Economía de lenguaje

Hace unos días, uno que habla en la radio colombiana diariamente, tardó cinco minutos para formular una pregunta a su entrevistado. Lo digo con tanta exactitud porque en un acto si ustedes quieren de masoquismo, suelo cronometrar los introitos pretendidamente eruditos de este personaje. La mitad de ese tiempo la suele dedicar a adular a alguien; a su entrevistado o a cualquier otro sujeto, porque el hombre, como diría Antonio Caballero, es el típico colombiano lambón.

Traigo a cuento la anécdota porque esta semana murió un periodista que se hizo famoso por haber hecho quizá la pregunta más corta para el resultado más espectacular. Simplemente preguntó: “¿Cuándo?” Tuvo como respuesta: “Ahora mismo”, y cayó el Muro de Berlín. Una lección de periodismo de la que harían bien en aprender algunos colegas.

Riccardo Ehrman, un periodista italiano de origen polaco, era corresponsal de la agencia ANSA en Berlín cuando acudió el 9 de noviembre de 1989, a la que parecía una rutinaria y aburrida rueda de prensa del portavoz del gobierno de la República Democrática Alemana (RDA), Günter Schabowski.

Ehrman, un veterano corresponsal, políglota y trajinado en varios países antes de llegar a aquel destino en la Alemania del Este, tuvo el olfato suficiente para intuir que la respuesta que acababa de oír de boca de un burócrata desbordado por los acontecimientos cambiaría el mundo.

En las semanas previas a aquella rueda de prensa, los ciudadanos de la Alemania oriental habían realizado numerosas manifestaciones contra el gobierno comunista, reclamando su derecho a la libertad de expresión y, sobre todo, la posibilidad de viajar adonde quisieran. La situación era tan tensa que el líder comunista Erich Honecker había renunciado a su cargo el mes anterior.

Apenas una semana antes, más de medio millón de manifestantes exigieron en la céntrica Alexanderplatz reformas de gobierno, y las autoridades habían anunciado el borrador de un plan para relajar el control en las fronteras. Pero todo era muy confuso. En la rueda de prensa, un atribulado y poco claro portavoz gubernamental hablaba de aquel borrador como quien se refiere al sexo de los ángeles.

Fue entonces cuando surgió de entre el barullo de preguntas de una caótica rueda de prensa, la lucidez de Ehrman pidiendo claridad y concreción. De lo que se trataba era saber a partir de qué momento los ciudadanos de Alemania oriental, encerrados tras una frontera que partió en dos a la derrotada Alemania de la Segunda Guerra mundial y por un muro infame que dividió su capital, Berlín, tendrían libertad para desplazarse adonde les diera la gana.

Günter Schabowski, el portavoz gubernamental, había dejado para el final de la rueda de prensa el anuncio de una “Ley de Viajes” que no tenía fecha, calculando seguramente que así pasaría desapercibida. Entonces Ehrman insistió: “¿Cuándo entrará en vigor?”. A lo que el burócrata, acorralado y nervioso, respondió: “Ahora mismo”. El periodista de ANSA corrió entonces a llamar a su agencia y simplemente les dijo: “El Muro de Berlín ha caído”. Y lo demás es historia.

La gente que sabe en el oficio del periodismo suele ir al grano, no se enrolla, no trata de lucirse o adornarse con pretendida erudición. Y eso es muy de agradecer. El aforismo castellano “lo bueno, si breve, dos veces bueno” debería ser de obligado cumplimiento en entrevistas y ruedas de prensa. Sobre todo, con los políticos que es la gente a la que más gusta chupar cámara y micrófono; y cuando encuentran un lambón como el arriba mencionado es para abrirse las venas.

Riccardo Ehrman murió esta semana a los 92 años en Madrid, ciudad en la que vivía jubilado, y entre los colegas se le conocía como el periodista “que derribó” el Muro de Berlín. Los amantes de la libertad deberían estarle eternamente agradecidos; y los periodistas rendir homenaje a la memoria de un gran colega, que nos dejó una valiosa lección.

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