Revisando el libro que anteriormente cite sobre “Intereses de Colombia en el Mar” del editor y alumno en el mar Samuel Rivera-Páez y en particular sobre los llamados Intereses Marítimos, que en Colombia “ha sido construido predominantemente en el entorno naval militar, como complemento a la formación en la cultura estratégica y solo hasta hace muy poco tiempo comienza a permear las esferas civiles del Estado y la empresa privada que poco a poco se han ido apropiando el lenguaje utilizado por los oficiales de la Armada Nacional”. De acuerdo a la PNOEC (Política Nacional del Océano y Espacios Costeros 2017), establece que los Intereses Marítimos Nacionales de Colombia son trece y que el segundo es Conciencia, Apropiación Territorial y Cultura Marítima. (pp32 libro mencionado). Ahí es donde quería llegar. Estoy tratando de inyectar esa Conciencia y Cultura Marítima, con estos escritos históricos que no solo me apasionan, sino que me recuerdan los cruceros de entrenamiento en los cuales yo participe activamente mas como el profesor que está aprendiendo y enriqueciendo a sus alumnos, hoy día dirigentes de esa Institución, como oficiales de Insignia y Almirantes, quienes llevan el timón y porque no dirigir al país en derrotero seguro, capeando temporales y aguas atorbellinadas que se avecinan.
Le comentaba a un antiguo tripulante del velero “Gloria” de la incansable y poco reconocida Armada de mi país, como ya lo mencioné, si tenia conocimiento sobre la Carabela “San Lesmes” y por supuesto que no tenia la menor idea en ese instante, pero si ustedes recuerdan cuando hablé sobre el navegante Andrés de Urdaneta, el del “Tornaviaje” para mas señas, quien zarpó con la expedición de García Joffre de Loaiza en el año 1525 y como segundo comandante el famoso Juan Sebastián Elcano. En esa empresa largaron velas desde la Coruña siete naves en total, para llegar a las Molucas y empezar esa reconquista y establecer el comercio de las Especias; veamos:
Sabemos por el gran autor Luis Gorrochategui Santos en su reciente libro “La Carabela San Lesmes. El viaje mas épico de la historia”, que el derrotero hasta San Julián fue mas o menos tormentoso y qué a esas alturas afrontaron “Los Pamperos”, que dos naves se extraviaron y qué habían dado instrucciones para su reencuentro.
El 28 de diciembre de 1525 el conjunto de las siete, a grandes pinceladas se separan en tres grupos debido a la situación de ese mar embravecido y quedan solas por aparte la “Victoria” y la “San Gabriel” y las otras cinco agrupadas, bordeando el litoral hacia el sur en búsqueda de la boca atlántica del Estrecho de “Todos los Santos”.
A finales del año, aunque la “Santi Spiritus” de Elcano, estaba fondeada con cinco anclas, garrea hacia el vasto continente y se despedaza contra los arrecifes y se pierde, mas se rescataron partes útiles. Su capitán Elcano, se embarca en la “Anunciada” y desde ahí ejerce el mando, pues la líder “Victoria” aun esta desaparecida. A finales de enero del año 1526 aparecen en el estrecho las que estaban extraviadas como son la “Victoria”, la “San Gabriel” y el patache “Santiago”. Loaiza fondea junto a los otros navíos y la expedición felizmente se reagrupa con una nave menos.
