María José Pizarro

Activista y política colombiana. Desde el 20 de julio de 2022 ejerce el cargo de Senadora de la República, en representación del Pacto Histórico. Entre 2018 y 2022 fue miembro de la Cámara de Representantes.​

María José Pizarro

Del año del cambio al tiempo de los cambios

Si algo nos caracteriza como país, además de la berraquera, es nuestra capacidad de convertir la tristeza y el dolor en alegría y esperanza. Porque a pesar de tantas heridas, partidas y desarraigos, nos sacudimos y echamos pa’ lante con la esperanza que el año que viene será mejor.

Por mucho tiempo, Colombia fue la finca de unos pocos que nos despojaron de la dignidad y la tranquilidad y que en más de una ocasión usaron mentiras y violencia para mantener el poder, dejando millones de víctimas tras tantos años de soledad. Y a pesar de todo, volvimos a recorrer las calles, ventana a ventana; las plazas, conversamos sobre nuestro proyecto y escuchamos las inquietudes de quienes anhelan un mejor porvenir.

Fue gracias a este ejercicio que este año quedará en la memoria, porque con él logramos por primera vez, tras tantas luchas, ser gobierno y conformar el congreso más diverso de la historia. Y haber puesto la banda presidencial fue una alegoría de la voluntad de Colombia, que optó por el cambio para cerrar tantos ciclos de dolor y transitar hacia una nueva era de paz en la cual construir un país a la altura de nuestros sueños.

Y desde entonces hemos corrido la barrera de lo posible en varios temas: en género, promovimos leyes sobre paridad y la erradicación de las violencias contra mujeres en política; en ambiente, ratificamos Escazú y avanzamos en la prohibición del fracking; además, creamos el Ministerio de la Igualdad, sentamos las primeras reformas y dimos pasos en otras que siguen su trámite como el cannabis de uso adulto, ascensos en la policía, matrícula cero y la reforma política; y en el marco de la Paz Total, estamos dialogando con el ELN con la disposición de lograr la paz real en los territorios.

Por eso, el año que se va nos deja varias lecciones. Por una parte, vemos un encuentro entre la tradición y lo posible, donde lo viejo no termina de abandonar lo que por tanto le fue propio y lo nuevo no termina por encajar con lo existente. Y por otra, entre aciertos y desaciertos, hemos aprendido a cogobernar y a dialogar con quienes no comparten nuestras visiones, lo que suele topar con las expectativas de quienes nos votaron y de quienes se sumaron en la marcha.

A su vez, el camino no ha sido fácil porque, entre otras razones, ser gobierno no significa tener el poder y porque quienes hoy son oposición han usado cuanto espacio han tenido para impedir que otras ideas se desenvuelvan. Un mensaje para ellos: inteligencia no es llevar el debate un plano personal sino elevar la discusión y estar a la altura del momento.

Ahora, es momento de descansar, porque el año que viene supone tiempos cada vez más complejos que plantean al menos tres desafíos: primero, debemos trabajar conjuntamente en torno a las reformas de nuestro gobierno; segundo, nuestro diálogo con las regiones no puede ser con quienes corrompieron la política ni con quienes ponen en riesgo la vida en los territorios; y tercero, para que el cambio llegue a nivel territorial y lograr ser potencia mundial de la vida, debemos ser poder local.

En este sentido, llamo e invito al Pacto Histórico, a nuestras fuerzas aliadas y a quienes quieren un mejor país, a que trabajemos juntas por el cambio que necesita Colombia y a que construyamos un país a la altura de nuestros sueños. Vamos por las elecciones regionales y locales de 2023, para que así la alegría y la esperanza nunca más surjan del dolor y la tristeza sino desde el afecto y del amor.

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María José Pizarro
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