Hace unos meses, varios medios de comunicación registraron una noticia a la que se le debería dar muchísima más relevancia y hacer seguimiento: la conexión Pacífico-Orinoquía. Estamos hablando de una de las obras que más crecimiento económico traerá al oriente y occidente del país, y que, además, reivindicará aquellos territorios históricamente olvidados.
A lo largo de la historia de Colombia, las regiones con mayor desarrollo han sido las situadas en la cordillera central y hacia el norte del país en la costa atlántica. De hecho, tal como lo explica Pablo Roda, socio consultor de Geonómica Consultores, la firma encargada del estudio técnico del proyecto Conexión Pacífico-Orinoquía, hoy en día la mayoría -por no decir todas- las vías que atraviesan longitudinalmente nuestro país lo hacen sentido norte-sur o viceversa. Mientras tanto, la infraestructura transversal es incipiente y casi nula en el sur.
De esta manera, el ambicioso plan que conectará a Puerto Carreño (Vichada) con Buenaventura (Valle del Cauca) será la primera vía transversal que cruzará por completo las cordilleras Occidental, Central y Oriental, sin necesidad de pasar por el Alto de la Línea como se hace actualmente. Juan Martín Caicedo, presidente ejecutivo de la Cámara Colombiana de la Infraestructura – CCI, señala que se construirán casi 1.500 kilómetros en total y se impactará directa e indirectamente a 17 departamentos. Además, recalca que uno de los principales objetivos es integrar la región de la Orinoquía de cara al posconflicto, pues se generarán nuevas oportunidades económicas, empleo, seguridad y el Estado podrá hacer presencia en estas zonas apartadas.
Para que dimensionemos lo que se viene, traigamos a colación las palabras de Clara Leticia Serrano, directora ejecutiva de la Asorinoquía. Hoy por hoy, el departamento del Meta tiene una frontera agrícola de 4 millones 400 mil hectáreas, pero sólo usa el 12% de esa área. Vichada, por su parte, tiene una frontera agrícola de 4 millones 700 mil hectáreas y sólo usa el 1%. En contraste, el Valle del Cauca aprovecha el 50% de su área apta. Y un dato más, con la construcción de la vía Puerto Carreño-Buenaventura se estima un incremento de la frontera agrícola nacional hasta de 4 millones de hectáreas.
La agricultura, ganadería y agroindustria serán los sectores más favorecidos con esta conexión. María Isabel Ulloa, directora ejecutiva de ProPacífico calcula que la carretera generará una disminución de aproximadamente 27% en el costo de transporte por tonelada. Asimismo, una de las mayores preocupaciones actuales por la gran cantidad de importaciones de productos como el arroz y la soya, dejarán de ser un dolor de cabeza y serán cultivados en el departamento del Meta para transportar directamente hacia el pacífico colombiano vía exportación.
Este, definitivamente, es el punto de inflexión que proyecta la vicepresidenta de la República, Martha Lucía Ramírez. El gobierno nacional se ha propuesto convertir a Colombia en una potencia regional agrícola y despensa internacional con productos como el maíz, caucho, soya, cacao, palma de aceite y arroz. Igualmente, se volcarán los esfuerzos hacia el turismo sostenible tanto en la Orinoquía como en la región occidental. Incluso, en el largo plazo, este corredor les permitirá a países como Venezuela y Brasil tener una salida al Pacífico.
Por donde se le mire este es un proyecto que nos beneficiará a todos. Precisamente eso hace inexplicable que hayamos tardado tanto tiempo en concretarlo, pero como no se trata de llorar sobre la leche derramada, debemos darle una mirada propositiva y apoyar a las entidades públicas y privadas a cargo de esta mega obra. La inversión de la vía se calcula en $25 billones, beneficiando especialmente a los departamentos de Valle, Cauca, Tolima, Huila, Vichada y Meta. Se generarán alrededor de 250.000 nuevos empleos y beneficios económicos estimados en $7 billones.
No nos resta sino hacerle seguimiento constante, que no se quede en anuncios o estudios. Se calcula que la conexión total entre oriente y occidente estará lista en 12 años, pero puede demorarse un poco más por los retrasos naturales de cualquier obra de esa magnitud. Por tal razón, como lo pide el economista Mauricio Cabrera Galvis en una columna sobre este mismo tema, hay que iniciar cuanto antes. O como decimos coloquialmente: ‘para antier es tarde’.