de nuestro patrimonio. Al unísono identificamos orgullosos varios elementos que ponderamos y asumimos con beneplácito: la herencia, los rasgos culturales, las costumbres, los valores y las creencias. Los orígenes primitivos de estas importantes regiones tienen ancestros diferentes, pero sus manifestaciones culturales son similares, esta característica relevante ha permitido la conexión entre los habitantes del Caribe para consolidar la identidad cultural que nos identifica.

Los inmigrantes desempeñaron un papel trascendental en el desarrollo de la costa Caribe, su interrelación contribuyó al desarrollo y a la expansión comercial de la región.
 
La inmigración italiana no fue masiva, muchos inmigrantes de este país de la provincia de Salerno y de las regiones de Basilicata y Calabria, ingresaron desde el siglo XIX al país por Cartagena, Riohacha, Sabanilla (Atlántico) y Santa Marta, una vez asentados, se dirigieron en pequeñas comunidades hacia las zonas agrarias cercanas a los puertos en busca de oportunidades para lograr la estabilidad económica de sus familias.

Sin participar en la explotación directa de la tierra, comercializaban semovientes, productos agrícolas y bienes importados fundamentales para la retribución de los ingresos que necesitaban para afianzar sus negocios. Buscando horizontes se dirigieron hacia el puerto fluvial de Magangué localizado a orillas del río Magdalena, donde desembocan los afluentes Cauca y San Jorge. 

Desde este municipio bolivarense, dotado de las características estratégicas fundamentales, se comunicaban con la depresión momposina, cuya  cuenca se localiza entre los departamentos de Bolívar, Magdalena, Sucre, Córdoba, Cesar, La Mojana Bolivarense, una subregión del departamento de Bolívar dotada de tierras fértiles y la región andina. 

Posteriormente trasladaron sus negocios a Barranquilla, centro de migración masiva, buscando afianzar sus negocios y contactos con entidades financieras y comerciales allí instaladas.  Con la infraestructura que encontraron en Puerto Colombia en la década de 1920, lograron incrementar las importaciones y exportaciones de bienes, ampliaron el ámbito comercial en el litoral Caribe e incursionaron en el interior del país. 

La influencia de los inmigrantes italianos fue determinante en la ciencia, la cultura, las artes y el derecho en Colombia. El mapa que hoy tenemos en el País, con algunas modificaciones, fue trazado por primera vez por el italiano, Agustín Codazzi que llegó a Bogotá en 1849, el Himno Nacional cuya letra es de Rafael Núñez fue adoptado en 1920 como Himno de la República de Colombia, la melodía es del primer tenor de una compañía de ópera italiana que llegó a territorio colombiano, Oreste Sindici; El Capitolio fue obra de Pietro Cantini, un arquitecto italiano que vivió 49 años en Colombia, algunas de sus obras han sido declaradas Monumento Nacional. En Colombia, la influencia italiana en el arte musical es notoria. En los siglos XIX y XX llegaron varias compañías de ópera y dieron a conocer las obras de Verdi, Rossini, Bellini, entre otros.

El Caribe colombiano fue también la puerta de entrada de la música europea y de nuevos instrumentos musicales. La zarzuela, la polka, la mazurca, la danza, la rumba y el fox-trot fueron algunos de los géneros que llegaron al territorio nacional promovidos por el intercambio cultural que generaron las migraciones europeas.

A través de los grandes aportes de los italianos, se ha generado una positiva fusión entre italianos y colombianos cuyos resultados se aprecian en la identidad de dos culturas unidas por un beneficio común.

Los Sirio-libaneses que llegaron en 1880 escapando de las persecuciones que el imperio otomano ejercía contra los cristianos y buscando nuevas oportunidades ante la crisis económica que azotó a Siria el Líbano y Palestina, la escasez de tierras, la persecución a cristianos y judíos, motivaron los procesos de migración inicialmente a Cartagena y Barranquilla en condiciones difíciles por el idioma y la discriminación que encontraron por parte de los comerciantes establecidos.

La mayoría de los inmigrantes sirio-libaneses se habían establecido inicialmente en el puerto de Cartagena, posteriormente se trasladaron hacia las provincias del Sinú y el Atrato; buscando expandirse comercialmente se instalaron en Santa Cruz de Lorica, Ceretè, Sahagún, Ciénaga de Oro, San Bernardo del Viento, Montería, Sincelejo, Tolú, Magangué, entre otros. En la Provincia del Atrato los inmigrantes se radicaron en Istmina, Condoto, Tadó, Acandí, Baudó, Quibdó. 

