El “New Deal” de Duque

La “V” remplazará a eso de “aplanar la curva”, de “llegar al pico” y cosas por el estilo que aparecen con tanta frecuencia en el discurso de especialistas y entre la población. Para salir de la anormalidad que nos fue impuesta generando una catástrofe silenciosa, la “V” es la clave.

Cuando este signo aparece dibujado en las curvas de crecimiento de un país entendemos, gráficamente, que luego de una caída estrepitosa en la economía surge un crecimiento proporcional, tal y como está ocurriendo actualmente en China. Con un buen manejo de la crisis no es de extrañar que esto ocurra. Algunos tenemos fe en que lo experimentará Colombia, impulsada por la recuperación que se está haciendo patente en USA con el gobierno de Trump y que será imparable, si llega a ser reelecto, hasta generar la tan anhelada “V”.

Lo que se viene, luego de la desastrosa gestión de la tal pandemia en Colombia, es lo que llama el presidente Duque “economía resiliente”. Resiliencia es un término muy popular en el campo de la psicología positiva luego de que Boris Cyrulnik lo tomara de la física de “la resistencia de los materiales que se doblan sin romperse para recuperar la situación o forma original”. Lo que se espera con una economía resiliente no solo es retornar a como se estaba antes de la crisis con una subida en “V”, simétrica a la caída, sino que mantenga su inclinación ascendente para luego estabilizarse en condiciones mucho mejores a las precedentes. Duque no pudo haber propuesto un término más apropiado para lo que nos toca enfrentar.

En nuestra vida personal hemos experimentado sucesos que revelan nuestra capacidad de resiliencia. En un momento se pensó que era una cualidad innata o aprendida solamente en la primera infancia pero se ha venido descubriendo que puede ser cultivada en el interior de los individuos y hasta en grupos de ellos, como lo vemos en los campos de juego, escolar, laboral y hasta de batalla. Experimentarla en nosotros mismos o contribuir a que otros la apliquen para superar traumas, complejos y dificultades cotidianas, es algo que podemos hacer con mayor frecuencia de lo que creemos, con la convicción de salir fortalecidos para enfrentar cualquier problema por grave que sea.

El liderazgo del presidente en un país que se encuentra en caída libre es fundamental. Escuchar a Iván Duque proponerle a sus compatriotas la resiliencia es alentador y si esto viene acompañado de acciones inmediatas como la de inyectarle a la economía colombiana 30 mil millones de dólares no podría ser más positivo. La visita, tan poco mencionada, de Adam Boehler, director ejecutivo de la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional (DFC) de los Estados Unidos, y de Robert C. O’Brien, asesor de Seguridad Nacional del mismo país para hacer el lanzamiento de la Iniciativa de Crecimiento (The Colombian Growth Iniciative) hace parte del proceso de recuperación en el que está empeñado el presidente Duque. Ases bajo la manga como este que saldrán a la luz pública a su debido tiempo, unidos a una clara lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, ayudarán a catapultar a Colombia y colocarla, por fin, en la ruta ascendente del desarrollo. En los dos años de gobierno que restan no hay minuto que perder si se quiere que sean trascendentales en el futuro de nuestra nación.

Trasladar la batalla del campo político a uno de emprendimiento, en una coyuntura tan delicada como la actual, es el paso con el que podemos tomar ventaja frente a una izquierda que se nutre de las precariedades de su pueblo. Quienes animan el enfrentamiento de los gobiernos regionales con el gobierno nacional desde alcaldías y gobernaciones tendrán muy pocas armas frente al “New Deal” de Duque

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