Juan Alfredo Pinto

El factor maya y las elecciones en Colombia

De visita en Centroamérica para evaluar el estado de la democracia en nuestro subcontinente contiguo, gracias a la cooperación internacional*, pude completar mi objetivo personal de conocer el conjunto de los grandes monumentos de las civilizaciones precolombinas, recorriendo las majestuosas ruinas de Copán. 

*Ver en El Tiempo mi informe “En Centroamérica , la fe cristiana vive con diferentes acentos: el auge de las confesiones evangélicas en la región, y su incidencia en la política y la vida”.

Al recuperar la historia de la civilización Maya y sus ciclos de gobernanza, es comprensible la vigencia de su pasado glorioso entre nosotros, así como la existencia de fenómenos divisionistas en la lucha por el poder político desde lo precolombino hasta nuestros días. Es relativamente fácil acceder a la historia de períodos de alto desarrollo material y espiritual, así como a la crónica de gobiernos plenos de equívocos, cinismo y arbitrariedad. Conoceremos entonces de liderazgos unipersonales y de polarizaciones precolombinas en la historia tanto real y monumental como legendaria , de Mesoamérica.

Siempre que decidas explorar la historia, ojalá acudiendo a fuentes variadas y no necesariamente al “relato oficial”, encontrarás diferentes interpretaciones de los hechos. Debes entonces adentrarte en el ciclo histórico de la sociedad y en la esfera de lo cultural para forjarte una visión propia. Incluso has de llegar a los espacios de lo metafísico, de la axiología imperante en cada lapso del recuento histórico y de la cosmovisión de los pueblos que quieres conocer.

Tratándose de Mesoamérica la pieza maestra será el Popol Vuh . En ese hermoso “Libro de la Comunidad” si usamos su título traducido de la lengua quiché, encontraremos el precioso cuento de los hombres gemelos que nos relata la historia del Corazón del Cielo y seis deidades, entre ellas, la serpiente emplumada. El paradigma de los hombres gemelos consistía en “crear seres humanos que pudieran llevar la cuenta de los días, vivir en paz y construir continuamente mayor armonía”. Tuvieron muchos fracasos hasta que lograron crear seres humanos que podían hablar, dialogar, usando maíz blanco y amarillo.

Los señores de la muerte, viviendo en el inframundo, los polarizadores, convocaron a los hermanos gemelos a un juego de pelota para decidir quiénes orientarían la marcha de la sociedad. Los hermanos gemelos derrotaron a sus contrincantes. Los gemelos subieron a los cielos para ser el sol y la luna, permitiendo la siembra del maíz y la cuarta creación de los Mayas.

El conocido factor maya, esa suma entre los alcances científicos de la civilización Maya y de nuestra Colombia ancestral, y ese camino más allá de la tecnología, menos artificioso y especulativo de lo escrito por José Argüelles, necesita de un liderazgo afianzado sobre la educación, la multiculturalidad y el replanteamiento socio-productivo sostenible como el que han formulado con calidad en su Programa Fajardo y Murillo.

Colombia es , desde nuestra historia precolombina y colonial, y más aún, desde los inicios de nuestra vida republicana, un escenario al interior del cual han ardido las divisiones y las pasiones políticas, los caudillismos, los liderazgos unipersonales, una democracia imperfecta a espasmos de conflictos civiles y territoriales; ciclos de violencia, donde el mérito es la resiliencia de la nación y lo desacertado ha sido la carencia de un proyecto político aglutinante y convergente, un proyecto unificador con sentido estratégico.

La segunda vuelta electoral debería ser el espacio de selección del líder aglutinador. Si no logramos eso, estamos abocados a la reproducción caótica que he descrito como ádeiocracia, una democracia de cascarón, vacía de objetivos comunes y llena de muerte, atraso y confrontación estéril. Si rompemos el conformismo que trae consigo el voto sin convicción, ese pro y contra trivial de los radicalismos que pueden cubrir el territorio patrio de un irredimible ímpetu confrontacional, tendremos razones para facilitar una definición política de altura.

La primera vuelta puede romper la espiral polarizante si la inteligencia anima la conciencia del electorado. Depende de nosotros, los ciudadanos, situar en la arena política mayor la opción de forjar un proceso de armonización social, económica y ambiental que supere la polarización trivial y construya, desde el conocimiento y la inclusión, la hoja de ruta para la nación colombiana.

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