Si bien en los últimos tiempos se habla mucho de la salud mental, tal vez porque la pandemia la puso de manifiesto de forma más evidente, este ha sido de los problemas, enfermedades y síntomas más ocultos e incomprendidos.
Es un tema tan delicado y del cual no soy una autoridad, entonces me atrevo a compartir mis experiencias propias y mis reflexiones, sobre hechos que he tenido a la vista.
Hace cerca de 20 años tuve mi primer reto profesional gerencial importante en un momento de vida bastante temprano a lo que se acostumbra hoy; mis compañeros de comité directivo me llevaban entre 15 y 20 años y de manera inconsciente esto me supuso un enorme esfuerzo por la idea de que tenía de estar a la altura de ellos.
Mi mente empezó a trabajar a millón, me puse la tarea de estudiar más, tenía una libreta con ideas al lado de mi cama donde escribía entre mis sueños, viajaba semanalmente, dejé de dormir y empecé a notar algunas cosas extrañas en mi cuerpo que deliberadamente ignoré y, un día cualquiera, ante una situación pico de estrés, tuve un ataque de pánico, lo que hasta ese momento era un nombre completamente desconocido para mí.
Por fortuna, tuve ayuda cercana muy rápida, entendí las implicaciones, cumplí las recomendaciones y empecé un camino de cuidado que me permitió superar la crisis y tener alertas desde entonces, para detenerme cuando ciertos síntomas se presentan. No todas las personas pueden contar la misma historia; lo he aprendido en los últimos tiempos y esto me genera un profundo respeto, pero también gran responsabilidad como líder de personas.
Todos tenemos enormes presiones por el trabajo, por las labores del hogar, por la vida misma y también a veces nos ponemos otras, en nuestra carrera de llegar al que llamamos éxito. Pesos que a veces, sin balance, superan nuestra capacidad y parecen ser el lugar donde se pueden originar situaciones que afecten la salud mental. Y también hay otras condiciones de enfermedad mental que superan cualquier entendimiento para mí y no son objeto de este artículo.
Mi invitación acá, en el entorno del trabajo, es a estar muy atentos a nosotros y de las personas con las que trabajamos, sobre situaciones que pueden generar deterioro de su salud mental. Les doy algunas alertas para observar:
- Cansancio y agotamiento.
- Horarios de trabajo.
- La "batalla" por atender los requerimientos de los demás hasta el punto de descalificarnos.
- Comportamientos ansiosos, irritabilidad y respuestas emocionales reactivas.
- Nuestra autoconversación, las cosas que nos decimos, los pensamientos recurrentes.
- Algunos síndromes habituales del trabajo (impostor, pigmalión).
- Ideas negativas y recurrentes sobre nosotros y sobre el mundo.
Seguro hay más. Si algo como esto nos está pasando o lo notamos en el entorno que nos rodea, debemos encargarnos. Por eso aquí van algunas recomendaciones:
- Un coach o un mentor pueden ser un primer contacto fundamental para conversar. A veces poner fuera las preocupaciones o la forma como estamos tomando el trabajo libera presión y nos da opciones. Muchos psicólogos y psicoterapeutas realizan procesos de coaching.
- Ir al psicólogo, siempre es una buena recomendación. Así como vamos al médico para cuidar nuestro cuerpo, podemos cuidar la mente. No lo dejemos para cuando ya la situación se salga de control.
- Buscar el balance, siempre, luego de largas jornadas/temporadas de trabajo, importante buscar como descansar.
- Descansar mentalmente es salirnos del mismo tema. Pasemos del tema del trabajo al de la casa, a un buen libro, el arte, la música, etc. ¡Pensemos en otras cosas!
- Cultivemos una vida rica: amigos, familia, aficiones, cuidemos de nuestro sueño.
Y procuremos tener una mirada optimista de la vida. El optimismo es compatible con una mirada realista de los problemas.
En lo personal, me ha servido leer, aprender a meditar, crecer en mi autoconsciencia, escuchar experiencias de otros. Conozco personas maravillosas y valientes que han pasado por situaciones que las han llevado a tener que desconectarse y parar o que al no parar han llegado a Burnout, a situaciones más complejas. Esto ha despertado todas mis alertas.
Cuidémonos y estemos atentos de los otros. Buscar ayuda profesional no es debilidad. Tener un reto de salud mental no nos descalifica como profesionales.
Hay mucha literatura disponible en internet si quieren saber más. Les recomiendo el último que tengo en mente, que me parece de fácil entendimiento y de rigor académico: Cómo hacer que te pasen cosas buenas (Marian Rojas Estapé, 2019) y otro muy práctico: Ansiedad para Dummies (Charles H. Elliott; Laura Smith, 2016) que me acompaña para entender qué me pasa y que me ayuda a no recaer.
¿Cómo están? ¿Han tenido un poco de reflexión mientras leen? Solo quiero llamar su atención e invitarlos a aprender más. Este es un tema muy importante para ejercer el liderazgo. Estar atento, cuidarse e invitar a otros a hacerlo, puede incluso salvar una vida.