Alexander Velásquez

Escritor, periodista, columnista, analista de medios, bloguero, podcaster y agente de prensa. Bogotano, vinculado a los medios de comunicación durante 30 años. Ha trabajado como reportero para importantes publicaciones de Colombia, entre ellas El Espectador, Semana y El Tiempo. Ha sido coordinador del Premio Nacional de Periodismo CPB (ediciones 2021, 2022, 2023). Le gusta escribir sobre literatura, arte y cultura, cine, periodismo, estilos de vida saludable, política y actualidad. Cree en la vida después de la muerte, uno de sus temas favoritos. La lectura y caminar una hora diaria mientras escucha podcast son sus pasatiempos favoritos. Escribe su segunda novela.

Alexander Velásquez

Dios no es una marca registrada de los católicos

A veces pienso que además de los Salmos y los Proverbios, a la Biblia le faltó el libro de los Soberbios. Ciertamente la soberbia concebirá contienda; mas con los avisados está la sabiduría”, dice Proverbios 13:10. Y por contienda entiéndase el boroló que armó un grupo de católicos porque el concesionario Opain dijo que remodelará el oratorio del aeropuerto El Dorado de Bogotá -como lo informó Kienyke- para permitir el acceso a creyentes de cualquier religión, y no únicamente a quienes profesan la misma fe del Papa Bergoglio.

Nunca he entendido lo que significa ser católico y al mismo tiempo acatar los mandamientos de la ley de Dios -de niño me iba a una bibliotecas para no entrar a catequesis-, y menos comprendo cuando los feligreses se paran delante de un Cristo crucificado, como el que está colgado sobre la pared de la mencionada capilla, pues en el capítulo 20 del libro de Éxodo, hay instrucciones claras de lo que aborrece Dios: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos”.

Así como crítico a las religiones evangélicas por cobrar diezmos con datáfono y negarse a pagar impuestos, también me parece cuestionable ​la arrogancia de los católicos  al negarse  a compartir su espacio, como si esa fuera la enseñanza de Jesús cuando repartió democráticamente el pan y el vino.

Me pareció una discusión estéril e innecesaria; sin embargo, luego del show mediático me hago unas preguntas, que de pronto parecen igualmente tontas, incluso ofensivas. En ese caso, los amables lectores pueden suspender aquí la lectura, o contestar en caso de tener las respuestas que busco.

1. ¿Qué opina Dios de esos católicos que​, unidos en cadena de oración, ​ rezaban para defender el oratorio en contra de los creyentes de otras religiones? 

2.  Si me subo a un avión y no soy católico, ¿corro peligro de que en caso de un siniestro aéreo los católicos se salven y yo muera? Es decir ¿Dios va pendiente de unos y se hace el de las gafas con los otros? Es más, ¿a Dios le gusta montar en avión o sufre de aerofobia como yo? 

3. ¿Dios se molesta con la iglesia católica por creerse la religión sagrada o a esas nimiedades lo tienen sin cuidado, habiendo conflictos y hambrunas por doquier, y una posible primera guerra nuclear que nos acercar​ía​ al cielo en un santiamén, por no decir que saldríamos en átomos volando? 

4.  Si no soy católico, y me meto a la capilla del aeropuerto, ¿tiene validez mi súplica? ¿Me pueden demandar los católicos por orar en su oratorio?

5. ¿Cómo pueden saber que no soy católico si me infiltro? Es más: ¿mi Dios y el Dios de ellos es el mismo Dios o estamos hablando de dioses distintos? 

6.  Si soy budista o agnóstico, y me meto al recinto a meditar, ¿se molesta Dios y ordena sacarme a empellones? 

7. ¿Pensará Dios que soy un insolente por cuestionar estas cosas o Él no pierde su tiempo leyendo a columnistas irreverentes?

Mientras hago estas reflexiones, informan que se destinará un nuevo espacio del aeropuerto para aquellos viajeros que profesan religiones distintas a la católica. Concluyo entonces lo que me enseñaron desde chiquito: que Dios está en todas partes (no solo en ese oratorio católico), porque Dios no es una marca registrada que le pertenece a una religión, la cual pierde cada vez más seguidores, como lo constató el diario The Wall Street Journal en este reportaje de principios de 2022: ¿Por qué la Iglesia Católica está perdiendo América Latina? Según ese medio, los fieles huyen en desbandada hacia otras religiones en busca de "una mayor conexión personal con Dios" (81%) y más ayuda para sus miembros (60%), entre otras razones.

Ahora solo falta que el egoísmo sea otro causal para que más católicos busquen a Dios en otro lado. Por mi parte, en asuntos celestiales prefiero tomar distancia: ¡Qué viva el Estado laico! 

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