Esteban Jaramillo

Administrador de empresas y periodista. Premio Nacional de periodismo SIMÓN BOLÍVAR. Galardón vida y obra “Orlando Sierra”. Alumno orgulloso de Juan Gossain, Yamit Amad, Guillermo Lema, José F Corredor y Javier Giraldo Neira. Experiencia en Radio prensa, tv, internet.

Esteban Jaramillo

El ídolo se respeta

Ni a escobazos, ni a las patadas, y menos como rodillones, a pesar de su declive, debe despedirse a los futbolistas de la selección Colombia, en su ciclo final de rendimiento.

Respeto y gratitud, ante todo.

No se puede olvidar el hechizo de sus actuaciones y todo lo que lograron. Fueron muchos sus momentos de gloria, con excitante celebración, y los reconocimientos recibidos en las altas esferas del fútbol, tanto en sus clubes como en la selección.

Imposible negar la felicidad que produjeron.

Quien duda de lo que históricamente hicieron Falcao, Mina, Cuadrado, James, Fabra y David Ospina. O quienes ya no figuran en la agenda, por la fuerza renovadora e incontenible de la juventud.

Es cierto que varios de ellos no ofrecen hoy el rendimiento esperado y que justifican la crítica por su reducido aporte, con escasa influencia en el juego, especialmente los de elite, pero, por mucho desencanto que producen, no merecen las broncas, revanchas, las palizas, en muchos casos con odios desenfrenados de quienes los juzgan.

Los jóvenes actuales, rebobinan los sueños y las ilusiones de los aficionados, turbados y ofendidos, por la pérdida del tiquete a Catar.

Pero no se debe confundir en ellos un par de bellas actuaciones, con una realidad duradera y contundente, frente a las exigencias de los torneos que se aproximan.

Mucho tienen que evolucionar y aprender, para adaptarse a la idea de juego del entrenador y para llegar a tope en su rendimiento. Común es, en el mundo del fútbol, que lo hagan al lado de veteranos útiles en esquemas, sistemas y camerinos.

Cuántos chicos cayeron del pedestal, se desinflaron, cuando más prometían y estaban en la cresta de la ola, porque perdieron el control de sus vidas o por las inevitables lesiones. Cardona y Quintero son dos casos de jugadores talentosos, en deuda con sus actuaciones, y Villa, un fuera de serie, convertido en futbolista problema.

Por lo menos, en mi caso, el ídolo se respeta.

Maldita es la tendencia destructiva en ciertos medios, donde sus líderes de opinión y los actores de otros tiempos futboleros, varios de ellos con pasado frustrante, convertidos en insulsos opinadores, no ocultan la envidia hacia las estrellas del momento.

No se juzga un futbolista, exclusivamente, al calor de un resultado o sólo por dos o tres partidos. Por lo injusto, el caso  de Cristiano Ronaldo es un ejemplo.

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