La semana pasada, el miércoles 4 de enero, cuando apenas estábamos iniciando actividades, más o menos a eso de las 9 de la mañana, una noticia llamó la atención de los colombianos, los medios informaban de un espectacular incendio a las afueras de Bogotá, más exactamente en el Municipio de Cota, en la vía que va de la capital hacia Siberia por la salida de la calle 80, la cual permaneció cerrada por el peligro que suponía la emergencia.
Luego, supimos que se trataba de una fábrica de colchones, lo que aparentemente explicaba el tamaño de la conflagración, debido a las espumas y otros elementos que se utilizan en la fabricación de dichos elementos, la preocupación era muy grande, en primer lugar, porque no había certeza sobre eventuales pérdidas humanas, además, porque el fuego parecía muy difícil de controlar y cerca de allí había bodegas con químicos y estaciones de gasolina que podrían haber agravado la situación.
Después de varias horas de incendio, a pesar de la dificultad, gracias al heroico esfuerzo de los bomberos de Bogotá, la situación parecía estar controlada, en medio del caos, sobresalió una buena noticia, no se reportaban pérdidas humanas y la situación de quienes fueron trasladados a centros de salud era positiva.
Los medios seguían informando, intentaban descubrir las causas del incendio, por supuesto también los costos y consecuencias, entrevistaron al jefe de bomberos, a funcionarios públicos y a cuanto involucrado en el hecho podían conseguir.
Finalmente, nos contaron que la empresa de la que hablaban era Espumas Santafé de Bogotá .SA.S, con más de 32 años de servicio, responsable de los conocidos colchones Ramguiflex y Euromattress anunciaron entrevista al propietario, el señor Ramón Guisado.
La entrevista empezó normalmente, con la introducción del periodista, un pequeño resumen de la noticia, una breve descripción de la empresa, una sentida manifestación de solidaridad y la bienvenida al invitado, seguida de la primera pregunta ¿Don Ramón, cual fue la causa del incendio?
La respuesta del propietario a mí me conmovió, me emocionó, me llenó de orgullo, lejos de responder la pregunta hecha por el periodista agradeció las muestras de solidaridad de sus clientes, proveedores, medios y ciudadanía en general y, manifestó su enorme preocupación por los 450 empleados de la fábrica y sus familias, porque evidentemente declarada la pérdida total de la empresa, los empleos de estas personas pendían de un hilo.
El periodista prosiguió, indagó ahora sobre las pérdidas materiales, el sistema de incendio y el pago de seguros, Guisado nuevamente descrestó, describió que evidentemente era muy doloroso ver 32 años de trabajo hechos ceniza, contó que cuando empezaron lo habían hecho prácticamente de cero, y que estaban dispuestos a empezar de la nada nuevamente, que sabían como hacerlo, que el problema no eran él, su familia y sus socios, nuevamente el centro de su preocupación era como mantener los 450 empleos que estaban a punto de perderse.
Ramón Guisado, representa a la mayoría de los empresarios que yo conozco, lejos de los empresarios descritos por la izquierda radical, -más preocupados por repartir utilidades que cualquier otra cosa-, la mayoría de los empresarios colombianos se preocupan más por pagar cumplidamente su nómina, mantener a sus empleados en buenas condiciones y garantizarles un empleo con un ingreso digno.
No permitamos que estigmaticen más a los empresarios, no dejemos que injustamente los sigan convirtiendo en los enemigos del pueblo, sin ellos, Colombia no crece, no genera empleo, riqueza, ni valor agregado, son ellos quienes pagan impuestos que luego se invierten en infraestructura y política social.
Necesitamos más empresarios como Ramón Guisado, que generen empleo de calidad y menos políticos demagogos que generen odio y resentimiento.