La humanidad vive hoy un momento inédito e inesperado, hemos sido confinados y aislados en casas, veredas, pueblos, ciudades y naciones, como consecuencia de un virus de alto contagio conocido como Covid-19, que nos puso a pensar sobre la vulnerabilidad de la humanidad; este fenómeno viral que puso en pánico a la comunidad global, trae sin duda, graves consecuencias en el bienestar y calidad de vida de nuestras sociedades y por supuesto tendrán gran impacto los sistemas sanitarios, sociales, económicos, culturales y políticos de los distintos países, pero también, en medio de esta tragedia, está una oportunidad para la reflexión, el cambio, el análisis, la revisión de políticas para "darnos cuenta" que hemos aplazado o dejado de hacer lo que debió hacerse hace mucho tiempo, es el momento de reinventarnos.
¿Qué significará y cuánto trascenderá este momento de la historia en nuestras vidas? Dependerá de “darnos cuenta”. Este confinamiento es la oportunidad para dejar de observar no solo el entorno personal y familiar, que es fundamental e importante, sino lo que le ocurrirá a nuestra sociedad, hay que aterrizar en las realidades socioeconómicas de nuestro país y el mundo.
Los medios de comunicación y las redes sociales, pueden por momentos saturar de información, pero más allá de la cantidad de la misma, es leer entre líneas lo que esta pandemia nos está diciendo. Se requiere pensar en la solidaridad, el desprendimiento, ser mejores seres humanos, es lo que nos demanda esta realidad y no podemos darle la espalda.
Entre tanto, la pandemia pasará más temprano que tarde, la vacuna para contrarrestar el contagio del Covid-19, es una apuesta contrarreloj de los países desarrollados y grandes laboratorios, de ello dependerá el restablecimiento de la cotidianidad social, política, económica y reencontramos nuevamente como sociedad civilizada.
Pero mientras la vacuna llega, tenemos la oportunidad de "darnos cuenta" que la desigualdad y la inequidad son una evidente y dolorosa realidad y aunque cada gobernante está haciendo lo propio frente a la situación, la magnitud de ella, las grandes necesidades de millones de colombianos, lastimosamente superan las ayudas que han dispuesto las administraciones gubernamentales y la empresa privada.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Iniciativa de Pobreza y Desarrollo Humano de la Universidad de Oxford (Ophi), refieren que Colombia ocupa el deshonroso cuarto puesto en la región, en proporción de pobreza multidimensional, un 4,8 % de la población sobrevive en medio de esta situación, las estadísticas ponen a Bolivia con un indicador de 20,40 %, seguido por Perú con 12,70 % y México 6,30 %. Después de Colombia se ubican Ecuador, con 4,50 %: Paraguay también con 4,50 % y Brasil, con 3,80 %.
Estos datos traducen niveles de exclusión, inequidad y pobreza. Académicos de diferentes áreas; antropología, sociología, economía, entre otras, nos han documentado al respecto. Seguramente, muchos de estos textos han pasado por nuestras manos, los leímos, pero no los analizamos con el suficiente rigor, es decir, no nos detuvimos antes, para " darnos cuenta" de la gravísima situación en nuestros países.
Es imperante generar a lo largo y ancho del territorio colombiano, soluciones a corto, mediano y largo plazo, generar igualdad de oportunidades en educación, salud, vivienda, trabajo y distribución de la riqueza, estos son los verdaderos retos que tenemos que afrontar.
Llegó el momento de "darnos cuenta" que todos debemos aportar, que no podemos dejar de hacer; cada quien debe encontrar el significado y debe dar desde sus propios recursos, intelectuales, económicos, sociales, culturales y emocionales, no podemos ser indiferentes, junto al liderazgo de los gobernantes y legisladores, se esperaría que nuestro país salga de la lista de los países más desiguales e inequitativos del planeta.
Las agendas pos-pandemia tanto del ejecutivo como del legislativo en nuestro país, deben focalizarse en la lucha contra la pobreza, las causas ambientales, el cambio climático, el fortalecimiento de nuestro sistema de salud, el sector agropecuario, el turismo, la tecnología, la lucha contra la corrupción, el fortalecimiento de los sectores generadores de empleo y ello requiere de un gran pacto social y político para sacar adelante a nuestro país.
Hay que convertir este momento de crisis, en oportunidades renovadoras que generen esperanza y bienestar a nuestra sociedad, nada será fácil, pero tampoco imposible, es el momento de la reconciliación, solidaridad y responsabilidad para hacer de Colombia un país fuerte, con justicia social y ambiental. Llego el momento de darnos cuenta.