En marcha, la política social más ambiciosa de la historia

El Gobierno del Presidente Iván Duque ha creado y puesto en marcha, en tiempo récord, la política social más ambiciosa en la historia de Colombia, y lo ha hecho en el año más difícil para la economía mundial desde 1929. A pesar del COVID-19, que ha afectado el crecimiento económico y el empleo mundial, perjudicando especialmente a América Latina (según la Organización Internacional del Trabajo), hoy la mitad de los hogares colombianos reciben una transferencia monetaria y para el 2021 se destinarán 100 billones de pesos para inversión social.

Con el Programa de Apoyo al Empleo Formal (PAEF), el Gobierno subsidia con el 40% del salario mínimo, 351.000 pesos, la nómina de cada trabajador de las empresas cuyas ventas han caído un 20% o más. El PAEF ya ha beneficiado a 3 millones 400 mil trabajadores, lo que representa un esfuerzo de tres billones de pesos que han llegado a 1.689 empresas grandes, 961 muy grandes y a 131 mil mipymes, importante destacar que estas últimas han recibido el 50% de los recursos. El Ejecutivo cuenta con el apoyo del Congreso para que ese programa se extienda hasta marzo del año entrante.

Esta medida, para sostener los empleos formales, para evitar que más trabajadores terminen despedidos por la crisis, consolida el verdadero ‘paquete de bienestar’ del presidente Iván Duque: el presupuesto para educación más generoso de nuestra historia, Ingreso Solidario, devolución del IVA a los más pobres, Colombia Mayor, y más beneficiarios de Familias en Acción y Jóvenes en Acción.

Con esto quiero hacer la siguiente claridad: es falso que el PAEF sea para los “grandes” o “ricos”, como algunos lo han dicho por simple oposición. El criterio para conceder la ayuda estatal es transversal, ya que cobija a cualquier empresa que certifique la pérdida, y es objetivo porque no se basa en el sector de la economía. Es equivocado argumentar que debía concentrarse en las mipymes porque son los mayores empleadores de Colombia. La verdad es otra, las empresas grandes tienen más empleados: el 1,2% de las compañías proveen el 66% de los puestos de trabajo.

Es también falso decir que al Gobierno no le importa la prima de servicios de los trabajadores. La propuesta de Duque es permitir a cada trabajador de las empresas que se vieron afectadas por COVID-19 recibir el apoyo estatal de 220 mil pesos de su prima en diciembre. El empleador deberá pagarlo en ese mes, y el Gobierno tendrá los tres primeros meses de 2021 para reembolsar esos recursos a las empresas. 

En lugar de instigar el odio de clases, que se basa en el resentimiento y la envidia, muchos líderes deberían aceptar que Keynes no ha sido olvidado por Iván Duque. El economista británico que tuvo el valor de abandonar la delegación de su país en Versalles en 1919, cuando esta no escuchó su alerta sobre los efectos adversos de las reparaciones punitivas con las que los ganadores de la primera guerra mundial castigaron a Alemania, ya no está vivo para confirmar si la política del Gobierno colombiano coincide con sus tesis. Pero la determinación del Presidente Duque para estimular la demanda de millones de colombianos aumentando el gasto, incluso mediante un préstamo a la banca multilateral, es un hecho que refleja keynesianismo puro y que fortalece nuestro Estado social.

El gasto social de Colombia en 2020 es solidario, no cicatero ni tacaño, como algunos han sugerido tratando de producir antipatía hacia el Gobierno, los mismos que reciben cualquier prueba de progreso con ira o falta de lógica. Esa inversión es focalizada porque sería un despilfarro, y muy injusto, dar parte del erario a quienes no lo necesitan, como parece que lo malentendieron quienes primero defendían una renta básica universal pero que terminaron reconociendo el valor del PAEF. 

Desde luego, todos queremos ampliar la generosidad del Estado para quienes enfrentan días complejos, incluso estudiar la posibilidad de convertir el PAEF en una medida de más de largo plazo, sujeta al cumplimiento de ciertos requisitos y, sin fomentar la informalidad, crear un programa que apoye a los trabajadores informales, ser más generosos con el sector turismo, el más golpeado de esta crisis. Hay que explorar formas responsables y audaces financieramente para lograrlo, recorrido en el que deberían participar los gobiernos locales, cuyos patrimonios también sirven al propósito de apoyar a los más vulnerables.

En cualquier caso, el diálogo con trabajadores y empresarios debe profundizarse, tiene que ser fraterno, hay alarmantes cifras de desempleo y según Fenalco agosto fue “otro pésimo mes”, calificación que muy seguramente comparten otros sectores y ciudadanos. En esta conversación hay que reconocer la urgencia de dejar atrás el aislamiento y perseguir la reactivación. El componente esencial y la condición para acrecentar la política social es el crecimiento económico que permite generar riqueza para sacar a más personas de la pobreza, crear más y mejores puestos de trabajo, y dotar a nuestras instituciones públicas con el presupuesto que soporta las medidas de bienestar.

Encima. Una buena noticia para el mundo es la firma de los Acuerdos Abraham entre Bahrein, Emiratos Árabes Unidos e Israel, que normalizan las relaciones entre estos países y son fuente de seguridad para Oriente Medio.

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