Alguien dijo que “en política no hay cadáveres”. Nada más cierto. Gustavo Petro y Rodolfo Hernández, después de ser apartados de sus alcaldías, disputan hoy la Presidencia de Colombia. Los motivos que la Procuraduría tuvo para apartarlos poco o nada importan a sus seguidores.
También se ha dicho que “el uribismo ha muerto” y que “Uribe es un cadáver político”. Sin embargo, cerca de 2 millones de colombianos votaron por el Centro Democrático -Partido de Álvaro Uribe- eligiendo 14 senadores, entre ellos a la mujer y el hombre más votados: María Fernanda Cabal (196.865) y Miguel Uribe Turbay (223.167). Estos senadores, sumados a los 16 del Partido Conservador, 15 del Partido Liberal, 11 de Cambio Radical, 10 de la U, y 4 del Grupo Significativo de Ciudadanos Colombia Justa Libres en coalición con el Movimiento Mira, constituyen una fuerza de poder nada despreciable para la gobernabilidad o no de quién resulte electo el próximo 19 de junio. Repito: “en política no hay cadáveres”.
Los 8´527.768 de votos obtenidos por el ex alcalde de Bogotá y los 5´953.209 de votos alcanzados por el de Bucaramanga, no fueron suficientes para una victoria en primera vuelta. Por esa razón, para la segunda, los dos candidatos están sujetos a lo que decidan hacer o no los 6´271.384 de ciudadanos que votaron por Federico Gutiérrez, Sergio Fajardo, John Milton Rodríguez y Enrique Gómez. Entre esos ciudadanos, hay uribistas, conservadores, liberales, militantes de Cambio Radical, militantes de la U, militantes de Salvación Nacional, cristianos, sin partido y, claro, la gran mayoría de ellos nuevos seguidores de FICO. Una vez más: “en política no hay cadáveres”.
La estrategia de Gustavo Petro para esta segunda vuelta es significativa y radicalmente distinta a la de Rodolfo Hernández. Petro, consciente que no logrará el favor de la gran mayoría de esos más de 6 millones de votantes, dentro de los que hay una gruesa cantidad de anti-petristas, lo que viene haciendo es fomentando su apatía para que crezca la abstención. Todo ello milimétricamente “fabricado” con mentiras e injustos ataques personales hacia el ingeniero, mostrándolo como el candidato del continuismo, como corrupto, como mal padre de familia, como machista, como incapaz e incluso llegando a decir de manera contradictoria que sus propuestas son las mismas del programa del candidato del Pacto Histórico.
Esta perversa y antidemocrática manera de hacer política quedó corroborada con los audios y videos en donde aparecen Roy Barreras, Gustavo Petro, Clara López Obregón, Temístocles Ortega (Senador de Cambio Radical), Roosevelt Rodríguez Rengifo (Senador de la U) y Eduardo Noriega de la Hoz, entre otros. Queda también corroborado que la “fabricación” de acusaciones por parte de los dirigentes del Pacto Histórico junto con algunas figuras de la vieja y cuestionada clase política tradicional, también se hizo en contra de Federico Gutiérrez, Sergio Fajardo y Alejandro Gaviria, quién en una muestra más de su ingenuidad y falta de olfato político y/o soberbia, terminó aliándose con quienes conspiraron de la manera baja en contra suya. Ingrid Betancourt tenía toda la razón!
Hernández por su parte continúa con su campaña dirigida a lograr cautivar y motivar de manera directa el voto de cada ciudadano para que no se abstenga de votar o lo haga en blanco. Porque a menos que la mayoría de estos ciudadanos no participen el 19 de junio, los resultados de la primera vuelta no seguirán en la misma proporción para la segunda y puede darse un giro en favor del ingeniero.
El doble rasero con el que actúa la campaña del Pacto Histórico, que como se dijo quedó corroborado con los escandalosos audios y videos develados, se evidencia también con el hecho de que si los uribistas, conservadores, liberales, cristianos y demás ciudadanos que apoyaron a Federico Gutiérrez adhieren a Gustavo Petro, son considerados personas ejemplares; pero si deciden adherir y votar por Hernández -y probablemente así será- además de graduar al ingeniero de uribista, se les tilda de “paramilitares y “cómplices de genocidio”. No queda duda alguna sobre quiénes son los verdaderos fabricantes y promotores de la polarización y la desinformación ciudadanas que tanto daño hace a la democracia y a la convivencia pacífica.
Es necesario comprender, que el voto en blanco no se halla previsto para la segunda vuelta presidencial (artículos 190 y 256 de la Constitución Política) y, por eso mismo, es sinónimo de abstención. La organización electoral se equivoca en materia grave al incluir en el tarjetón para la segunda vuelta esa casilla. La abstención y el voto en blanco no tienen efectos jurídicos, pero en esta oportunidad, lo que sí poseen es un innegable y perverso efecto político, ya que los abstencionistas, de manera apática y pasiva pero muy efectiva, terminan contribuyendo al triunfo de Gustavo Petro.
Para quienes estén pensando en abstenerse de votar o votar en blanco, resulta más honesto y transparente con ellos mismos, sus familias y Colombia, que asuman de frente su responsabilidad y entonces voten por el candidato del Pacto Histórico. En la coyuntura que hoy vive el país, mirar de manera indiferente para otro lado y abstenerse de votar o hacerlo en blanco, es una postura imperdonable de apatía y cobardía social.
El próximo Presidente de la República debe tener un mandato claro, inequívoco y contundente de los colombianos, y eso únicamente se logra en las urnas!
