Santiago Valencia
Abogado, especialista en Derecho Administrativo con Maestría en Análisis Económico del Derecho, se ha desempeñado como profesor universitario, abogado litigante, consultor jurídico y en asuntos políticos y públicos, fue elegido Representante a la Cámara (2014 – 2018) y Senador (2018 – 2022), en el Congreso fue miembro de las comisiones primeras constitucionales, Presidente Comisión Primera (2019 – 2020), Presidente Comisión de Ética y Estatuto del Congresista (2020 – 2021).
Santiago Valencia

¿Dónde esta Dios?

Hace muchos años, cuando la rebeldía propia de la edad reinaba en mi comportamiento y mi pensamiento, como muchos, me cuestione sobre la existencia de Dios. ¿realmente existía un ser supremo? ¿cómo probar su existencia?, la duda que carcomía me llevó a cuestionar, a preguntar, a leer sobre el motor inmóvil de Aristóteles y las reflexiones de Santo Tomas, entre otros, al final no encontré en ningún libro la respuesta, razón por la cual, decidí volverme “agnóstico” no consideraba tener la suficiente información, ni a favor, ni en contra, para asegurar o negar la existencia de Dios.

Semejante declaratoria no era fácil en el seno de una familia conservadora de tradición católica, al menos eso creía yo, porque al final la comprensión y el apoyo fueron absolutos, decidí no volver a misa en el colegio, que a pesar de ser laico la celebraba cada ocho días y, que por supuesto también respetó mi posición.

Así transcurrieron varios años, hasta que estando en Roma me invitaron a una misa de gallo con el Santo Padre, San Juan Pablo II. Por mas agnóstico que fuera, esta era una gran oportunidad, tal vez única en la vida, de estar en un monumental templo en presencia de uno de los lideres más importantes del mundo.

Luego de una espera empezó la misa, todo era bellísimo, empezando por un coro que sonaba realmente angelical, de pronto irrumpe en la basílica el Santo Padre, todas las miradas se vuelcan a él, ya se notaba que cargaba el inclemente peso de los años, caminaba con dificultad y, con gestos de desaprobación retiraba a quien intentaba ayudarlo a caminar, conmovido por su fragilidad física lo sigo observando con detenimiento, hasta que logro estar realmente muy cerca de él, tal vez a menos de dos metros, es muy difícil explicar lo que sentí en ese momento, solo puedo decirles que sentí por primera vez y de forma inequívoca, a través de ese hombre, la presencia de Dios, hasta ahí llegaron todas mis dudas y entendí que Dios no se encuentra en los libros sino en cada uno de nosotros.

En estos días escuche la noticia sobre la transformación del oratorio en el aeropuerto el Dorado, en un primer momento y como católico evidentemente me dolió que se “pierda” ese lugar de oración, aunque también debo confesar que he estado miles de veces en el aeropuerto y no recuerdo haberlo visitado jamás.

Me permito entonces compartir con ustedes una reflexión que hizo mi hermano Juan Camilo, en uno de los Chats familiares y que creo que al final es la que mejor me interpreta:

“Como saben, Indonesia tiene 273 millones de habitantes y es el país con la mayor población musulmana en el mundo, con cerca del 87%. 

Algunos musulmanes creen que quienes no practican su religión son infieles y esa visión de exclusión, por su parte, ha generado problemas,  que todos ustedes ya conocen.  En general, todas las religiones tienen la tendencia a pensar, por la misma concepción de la fe, que el Dios verdadero es el nuestro y, por ende, todos los otros están condenados al infierno por no creer en que si es, pero Indonesia, aunque hubiera podido imponer por la fuerza la religión musulmana (como en otros países del mundo) reconoció en su constitución 6 religiones oficiales y creó el principio del Panceasila para que todos los indonesios a pesar de todas sus diferencias pudieran vivir en armonía.

Los Indonesios no buscan a Dios en la religión, entienden que la religión es su guía para encontrar a Dios en su corazón y, si está en el corazón, quién podría decir que el mío es distinto al tuyo?

También han adaptado sus creencias al servicio de toda la fe, por ejemplo, en Indonesia no se considera una blasfemia decir que el Dios de los musulmanes no existe, lo que es blasfemia es decir que Dios no existe, sin hacer diferencia entre el Dios de cada cual.

Finalmente les cuento una experiencia, el día que Jerónimo iba a nacer, ya los médicos y el personal listos para iniciar, justo antes de comenzar el procedimiento el doctor bajó la cabeza y pidió una oración para que todo saliera bien, es su costumbre hacer eso siempre y en todo lugar.

Así lo hicieron y, Musulmanes, Católicos, Cristianos e Hinduistas (todas religiones presentes en la sala) en silencio le hablaron al Dios que habita en su corazón para que Paz y Jerónimo estuvieran bien, y así fue gracias al esfuerzo de todos ellos o de él, independiente de cómo se llame.

Así que cuando busquen ese lugar de oración en el aeropuerto o donde sea, no busquen a Dios pintado en las paredes, usen lo sagrado del lugar y el silencio para ponerse en comunicación con su corazón y abracemos al hermano que siente la presencia de Dios en su corazón con otro nombre, al final no somos distintos.”

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