Amigos cercanos me han aconsejado, a veces con mucha discreción y otras a quemarropa, que me ocupe de otros temas que no sean los políticos siendo estos tan desgastadores y tan poco agradecidos en todos los sentidos. Lo que me dicen tiene fundamento y a veces considero que ya está bien de darle con el tema y más cuando francamente me da rebote, en el sentido literal del término llegando a sentir deseos de vomitar, cuando repaso por las redes todas las menciones a un tal Petro y su camarilla de impostores. Podría tomar en serio la recomendación de esos amigos o preferiblemente la de mi hija a quien le consulté el asunto y me respondió que hiciera lo que quisiera, quedando inmensamente agradecido con un consejo tan amoroso porque así son las cosas y por algo habré dedicado páginas y paginas al aborrecible tema de la política en el que no hace uno sino embarrarse porque son contadas las ocasiones en que se llega a salir del barro lo que permitiría ver con un poco de optimismo el futuro y con algún beneplácito el presente. Pero si fuera el caso podría escribir sobre mis apreciaciones acerca de mi propio arte y el de otros artistas como también sobre lo que concierne a Dios según mis puntos de vista que no son muy de fiar, o buscar con mis escritos el lado positivo a lo que se muestra tan negativo como para llenar de esperanza a quienes me lean. Dedicarle unos momentos a comentar los libros que me apasionan entraría dentro de lo que esperarían en mis escritos los amigos que, si me decidiera a cambiar, se comprometen a leerlos en su totalidad y hasta a hacer comentarios y no como ocurre con los que he estado escribiendo que cuando denotan el tufillo político interrumpen fastidiados su lectura. A pesar de ello y, de pronto, animado por eso mismo, con mi terquedad característica, podría recaer en la tentación y escribir ahora mismo lo que pienso sobre el encuentro entre Trump y Milei en la CPAC ¿por qué no?
Prosigamos y veamos hacía donde me puede llevar el tema del curioso encuentro del despelucado con el del copete. Comencemos por indicar el contexto del tal encuentro. CNN lo titula así: “Milei y Trump coinciden en la Conferencia de Acción Política Conservadora y se toman foto juntos: ´Haz de Argentina grande de nuevo´”. Podrían mis amigos continuar leyendo porque el asunto trasciende la política o, por lo menos, a esa a la que nos tienen acostumbrados los políticos profesionales. Los dos personajes no vienen de esa maldita y horrible casta de políticos que tanto daño le ha hechos a la humanidad. No se acomodan, más bien incomodan. Uno, el del copete, antes de ser presidente era un empresario; el otro, el despelucado, antes de ser presidente era un profesor de economía. El del copete fue presidente del país más rico del planeta; el despelucado es el presidente de uno de los países más pobres del mundo. Sus respectivos países coinciden en haber sido, hace un siglo, inmensamente ricos y también en que el lema MAGA pueda ser aplicado por el del copete como por el despelucado tal y como ambos lo repitieron en su breve encuentro. Es de anotar que la felicidad del despelucado fue tremendamente notoria abrumando un poco al del copete. Hasta acá eso del copete y del despelucado y continuemos: Por un lado, Donald Trump demostró durante sus cuatro años de mandato que se puede gobernar de una manera distinta a la tradicional para el bienestar de su país y, siendo la potencia más poderosa, del mundo. Le robaron las elecciones en 2020 de la manera más descarada para montar a un corrupto incapacitado que nos ha llevado de guerra en guerra hasta encontrarnos al borde de una guerra mundial. Especialmente damnificados con su nefasto gobierno hemos sido los colombianos porque con Trump el tal Petro no hubiese usurpado la presidencia, estoy seguro de ello. Por otro lado, Milei logró una votación tan alta que no pudieron hacerle chancuco y mantiene a su país con la esperanza de volver a ser grande: “Make Argentina Great Again”, se decían una y otra vez mientras se daban un caluroso abrazo estos dos líderes que, si las cosas siguen por el rumbo actual, en unos meses se encontrarán en la Casa Blanca.
Qué vaina recaer tan rápidamente en temas políticos pero lo cierto, digan si no, es que el encuentro Trump-Milei, como lo dije arriba, trasciende la política. Podría ser tema para una pieza de teatro o, al menos, para un show televisivo. Mientras que acá no paran las malas noticias dedicadas a escándalos y malos manejos de una administración plagada de corrupción, no queda más remedio que mirar a ese par de tipos que irradian optimismo para aliviar un poco las cargas. Que mis amigos me perdonen si con mis escritos no he tenido la misma fortaleza que me ha caracterizado para dejar las adicciones y recaiga en el maldito tema de la política, aunque, aclaro de nuevo, el del presente artículo no es de política o, al menos, de esa que me causa rebote.