Hoy es mi cumpleaños. Hace 48 almanaques nací de la unión legítima de Gerardo María Arellano Becerra y Claudia Patricia Mendoza Serrat. Fruto de un amor genuino, ingenuo y sobre todo muy entregado entre quienes en su momento fueran el profesor de francés y su discípula respectivamente, nací yo; un pequeño muisca vestido con linos europeos gracias al oficio de mi amada madre a través del orbe, quien me vestía como decían mis tías: “como un muñequito”. Era lindo, sin duda. Lo más lindo, mientras escribo estas líneas de gratitud al Cielo, oigo música emotiva y veo daguerrotipos con mis admirados padres con los que, sin merecerlo, fui premiado, es la mirada de mis viejos conmigo en las fotos: sencillamente en sus sonrisas se puede leer la palabra amor. Sus ojos podrían traducirse en un brillo resplandeciente, propio de ese poderoso sentimiento de amor por los hijos que, según dicen, no se puede describir. Este es un escrito de acción de gracias. Sí. Definitivamente quiero aprovechar la oportunidad de esta publicación editorial para homenajear a mis creadores y levantar mi corazón profundamente agradecido a mi Padre Celestial por estas 48 calendas de julio y de paso nos damos un respirito de tanta toxicidad política y desatino jurídico nacional. Posiblemente en la próxima nota, me refiera al sentido del fallo adverso en el juicio amañado contra el presidente Uribe y la decisión más que clara, evidentemente sesgada, alejada del Derecho, de lo probatorio y los preceptos judiciales objetivos y neutrales, porque eso merece más la pena, que la asegurada y descabellada aparición semanal de Petro.
Quiero invitar al lector, aunque pueda sonar muy romántico y poco sexy, por lo que están a costumbrados a leer de este jurista y guerrero muisca solitario, a sumarse a esta moción de agradecimiento por las bendiciones que a diario recibimos, como por ejemplo tener la posibilidad y el privilegio de escribir estas líneas, porque me encanta escribir y me hace libre plasmar parte de mi vortex intelectual en este lienzo cada semana, por ejemplo agradecer por tener la posibilidad de leer esta columna y de cambiar ya mismo de escritor si este texto está muy cursi. Eso hay que agradecerlo. Para mí esos extremos de la relación editorialista-consumidor, son regalos dignos de valoración.
Y para estar a tono con mi emocionalidad (porque esta sana emoción no me la roba ni Petro), está sonando en mis audífonos una canción que está muy en armonía con estas letras. Es una linda y positiva obra de Pedro Capó que se llama “Gracias”. https://open.spotify.com/intl-es/track/1KioaHzKBtVIWxtNNJHcSG?si=ec9f349d056646d0 Mi madre, incluso “mientras por dentro en su viaje ya se apagaba su llama”, como digo en un bossa nova que le compuse por su partida, decía: “todo va a estar bien” y yo le respondía: “vamos que vamos”. Inevitable el desfile de las lágrimas en descenso de mis mejillas jeje…hace parte de la bitácora de vuelo y eso, también lo agradezco.
La vida me ha paseado por varios escenarios unos muy buenos y otros no tanto, lo cierto es que de esa peregrinación hoy puedo decir que he aprendido. Encontrar el justo medio, como decía Santo Tomás, entre ambas escenas, no es fácil. En unas, las candilejas y el aplauso me llevaron a distorsionar el libreto; en otras, el dolor me impulsó al extremo. Hoy, con todos los bemoles que me presenta mi maravillosa partitura, puedo decir sin ánimo de ninguna vanidad, que ha sido una lección que conozco y que debo seguir aprendiendo y es a diario ah…y lo mejor: es un aprendizaje sempiterno. De esta no hay ceremonia de grado. Eso es para los títulos académicos y para la pedante erudición que muchas veces no funcionó. La graduación, si es que existe o se le puede llamar así, es en el cuarto del lado; en la dimensión de mi Divino Maestro, a quien le rindo este homenaje. Porque la celebración no es para mí. La ovación de pies es para Ese inmenso que me deja servirle y compartir con ustedes hoy mi intervención en la mesa de trabajo de un prestigioso programa de radio, ser columnista de opinión de este importante medio, en mi despacho, en una audiencia, en un estrado judicial, en un aula de clase, en un teatro, en un campo de golf, en un estudio de grabación, encima de una bici o motoneta y hasta en la ducha.
La soledad me ha hecho fuerte y la solitud me ha hecho cada día más agradecido. Puede sonar paradójico y es que esta ruta que he pedaleado con fuerza me ha llevado a destinos desconocidos con varios tropiezos en el camino, pero acá estoy escribiendo y eso da cuenta de que me levanté,,jeje Parece de Perogrullo, pero es así y eso también lo agradezco con una sonrisita socarrona, esta vez.
Hace un año partió mi madre; hace ya 35 mi padre. Cuando aquello pasó mi primo (que es un gran artista), me dedicó una canción: también de Pedro Capó, esta se llama La Fiesta y se las quiero compartir https://open.spotify.com/intl-es/track/2o6pi3nx1UAYxuBccabCMQ?si=090626bad99c4bf0 y es que fue muy acertado, porque esta rola (como dicen los mexicanos), define a mi madre y sin duda a mí, porque gracias a Dios, tengo mucho de ella y de su amor por los suyos. Parece que esta fiesta editorial, esta complementada por la música. Bueno, creo que no podía ser de otra forma, una fiesta sin música debe ser muy aburridora y mi baracarola navega en el océano del arte. Gracias Juanete, por esa canción. No la olvidaré. También agradezco al mismo compositor, que, a la sazón, (hace ya 18 años), me compuso una canción que se llama “30 almanaques”. Sin duda una divertida radiografía musical de lo que era en ese momento, en el que comenzaba mi trasegar por la senda turbulenta de la década de los 30, con todo y sus boleros.
Hoy vivo con muchísima fe, aferrado a Dios como nunca, convencido de un mejor mañana, trabajando cada día desde las 4 de la madrugada para dignificar los talentos con los que fui dotado y ser mejor persona. Me siento afortunado porque soy un hijo de Dios y la responsabilidad de comportarme como tal, es mi reto de cada 24 horas.
Gracias Padre amado por estos 48 almanaques que hoy deshojo, porque están llenos de sentido si los sigo viviendo de tu mano. Gracias por los padres tan maravillosos que hoy me cuidan desde tu campiña, por mi preciosa Mamanina que suma 102 y todavía me dice “mi niño hermoso” y me choca las manitos diciendo: “a lo biemmm”, gracias a “Mis Lindas” a quien tanto debo desde al amor.
Gracias por tantas bendiciones y gracias a ustedes por leer estos incisos curtidos de emocionalidad, ganas, valor y fe. Bendición y gracias.
Abrazo cálido, seguimos trabajando.
#FuerzaMiguel