El calendario cultural en Colombia al año es amplio para una variada programación que puede recorrer el territorio nacional. Según estudios realizados en 2018 por el historiador, cineasta y documentalista Marcos González Pérez, en el país existen 4.030 eventos masivos entre fiestas, festivales, carnavales y ferias que expresan nuestra riqueza cultural y que nacen de la idiosincrasia de cada región.
De acuerdo a esta misma investigación, 10 años atrás había registro de 3.700 fiestas, aproximadamente, lo que da cuenta que las celebraciones se están reinventando tal como lo han exigido las restricciones de bioseguridad por el covid19. Las festividades se han ido renovando para llevar hasta los hogares una parte de lo que estaban acostumbrados a vivir los espectadores, antes que la pandemia se nos cruzara en el camino.
En la virtualidad se abrió un espacio importante para algunas citas culturales y artísticas, mientras otras están a la espera de realizar una nueva versión. Bogotá como la plaza mayor para los espectáculos, ha sido la ciudad más afectada en la era covid. Por mencionar algunos eventos como el Festival Estéreo Picnic, considerado entre los más importantes de música en Latinoamérica, aun no tiene nueva fecha, la cual estaba prevista del 3 al 5 de abril.
Una suerte distinta tuvo la Feria Internacional del Libro con la campaña ‘La FILBo en casa’ que llegó a la intimidad de los hogares y a más de 2 millones de personas en Colombia y fuera del país. Cifras oficiales del evento indican que se realizaron 133 actividades a través de plataformas web y redes sociales.
Está claro que el alcance digital no será igual a un evento presencial, pero casos como este, o el del Festival Vallenato de Valledupar, que fue semipresencial, y las fiestas de San Pedro, en Neiva, pueden darnos un diagnóstico del consumo de plataformas a favor de las artes escénicas y las muestras folclóricas. Qué retador ha resultado la formación de públicos para quienes han querido sostener nuestras tradiciones a través de medios virtuales. Una lección nueva para todos: organizadores, bailarines, músicos, hacedores de las fiestas y espectadores.
Mencioné a las fiestas de San Pedro porque en la última semana de junio logró conectar a 700.000 personas por redes sociales. De acuerdo con la Alcaldía de Neiva, se pudo contratar de manera directa a más de mil artistas locales, gestores culturales y agrupaciones musicales del Huila que interpretaron bambucos y rajaleñas.
Por estos días, se celebra la primera feria híbrida realizada en América Latina: la Feria de las Flores de Medellín, entre la presencialidad y eventos virtuales. Qué gusto ver silletas, trovas y música recorriendo barrios y comunas de la ciudad, con la Ruta de las Flores de 350 kilómetros, para que los habitantes disfruten desde sus casas, donde también desde la comodidad de un sofá pueden apreciar por página web recorridos por fincas cafeteras, hacer un tour del café o tener experiencias gastronómicas.
En mi opinión alguna estrategia similar se podría adelantar con el Carnaval de Barranquilla como preámbulo a su realización oficial. La medida me parece prudente y responsable, como también la idea que los hacedores presenten propuestas para mantener viva la máxima fiesta de Colombia y realizar algunos eventos desde la virtualidad, en caso tal se postergue hasta 2022.
Más allá del goce y del disfrute, el carnaval es una gran industria cultural que dinamiza la economía local y que se podría adaptar a los desafíos de esta realidad. Por lo pronto, tendremos el Carnaval del Atlántico que al vestirse de tecnología mantendrá su fecha tradicional (cuatro días antes del miércoles de ceniza).
La incertidumbre de la pandemia ha hecho que otras, como las Fiestas del Mar y la Feria de Manizales, estén a la espera de su próxima versión. Las redes sociales, las plataformas digitales y los canales regionales han sido el gran aliado de los organizadores en 2020 porque el impacto económico que dejaría la ausencia de las fiestas sería un golpe duro para las familias colombianas que trabajan alrededor de la cultura y el arte.
Pronto veremos la Feria de Cali con una versión especial en la que más de dos mil artistas exhibirán las tradiciones del Pacífico en una escena alternativa; y en el suroccidente del país, se vivirá el Carnaval de Negros y Blancos de Pasto con más de 15 mil participantes que contagiarán a sus seguidores con actividades más pequeñas.
Claro que hace falta la integración social, el baile, los grupos folclóricos, las comparsas, y demás expresiones culturales por lo que mi mensaje invita a mantener los cuidados frente al covid, a respetar las fiestas virtuales y no vivir las fiestas a nuestra manera, pues de nada serviría el esfuerzo hecho en este sentido.
Cuando todo vuelva a la presencialidad, quizás los eventos por internet no desaparezcan, sino que quedarán como un plus para los simpatizantes de la tecnología o para quienes prefieren celebrar de una manera más íntima. Por ahora, seamos responsables con nuestra salud, ya tendremos tiempo de volver a gozar con normalidad.