Cómo hablar con amigos y familiares que comparten teorías de la conspiración

Cada vez es más común que amigos, colegas y lectores me compartan la misma historia: en línea, alguien a quien conocen y quieren se ha topado con el mundo traicionero de las teorías conspirativas y, en algunos casos, tal vez ni siquiera se ha dado cuenta.

A menudo me preguntan: ¿cómo hablas con seres queridos que podrían estar al borde del abismo de las conspiraciones o cayendo en él en picada?

Es una pregunta sin una respuesta sencilla, pero una que debemos plantearnos con una urgencia cada vez mayor.

Decidí consultar a algunos académicos e investigadores para saber cuáles eran las mejores prácticas. Sus respuestas fueron útiles… pero, más que eso, ilustran la profundidad del problema. Las teorías de la conspiración (como el Pizzagate y ahora QAnon, los antivacunas, la desinformación en torno al coronavirus que sugiere que el virus fue diseñado en un laboratorio) son un padecimiento crónico que sobrevivirá mucho más allá de las elecciones de 2020.

A causa de nuestra dependencia de las plataformas sociales para conectarnos y procesar noticias, necesitamos un mecanismo para administrar su inevitable presencia en nuestras vidas, en vez de albergar la esperanza ingenua de que aparezca una cura mágica.

Aviso: Este consejo les concierne a los amigos y familiares que ya son cercanos a ti y no exhiben un comportamiento violento ni inestable. Es importante ejercitar el autocontrol y el buen juicio en todos los casos.

Pregunta de dónde proviene la información

Whitney Phillips, una académica especializada en comunicación de la Universidad de Siracusa que estudia la desinformación, la retórica y los sistemas de información, sugirió hablar sobre la forma en que funciona el internet.

“Si me enfrentara a un pariente de 60 años a quien adoro y está compartiendo cosas preocupantes, empezaría una conversación para que habláramos sobre la información. Sin tener una actitud defensiva, le preguntaría: ‘¿Sabes cómo funciona Google?’, ‘¿cómo crees que luce mi sección de noticias ?, ¿sabes por qué la tuya se ve así?’”, me dijo Phillips.

“Mucha gente cree que esta tecnología es mágica o el estado natural del movimiento de la información. Pero no es así. Está diseñada de esta manera. Y si la gente entendiera mejor los mecanismos y la economía que hay detrás, tal vez podría hablar sobre el contenido”.

El objetivo de Phillips es que las personas conozcan el entorno de su información. Ella arguye que esto tiene una importancia especial para los usuarios de redes sociales de la tercera edad que tal vez no sean muy versados en la forma en que las plataformas usan los algoritmos de recomendaciones y crean entornos parecidos a burbujas con filtros.

“Si la gente de verdad supiera cómo funcionan esas plataformas y cuánto dinero generan, sería más recelosa”, opinó Phillips. “No recomendaría remplazar una teoría de conspiración con otra pero, si estas personas ya desconfían de la autoridad, vale la pena hacerles preguntas como: ‘¿A quién le beneficia que interactúes con contenido en línea?’”.

Crea disonancia cognitiva

En un artículo reciente, Colin Dickey, autor y académico que lleva años escribiendo sobre las teorías conspirativas, sostuvo que su primer paso es reconocer que algunas conspiraciones existen: Watergate, los escándalos de abuso sexual en la Iglesia católica, la red de abuso sexual de menores del multimillonario Jeffrey Epstein. Según Dickey, esto crea un terreno en común y pone los cimientos para explorar la manera en que las teorías conspirativas sin demostrar difieren de la realidad.

“Intento mostrar cómo se desarrollan estas conspiraciones”, me comentó. “Les digo: ‘No sé si estás en lo correcto o no pero, si tuvieras razón, esperaría que sucediera lo siguiente’. Explico cómo, en conspiraciones anteriores, suele haber un delator o un reportaje, y luego todo se revela con rapidez.

Se presentan los testigos, luego las víctimas. Y los periodistas están como tiburones a la caza de la historia. Intento que piensen sobre cosas concretas y detalles de logística, entre ellos la burocracia que se necesita para mantener esas supuestas grandes conspiraciones”.

Según Dickey, él no espera que su interrogatorio cambie la manera de pensar de inmediato. Más bien, la idea es introducir un poco de duda o disonancia cognitiva en el marco de referencia del conspiracionista. Dickey describió la estrategia como algo similar a la manera en que el agua encuentra las grietas diminutas de los cimientos de un edificio, luego se congela y se derrite, y después se expande y se contrae para ensanchar lentamente las fisuras.

