Luego de una larga y difícil campaña, marcada por la agresividad y polarización, Lula da Silva ganó por tercera vez la Presidencia de Brasil, derrotando al líder de derecha Jair Bolsonaro. La diferencia fue muy apretada, alrededor de dos millones de brasileros le dieron la Presidencia a Lula, muy pocos, teniendo en cuenta que alrededor de ciento veinte millones de ciudadanos votaron el domingo. El resultado no solo deja un Presidente electo, también, un país partido por la mitad, profundamente dividido y con unos retos bastante difíciles para el nuevo mandatario.
Lula es un fenómeno político, un hombre de origen muy humilde, trabajó como obrero, decidió unirse al movimiento sindical, donde poco a poco fue escalando posiciones hasta finalmente fundar el partido de los trabajadores, partido que lo elegiría tres veces como Presidente del gigante suramericano.
Sus primeros mandatos se dieron en medio de una gran bonanza económica, lo que le permitió impulsar importantes proyectos sociales que sacaron a millones de brasileros de la pobreza, en su momento también fue duramente criticado por proponer imposibles, que obviamente generaron mucha expectativa pero que al final terminaron en desilusión.
Dicen los brasileros que conozco, que Lula es un líder de izquierda moderada, permitió en su momento, que la empresa privada en Brasil trabajara sin contratiempos, es decir, que no la estigmatizó ni la persiguió con impuestos ni expropiaciones.
Sus lunares estuvieron más en escándalos de corrupción, uno de ellos lo llevó incluso a la cárcel, la condena fue posteriormente anulada por el Tribunal Supremo por fallas en el procedimiento, sus contradictores aseguran que, aunque Lula quedó en libertad nunca se demostró su inocencia. Otro lunar fue su cercanía, casi complicidad, con dictaduras como la de Hugo Chávez u otros lideres de izquierda controversiales como los Kirchner, Rafael Correa, entre otros.
La izquierda latinoamericana esta feliz, hoy el mapa de nuestro continente está en su mayoría teñido de rojo, Lula supone un respiro, una esperanza para la izquierda que hoy gobierna el continente, porque a la gran mayoría de estos líderes les esta yendo muy mal; Boric ha sido una tremenda decepción, Maduro es un despiadado dictador, Fernández acabó con la economía Argentina, Petro a escasos cien días de gobierno se vaticina como un desastre, y así uno a uno de estos líderes parece ser peor que el anterior.
Seguramente Lula querrá asumir el enorme reto de limpiar esa terrible imagen que hoy tiene la izquierda en el continente, e intentará una vez más liderar la unión de la izquierda latinoamericana, mas grande incluso que el sueño bolivariano de Chávez.
Repito, la izquierda debe estar feliz, casi toda, porque imagino que quien no esta muy feliz es Gustavo Petro, de sus intervenciones y discursos se podía concluir que él quería asumir ese liderazgo latinoamericano, quería ser el promotor de la unión del continente alrededor de las ideas “progresistas” de izquierda, deseaba también mostrarse como un líder conciliador, innovador, demócrata, necesitaba generar un contrapeso a la imagen desfavorable, totalmente opuesta de sus pares presidentes.
Petro no la tiene fácil, parece estar perdiendo el norte, en Colombia a ningún Presidente en cien días de Gobierno le han hecho las marchas de desaprobación que le han hecho a él, la luna de miel, que duraba el primer año, a Petro parece írsele entre los dedos en las primeras encuestas.
Todo esto mientras Lula, a pesar de todo, llega con un liderazgo renovado, a un país con una economía enorme, que parece estar recuperándose rápidamente gracias a las políticas de Bolsonaro, así que Lula tiene todo para seguir opacando a Petro y su sueño de liderar a la izquierda latinoamericana.
