En el periódico digital “Kien y Ke” terminé lo que llamé la Serie “Magallanes-Elcano. Una Expedición Fatal” suficientemente ilustrado debido a que zarparon algo mas de 240 tripulantes en cinco Naos de la “Armada del Moluco” y regresaron el 6 de septiembre de 1522, después de haber circunnavegado el mundo, 18 personas con Juan Sebastián Elcano como capitán de la Nao Victoria. Tremenda hazaña que el poderoso Emperador Carlos V premió al navegante con Escudo de Armas y 500 ducados anuales. No he relatado que le ocurrió al capitán de la “Trinidad” Gonzalo Gómez de Espinosa, quien trató de regresarse al Darién, en el año de 1522, pero nunca lo pudo realizar al encontrar vientos y corrientes en contra y por supuesto al final fueron capturados por los Lusitanos, quienes ya tenían bases al sur de la India y reclamaban esos territorios de acuerdo al Tratado de Tordesillas, también ampliamente explicado en los relatos anteriores.
Debo registrar que leí un maravilloso libro titulado “Los Navegantes” del vasco Edward Rosset, donde nos habla nada menos y nada mas de Magallanes, Juan Sebastián Elcano, Andrés de Urdaneta y Miguel López de Legazpi, de manera amena, lo que me motivó de investigar los dos últimos personajes, que nunca mencionó nuestro cronista Pigafetta, pues en la vida los conoció.
Recordemos que Juan Sebastián Elcano, conocido como el “Marino de Guetaria” (de la provincia de Guipúzcoa), donde las aguas del Cantábrico golpean fuertemente los acantilados, volvió a casa a reunirse con sus padres y hermanos y empezar a prepararse para una nueva cruzada que iniciaría, como de hecho fue, en el año de 1525 en la llamada de García Jofre de Loaysa, campaña marítima española, con el objeto de colonizar las islas Molucas ricas en especiería, cuya propiedad era disputada por Lusos y Castellanos, sin saber a ciencia cierta en que longitudes se encontraban las mencionadas islas. Anoto que “…Magallanes, era mejor navegante que persona y García mejor persona que navegante”; García no tenia la menor idea de capitanear una empresa marítima de este calibre, pero era “sobrino” del altísimo preclaro dominico y hombre de Estado obispo Fonseca (¿recuerdan a Juan de Cartagena? ………… la historia se repite)
Aquí hago un paréntesis, con el fin de incluir en este corto relato, a un joven Guipizcoense, Andrés de Urdaneta, el cual se embarcó con Juan Sebastián Elcano, de quien aprendió náutica y cosmografía, también a observar y tomar nota de todo lo que veía y lo preparó como alumno al enseñarle el uso del imprescindible astrolabio y cuadrante, las estrellas, la corredera, la dirección e intensidad de los vientos, la dirección de las corrientes marinas, la composición de las algas, el comportamiento de las aves e incluso el ritmo de las olas, las costas y sus profundidades, la naturaleza de las islas del poniente, además aprendió a dibujar mapas ubicando las islas en las correctas latitudes y longitudes estimadas. Un amigo vasco de menor edad, llamado Miguel López de Legazpi, no pudo embarcarse debido a que se enfermó, pero reaparecerá 14 años después en el Virreinato de la Nueva España (México) como veremos más adelante.
La expedición en cuestión, estuvo formada por una flota de siete naves (cuadro) y 450 hombres, se hizo a la mar en la Coruña el 24 de julio de 1525. Como ya lo he mencionado, figuraban en ella dos de los más insignes marinos españoles de la historia: Juan Sebastián Elcano (comandante de la “Espíritu Santo” y segundo de la empresa), y el jovencísimo Andrés de Urdaneta.
El tesorero Hernando de Bustamante y el artillero Roldán, repiten expedición y sobrevivieron. Entre otras cosas, España resuelve dividir las funciones y a partir de este momento la “Casa de Contratación de Sevilla” se hará cargo de las Indias Occidentales (América), mientras que la “Casa Comunal de la Coruña” se hace cargo de las Molucas.
En pocas palabras se dice que esta expedición fue una cadena de desastres y solo la <Santa María de la Victoria> (otra Victoria……) llega a las Molucas, de las cuales ya conocemos su ubicación geográfica.
Según pasaban los días, era evidente que el capitán de la expedición estaba acusando el golpe de perder la armada. Enfermó de dos dolencias graves, una física y otra moral. De manera que García Jofre de Loaysa muere el 30 de julio de 1526 y sucede el mando como capitán general de la armada castellana a Juan Sebastián Elcano; Se habían hecho realidad sus sueños e ilusiones, pues de humilde marinero, por méritos propios y sin ayuda de intrigas ni recomendaciones, había alcanzado la cúspide de su profesión. Sin embargo, ese pensamiento se enturbió al pensar que toda su flota se reducía a una nao que, hacia agua, y de la que todos los días se arrojaba por la borda algún cadáver. ¡Triste nombramiento de algo tan patético!, ¡de una armada inexistente! Era como si el destino se mofara de él dándole algo que había ambicionado pero que no podría disfrutar. El vasco, el Marino de Guetaria, el Guipizcoense, rumió en silencio su amargura. Una semana después, el 5 de agosto de 1526, fallece al parecer de escorbuto, en ese mar del Sur, llamado Pacifico por Magallanes.
Continuará el 03 de junio del 2022.