Bacon encargaba sus bastidores con sus telas listas pero antes de pintarlas las desmontaba y tensaba por el revés. Quería que la textura de su obra fuera como la piel de un rinoceronte que sería enmarcada con marcos dorados y protegidas con un grueso vidrio. A Margaret Thatcher le causaban franca repulsión tanto la pintura de Bacon como el mismo pintor quien al afirmar que “no puedo explicar mis cuadros sin explicar mi vida. Hay en ella tantas cosas que me llevarían a la cárcel…”, en cierta forma le daba la razón a la Dama de hierro.
“Ese tipo que pinta trozos de carne asquerosos”, es la famosa frase con la que Thatcher se refirió a quien vendría a ser considerado el pintor más importante del mundo por allá en 1971 cuando la revista “Connaissance des Arts” encuestó a cien personalidades del arte y lo dictaminó así. Ese mismo año dijo Bacon refiriéndose a la retrospectiva que le dedicó el Grand Palais de París que “esos cuadros son horribles. No quiero ni verlos”. Dicha muestra la inauguró ocultando que su amante se encontraba muerto en el baño de la habitación del hotel donde se hospedaban.
Mientras escuchaba, en mi celular y con audífonos, una conferencia sobre este pintor, se me ocurrió hacer, con mallas de cerramiento, un mirador de estrellas. Lo que resultó fue un cubo con apariencia de jaula. Pensé colocar en su centro una piedra que tengo instalada sobre una capa de helechos secos y vidrios rotos. Imaginé que era un tributo a Bacon por el parecido de los orificios y curvas de la piedra con las las figuras distorsionadas que Bacon pintaba al centro de espacios cerrados pero transparentes. En lugar de la tan desagradable blandura de la carne estaría la solidez de la roca, pensaba.
(Esto me hace pensar en lo pobre que es lo que conocemos como realidad virtual, fruto de la tecnología, comparada con la riqueza imaginativa de la que podemos gozar con nuestros sueños diurnos y nocturnos. Ningún dispositivo logrará nunca igualar ese mundo interior. No requerimos de nada para llenar de imágenes y sonidos los minutos, así estemos despiertos o dormidos.)
Podría decirse que la pintura de Bacon es el revés de la figuración. En ella aparece lo que no está de frente. De una inversión similar surgió el cubismo con “Las señoritas de Avignon” de Picasso. Escuché que en cierta ocasión un niño se metió detrás de la gran tela de “El Guernica”, cuando estaba expuesta en El Casón del Buen Retiro. y colocó sus manos sobre la superficie y al frente se veía como la tela se abombaba. Mi hija me preguntó por qué el fondo de “las señoritas de Avignon” son telas plegadas. Creo que la respuesta está en que se trata del revés del cuadro trasladado al frente, como lo hizo el niño presionando la tela.
La abstracción nació también del revés del cuadro. En este caso fue Kandinsky quien vio una de sus pinturas puestas al revés y no entendió el motivo sino solamente un juego libre de planos y líneas.
Tengo las improntas en resina flexible del torso de “La Bachué”. Son el revés de la obra, lo cóncavo se convierte en convexo y lo convexo en cóncavo. La escultura es en piedra negra, estas improntas son blancas como las máscaras mortuorias de yeso. Tal vez el revés de nuestra existencia sea la muerte.