“A veces se trata de voltear el paradigma de ‘investígalo’ hacia ellos”, comentó. “Nunca menciono a las autoridades como el gobierno ni a los medios de comunicación tradicionales, sino que sugiero con sutileza que lo que están diciendo no coincide con el registro histórico, y esto funciona mejor que desestimarlos tajantemente”.

Desmentir es difícil

Debido a que las teorías de la conspiración se fusionan con las identidades culturales y políticas de las personas, debatir con un verdadero creyente puede ser contraproducente.

“Aunque tiene su valor desmentir o verificar información, no tendrán ningún efecto en alguien que siente una especie de relevancia en la absorción y promoción de teorías esotéricas sin fundamentos”, señaló Travis View, presentador del pódcast QAnon Anonymous, el cual ha monitoreado el movimiento desde sus primeros días.

Verificar la información de las teorías conspirativas todo el tiempo puede fortalecer las opiniones del otro o provocar que la gente se sienta atacada. También es una forma rápida de agotarse y desistir. Hacer preguntas suele ser más productivo.

No debatas en Facebook

Lo más probable es que te topes con un amigo o un pariente que comparte contenido conspirativo en línea. Por desgracia, las plataformas sociales a menudo son el peor foro para hablar sobre estos temas espinosos. En muchos casos, una conversación cara a cara es mejor para expresar tus inquietudes.

Claro que esto tal vez sea imposible durante una pandemia, pero las llamadas telefónicas o las videollamadas son mejores que discutir con alguien en comentarios de Facebook. Algunos de los expertos a los que he consultado sugieren que las conversaciones privadas permiten que la gente baje la guardia y abandone cualquier tipo de comportamiento escénico que tendrían en redes sociales.

También permiten que los participantes identifiquen expresiones sutiles de lenguaje facial y corporal —o tono de voz—, las cuales pueden distender el ambiente. “Es útil construir una situación en la que puedas evaluar su respuesta en tiempo real y ser dinámico en tu estrategia para limitar un estado de autoprotección y mantenerlos tranquilos”, comentó Dickey.

No funciona burlarse ni regañar

Todas las personas con las que he hablado comienzan con el mismo consejo: no seas regañón. Sé amable, compasivo y paciente.

“Siempre les digo a las personas que si van a hablar con alguien que ha seguido ese camino, no deben discutir con esa persona sobre el tema y deben hacer el intento de no calentarse al querer desacreditar la información”, me dijo en agosto Mike Rothschild, un investigador especializado en teorías conspirativas que trabaja en un libro sobre el movimiento QAnon.

Dickey estuvo de acuerdo con Rothschild. “La primera lección que aprendí a la mala es no desestimarlos tajantemente”, mencionó. “La gente adopta el pensamiento conspirativo porque se alinea con una faceta central de su identidad”. Dickey me comentó que, en sus primeras conversaciones con amigos que habían creído en teorías radicales, había sido demasiado agresivo. “Porque ataqué justo esas partes centrales de sus identidades y sintieron que los estaba atacando a nivel personal. Por eso tuve que encontrar la manera de hacerles pensar que no era un ataque personal”.

Travis View sugirió enfrentar a los conspiracionistas “con la misma lástima y compasión que le demostrarías a alguien que elige quedarse en una relación destructiva”. View arguyó que las personas que encuentran comunidad y propósito en estos movimientos, “en realidad no ven que van por el camino equivocado porque no entienden que hay mejores opciones”.

Comprende cuándo debes retirarte

La gente debe ser muy cuidadosa al momento de elegir cuándo intervenir. No es una buena idea confrontar a las personas que parecen estar profunda, y tal vez irremediablemente, consumidas por el pensamiento conspirativo o que actúan de una forma errática o violenta.

Si tus preocupaciones son legítimas sobre su salud y seguridad, ese suele ser un trabajo para los profesionales. “Yo lo trato caso por caso”, comentó Dickey para referirse a su decisión de hablar con quienes están radicalizados. “Suelo hacerlo solo si siento que tengo el arsenal social o la cercanía familiar para ayudarles. Y si no están demasiado perdidos”.

En ciertos casos, es importante percatarse de que tal vez haya poco que hacer en ese momento, algunos advirtieron. “Si tienes que hacerlo, debes estar preparado para alejarte de esas personas”, me dijo Rothschild. “Llega un punto en el que tal vez no puedas tener esa inestabilidad en tu vida”.

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