El río Sinú, que atraviesa el municipio de Santa Cruz de Lorica, permitió la conexión geográfica y comercial de Cartagena con la provincia del Sinú gracias a la ruta marítimo-fluvial que se dio por su privilegiada ubicación, donde llegaban o salían mercancía y pasajeros a través de la bahía Cispatà perteneciente al municipio de San Antero, en cuya extensa área se aprecian las cristalinas aguas del mar Caribe y el agua dulce de la ciénaga La Caimanera. 

En tiempos pasados permanecimos separados geográficamente debido a la incipiente infraestructura que impedía las comunicaciones y las relaciones normales. Gracias al desarrollo de las vías, los medios de comunicación, la música como medio de expresión autóctona y los intereses comunes, hoy nos sentimos orgullosos con la afectiva cercanía que nos une.

De la herencia de los ancestrales Zenú, constructores de obras hidráulicas y fabricantes de ornamentos de oro que fueron enterrados a menudo con sus muertos, integrada con los inmigrantes italianos y árabes que promovieron el desarrollo de la costa a partir del siglo xix, nació un sagunense autóctono y transparente que motivado por las enseñanzas de sus padres, los conocimientos elementales recibidos en el colegio de su pueblo y los estudios superiores que realizó en diferentes Universidades Nacionales y extranjeras, ha orientado nobles e interesantes inquietudes en beneficio de su tierra. 

Siempre animado por el espíritu de colaboración que lo caracteriza y la vasta formación académica, analiza y actúa con objetividad y transparencia en todos sus actos, sin apartar la esencia que caracteriza a las personas de la región Caribe. Ese es Abelardo De La Espriella nacido el 31 de Enero de 1953, un hombre dispuesto a colaborar todo el tiempo con los factores generadores de desarrollo e inclusión social para superar las desigualdades de su terruño. 

La cordialidad ha motivado las buenas relaciones entre los habitantes del municipio de Sahagún conocido a nivel nacional como la ciudad cultural, localizado entre Montería y Sincelejo, sobre la carretera troncal que comunica a la Costa con el interior del país. Allí habitan personas laboriosas y emprendedoras, es la cuna del Rey Vallenato Fredy Sierra y de incontables y prestigiosos profesionales que se han diseminado por la geografía colombiana y el exterior.

Abelardo De La Espriella Juris es hijo de una distinguida familia Sahagunense integrada por Abelardo De la Espriella Yépez y por Elena Juris Marsiglia, una mujer tierna, valiosa para su familia y para los demás, hija de inmigrantes Sirios e italianos, nacidos en la aldea cristiana Marmarita cuyos habitantes son predominantemente cristianos ortodoxos griegos, localizada en el noroeste de Siria en los límites con el Líbano. Su madre era hija de padres Italianos nacidos en Escalea una comunidad autónoma española denominada área cultural del norte de la península ibérica, situada en la provincia de Cosenza en la Calabria Italiana, donde ocupa la "punta" de la península con forma de bota del país. Es una atracción turística en Siria con montañas escarpadas y pueblos antiguos. 

Escudriñar y organizar la genealogía de Abelardo De La Espriella Juris, ha sido una tarea difícil y larga que ha implicado una investigación profunda en fuentes desconocidas y lejanas. Para la realización de éste trabajo dispendioso y de mucho cuidado, recibí la generosa colaboración de mi amigo Dr. Alfonso De La Espriella Ossio, Abogado, investigador y músico, quien compuso (1971) en ritmo de balada en una noche romántica:

"Cartagena contigo" : 

Otra noche en Cartagena,
Pero contigo
Los luceros y la luna
Irán conmigo
Un cochero chamba cunero
Nos llevará
Entre balcones, calles, rincones
De su vida colonial
Entre balcones, calles, rincones
De su vida colonial
Caracoles y corales formarán
Un sendero tapizado hacia el mar
Luego en la playa, sin atarraya, te pescaré
Sobre la arena, de Cartagena
Tu piel morena besaré
Sobre la arena, de Cartagena
Tu piel morena besaré.

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