Se levantó un viento recio que les obligó a salir de ese paraje “… La carabela “Parral” de don Jorge Manrique entró hacia el estrecho, y la “San Lesmes”, de Francisco de Hoces, corrió para afuera” (L. Gorrochategui). Comienza entonces la primera aventura en solitario de nuestra carabela, pues, empujada por el persistente viento, ha de navegar hacia el sureste en su intento de no perder la vista de la costa. Es así como la “San Lesmes”, oriunda del Finisterre europeo, arribó al verdadero fin del mundo, pues, para alcanzar por primera vez en la historia de la navegación los 55 grados de latitud sur, llegaron al acabamiento de la tierra (L. Gorrochategui). Cuando estaban en la costa oriental de la isla Grande de Tierra del Fuego, descubrió el brazo de mar que separa la parte más meridional de América de las islas Shetland del Sur, y fue el primero en doblar el cabo de Hornos y descubrir el paso entre la Antártida y América (aunque no llegó a adentrarse en el Pacífico, pues regresó junto al resto de la expedición, que cruzaría el estrecho de Magallanes), todo ello según la relación que del viaje hizo Andrés de Urdaneta.
La tripulación contempló latitudes antárticas jamás soñadas por griegos y romanos, fenicios o lusos. De este modo, fue descubierta la punta del Cono Sur, que podría llamarse cabo de Acabamiento si se le hiciera honor a su verdadero descubridor. De hecho, el paso que conecta el Atlántico y el Pacifico entre América y la Antártida, que seria prontamente señalado en las cartas náuticas, fue llamado Mar de Hoces (España, Chile, Argentina y otros países hispanohablantes) en recuerdo del capitán de la carabela San Lesmes, quien después fallecería y seria sustituido por Diego Alonso de Solís. Sin embargo, y esto hay que decirlo sin ambages, una de esas cartas, tiempo después, ya finalizado el siglo, caería en manos de Francis Drake, que accedería entonces al Pacifico, usurpando en los libros de historia el merito del descubrimiento del mar de Hoces. Efectivamente, el marino inglés, cincuenta y cuatro años después del hallazgo de la San Lesmes, y lo que es mas sorprendente aun, sin cruzarlo —pues pasó por el estrecho de Magallanes—, lo rebautizó como “Paso Drake”. Increíble.
Volvamos a nuestra expedición; La “Anunciada”, cansado de tanto escoras pronunciadas, zarandeo y bandazos en el estrecho, se cansa el capitán y resuelve por su cuenta devolverse hacia el Cabo de las Tormentas en Sudáfrica y de ahí dirigirse a las Molucas; nunca mas se supo el destino de esa nao. Algo parecido ocurrió con la “San Gabriel” y el díscolo Rodrigo de Acuña resolvió poner proa al Brasil y después participó en encuentros con los franceses.
Conclusión las circunstancias han cambiado drásticamente desde la halagüeña salida de España el verano pasado. De las cuatro naos, solo queda, muy maltrecha la capitana o líder. En total, 500 toneladas de una flota con un desplazamiento inicial de 1.010 toneladas. Es decir, una nao, dos carabelas y el patache. (Victoria, Parral, San Lesmes y Santiago) Complicada la cosa.
Eso que queda de la expedición se hace a la vela el 29 de marzo del año 1526 desde el rio Gallego, después de reparaciones y atraviesan el Cabo Deseado (¿recuerdan en el Pacifico?) el 26 de mayo. Dejan un lugar en que las “Sierras eran tan altas que parecían llegaban al cielo; el sol no entraba allí en casi todo el año; la noche tenia mas de veinte horas; nevaba ordinariamente; la nieve era muy azul por la antigüedad de estar sin derretirse; y el frio era extremado” (Diario de Navegación de Andrés de Urdaneta)
Ponen proa hacia el noroeste con la intención de alejarse del invierno en aquellas gélidas latitudes antárticas. Al fin, arrumban en la dirección de las paradisiacas islas Molucas, objetivo de la Expedición. Pero no se debe olvidar que cuando se habla del Pacifico, las distancias siempre engañan Pues el trecho que aun los separan de las Molucas es el doble del que recorrió Colon para llegar a América. Poco duró la alegría. Seis días después, el primero de junio, una tempestad dispersa la cuatro naves. Es ahora cuando la carabela “San Lesmes” comienza a escribir en solitario, una de las mas grandes y misteriosas paginas de la historia.
