Juan Restrepo

Ex corresponsal de Televisión Española (TVE) en Bogotá. Vinculado laboralmente a TVE durante 35 años, fue corresponsal en Manila para Extremo Oriente; Italia y Vaticano; en México para Centro América y el Caribe. Y desde la sede en Colombia, cubrió los países del Área Andina.

Juan Restrepo

“Anatomía de un dictador”

Tal es subtítulo de una obra que acaba de aparecer en las librerías españolas bajo el título Pedro Sánchez o la pasión por sí mismo. Se trata de un libro demoledor. Una radiografía descarnada del primer ministro español, y un vademécum —según lo presenta su autor, Antonio Elorza— para comprender la trayectoria política de un dirigente que, a juicio del politólogo, dejará una pesada herencia a la sociedad española cuando abandone el poder.

Elorza, catedrático de Ciencia Política y docente en varias universidades europeas, especializado en historia del pensamiento político, estructura su ensayo en torno a una tesis: Pedro Sánchez ha construido un liderazgo centrado en sí mismo, sin anclaje ideológico ni escrúpulos institucionales.

Primer hallazgo, según el autor: no hay en la biografía de Sánchez ningún elemento que permita indagar en una personalidad intelectual o política definida. “Vacío total”, dice. Señala que el entonces aspirante al poder interno del PSOE, el Partido Socialista, se apoyó en un grupito conocido como “Tercera Vía”, cuya única doctrina era “echar a los viejos y ponerse ellos”. Una vez al frente del partido, Sánchez habría instaurado, según Elorza, un estilo de mando bonapartista, una “dictadura del secretariado” basada en la desconfianza y el control férreo del aparato.

Segundo hallazgo: la influencia de uno de sus más cercanos colaboradores —Miguel Barroso, ya fallecido—, cuya admiración por Fidel Castro habría inspirado a Sánchez algunos de sus métodos. Elorza escribe: “Las enseñanzas de Fidel aplicadas a la vocación dictatorial de Pedro Sánchez… aseguran la eficacia del poder, sin abandonar ni un momento la confrontación con los adversarios”. Añade que Sánchez aplica con eficacia “la táctica de maniobra permanente de acoso al adversario sobre el patrón de Fidel (Castro).”

Por momentos, su retrato de Sánchez roza el paralelismo con Donald Trump. Elorza lo define como un ejemplo de “perfeto trumpismo…, en cuanto a su vocación fundamental: sustituir en todo momento la realidad por su propia visión, por su propio relato de esa realidad, elaborado en acuerdo estricto con sus intereses”. Es, sostiene, “el líder que intenta adueñarse de los hechos y suprimir su presencia, presentando su interesado relato como legitimación de su poder personal”.

Más adelante, el autor introduce una idea aún más perturbadora: la figura de un “odiador profesional”. Quien se acerca a Sánchez con cierta proximidad —dice Elorza— se encuentra con un figurín humano multiuso, un actor de carácter estereotipado, con frecuencia incapaz de encubrir los sentimientos de odio frente a un contradictor”. A su juicio, “la siembra del odio se ha convertido en una clave para el éxito del objetivo esencial de Pedro Sánchez: su perpetuación en el poder”. 

 En su análisis del debilitamiento institucional en España por cuenta del actual primer ministro, Elorza compara al jefe del Ejecutivo español con el autócrata turco Recep Erdogan, al que Sánchez se parecería en “la puesta en práctica de una estricta subordinación a su mandato de los poderes legislativo y judicial…, para imponer siempre sus mandatos, frente a leyes y jueces que se le resisten”. Según el autor, “una vez sometidos el Legislativo y el Judicial, no necesita dar un golpe de Estado”. 

 Elorza argumenta que “el alcance de la violación del orden constitucional que está llevando a cabo Pedro Sánchez pone de manifiesto, una tras otra, sus graves infracciones al mismo, ejecutadas en un principio con el propósito de mantenerse en el poder”.

 El caso más extremo de esta deriva institucional sería, para Elorza, la ley de amnistía a Carles Puigdemont, el expresidente catalán prófugo desde 2017. “Es el delincuente quien hace la ley —escribe—, y como podía esperarse, pronuncia su propia absolución y hace apología de su conducta delictiva”. Los siete votos que Puigdemont controla en el Congreso —de los que depende este peculiar primer ministro para seguir en el Gobierno— simbolizan para Elorza la vis esperpéntica del régimen de Sánchez.

 Un episodio no mencionado en el libro pero que ayuda a ilustrar al personaje, lo contó Máximo Huerta, ministro de Cultura y Deporte durante los primeros días del gobierno de Sánchez. Al presentar su dimisión por problemas con Hacienda, Huerta esperaba un gesto de empatía o una palabra de agradecimiento. Pero, según su propio relato, Sánchez aprovechó la ocasión para reflexionar en voz alta sobre cómo lo juzgaría la Historia. Qué dirían de él los libros que también hablaban de Julio César, Napoleón o Churchill…

 Leyendo el ensayo de Antonio Elorza, uno puede hacerse una idea de cómo será juzgado por la Historia este personaje. Si Pedro Sánchez se tomara el trabajo de leerlo, podría encontrar ahí la respuesta a esa inquietud que, según parece, lo atormenta desde el comienzo de su mandato.

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