Mario Andrés Huertas

Analista de asuntos estratégicos y hemisféricos (Énfasis: Brasil y EE.UU.) Columnista de opinión, diario La Nación. Voluntario internacional para la promoción de nuevos liderazgos, Universal Wonderful Street Academy (UWSA), Jamestown-Accra. Colaborador del Goldstreet Business (Ghana). Profesor de Geopolítica y Geoestrategia. Infante de Marina, Armada República de Colombia (A.R.C).

Mario Andrés Huertas

¿Democracia Siempre?

La Cumbre “Democracia Siempre” realizada en Santiago de Chile, el pasado 21 de julio, en la que participaron representantes del mal llamado progresismo, tuvo por objeto construir una plataforma común frente al avance de la ultraderecha global y fortalecer la democracia y el multilateralismo. 

Sin embargo, la Cumbre dejó en evidencia que los falsos progresistas solo promueven como una amenaza global el avance de la ultraderecha pero no el de la ultraizquierda. De hecho, el mismo Gustavo Petro representa la izquierda más radical. ¿No sería esto una amenaza más que suficiente para la democracia?

La falacia de la “Democracia Siempre” se alimenta de otras como las que a continuación voy a reseñar:

Desinformación. Resulta ilógico que Petro salga de Colombia a condenar la creación de falsas noticias cuando el pasado 09 de julio El Colombiano tituló: “El rey de las ‘fake news’: corrigen a Petro tras compartir en redes una imagen manipulada con IA”. Y a renglón seguido, resaltaban que la misma IA había sido la encargada de alertar a los usuarios sobre la manipulación de falsos contenidos. 

Solo tres ejemplos prueban que Petro siempre acusa a los demás de sus propios vicios. 1) Narcosubmarino con misiles “SAM16” cuando era la imagen de un submarino incautado en Tumaco en tiempos del presidente Duque. 2. Hospitales en ruinas de “Antioquia”, las fotos eran de centros médicos venezolanos (cuna del “progresismo” suramericano) y 3) El año pasado republicó un mensaje, de una supuesta cuenta de Mahmud Abbas, con el que lo felicitaba por romper relaciones con Israel. La cuenta no era oficial, pues, era un perfil de parodia, cuya biografía lo advertía a primera vista. 

Así, Petro se ha garantizado la sumisión de un sector del país que lo idolatra ciegamente a través de la desacreditación de los medios de información para que sus seguidores no se informen y solo lo hagan por medio de influenciadores, y cuentas falsas, que son pagas con el erario público. 

Intolerancia. Carece de toda validez que Gustavo Petro hable de tolerancia en foros internacionales cuando sus niveles de intolerancia lo han empujado a señalar de “nazis” y “paramilitares” a todos aquellos que tienen una perspectiva liberal o conservadora del Estado, la economía y la sociedad; o llamar “muñecas de la mafia” a las periodistas que han hecho críticas a la Administración por Sobresaltos; o tildar de “HP” al presidente saliente del Congreso, Efraín Cepeda. 

A todos los que no lo idolatran los califica de “brutos” cuando un buen hispanohablante reconoce, sin dificultad alguna, que no es capaz de hablar articuladamente, sin libreto, más de dos minutos o de escribir un mensaje en “X” sin caer en errores semánticos, sintácticos y ortográficos. 

Peligrosamente desde los tiempos de Juan Manuel Santos Calderón la democracia colombiana viene siendo envenenada con dosis muy altas de odio a nombre de “la paz”. Esa sucia estrategia, promovida por la subversión, abrió la compuerta -junto con la desinformación- para que quisieran asesinar al senador de oposición, y candidato presidencial, Miguel Uribe Turbay. 

Extremismos. Es un contrasentido que los mal llamados progresistas del mundo entero solo vean que el extremismo invade a la derecha. De hecho, Petro es un marxista redomado y trasnochado que, proveniente de las filas guerrilleras del M-19, no ha logrado psicológicamente abandonar ese pasado e instalarse mentalmente en los marcos de la democracia del siglo XXI. 

Anti-hispanista sin conocer la historia de España, anti-nortemaericano para justificar que no habla inglés y para insistir tozudamente en llevar la Estatua de la Libertad desde New York hasta San Basilio de Palenque. El odio por la empresa, el trabajo y la creación de riqueza son el trípode de un hirsuto anti-capitalismo que, tal como ha sucedido con sus ídolos castro-chavistas, no les sirve a las sociedades que esclavizan sino exclusivamente a los tiranos marxistas que gozan del estilo de vida capitalista, mientras reniegan de sus efectos históricamente probados en sociedades de otras latitudes. 

Cambio climático. Mientras que Petro camufla su rabioso antisemitismo, utilizando al pueblo palestino, para promover El Grupo de La Haya, nada ha dicho sobre la reciente decisión de la Corte Internacional de Justicia en materia de cambio climático y responsabilidad internacional. Tal vez porque su falso ambientalismo solo se equipara con esa bizarra laxitud que tiene para con los grupos narcotraficantes que depredan los ecosistemas. 

Esa postiza careta de ambientalista contrasta con el liderazgo del presidente Iván Duque quien, sin tanta propaganda, presentó hace un par de días, unos datos muy interesantes sobre su gestión en materia de protección ambiental. Reunido con el presidente guyanés, Mohammed Irfaan Ali, recordó que en su gobierno “se pasó del 14 % al 31 % en la protección del área continental y del 15 % al 37 % en zonas marinas”.

Así las cosas, ¿cómo se atreven los señores Boric, Orsi, Lula da Silva y Sánchez a convocar a Gustavo Petro para que condene los vicios antidemocráticos que él mismo padece y pontifique de democracia mientras viene golpeando brutalmente la democracia colombiana?

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Mario Andrés Huertas
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