Sorteo del mundial. Puntapié inicial.
Con alfombra roja como los premios Oscar. Con glamour. Destellos de grandeza y riqueza. Cortejos entre magnates, mutuos elogios y premios sin justificación.
El galardón de la paz de Infantino, fanático del ego y adulador, para Trump, en un mundo crispado por la guerra y un futbol en permanente conflicto.
Los verdaderos artistas, las figuras de hoy, los futbolistas activos, ausentes. Porque este día, el futbol tuvo brillo sin balón.
Las tres favoritas, España, Francia y Argentina. Las poderosas Brasil, Alemania e Inglaterra, llenas de figuras, debilitadas como equipos, urgidas de reivindicación.
Y como siempre en la antesala de lo inesperado, Colombia como en Brasil 2014 o Marruecos en 2022.
Sorteo minucioso y calculado. “Separada la carne del hueso”, que arroja pocos duelos tentadores con garantía de sopor y bostezos, en la parte inicial.
Sobra medio torneo. Las emociones llegarán después cuando aparezcan los duelos directos y el espectáculo respire como siempre ocurrió.
Países sin historia, confrontarán con los grandes. El Congo, por ejemplo, que siendo Zaire, debutó en el mundial del 74 con un técnico, Blagoje Vidinić, quien luego dirigió a Colombia y un dictador llamado Mobutu quien amenazó con cárcel y muerte a sus jugadores si perdían por goleada.
14 goles recibieron en tres partidos y los futbolistas tuvieron que huir.
O nueva Caledonia cuya única figuración en el futbol de elite la tuvo con Cristian Karembeu, alguna vez estrella del Real Madrid.
Razón tiene Lorenzo, el técnico nacional. El sorteo como trámite puro porque la verdad estará en la cancha, cuando ruede el balón.
Mundial para ver a Lamine Yamal y Pedri, con España; Musiala y Fritz, con Alemania; Lucho Diaz con Colombia; Hallaand con Noruega, Mbappé y Doué con Francia, Bellingham, Rice y Saka, con Inglaterra; Julian Alvarez con Argentina y Vinicius Jr y Rapinha con Brasil.
Con el adiós inevitable para Messi, Cristiano y James Rodríguez.
Mundial con costos desorbitados y condiciones imposibles para los aficionados que quieren asistir. Con la alternativa, para quienes quedan en casa, de preparar café, comprar licor, agilizar tertulias, ajustar el control remoto y encender la TV.
Al final, con su grandeza y esplendor mundial es mundial. Es futbol, no es circo.
