Homenaje a Alejandro Cuéllar

Alejandro Cuéllar Suárez nos dejó muy pronto. A sus 34 años, fue un cocinero que logró reconocimiento y se convirtió en un embajador de la cocina colombiana en el exterior. Dueño del restaurante Canasto Picnic en Bogotá, de la empresa 5 Sentidos Catering y socio de El Pantera Taquería.

Conocí a Alejandro en un festival gastronómico en Ramiriquí, un pueblito en Boyacá llegando a Tunja. Nunca había oído hablar de este municipio, pero allí se realizaba en el mes de julio, el Festival de la Chicha y el Maíz. Este evento era apoyado por la Red de Eventos Gastronómicos con la cual veníamos trabajando y decidí ir a conocerlo. Ese día, me lo presentaron, recorrimos la feria, me dio a probar productos que le habían gustado y al final “me dio lora” como se dice coloquialmente, durante una hora, por cómo se habían trabajado unos proyectos desde gobierno, sin yo tener mucho que ver.

En ese momento yo trabajaba en ProColombia, la agencia de promoción del gobierno, en el área de Mercadeo para Turismo y empezaba a trabajar temas de gastronomía con Marca País Colombia. Le propuse hacer borrón y cuenta nueva y empezar a trabajar juntos y así fue.

Ese año, 2017, se realizaba en Colombia, la ceremonia de los 50 Mejores restaurantes de Latinoamérica y Alejandro quería hacer la fiesta de cierre.  En 2 días organizó la fiesta; la hizo en su casa, y allá llegaron más de 200 invitados de diferentes partes de Latinoamérica. Consiguió buses para llevar a la gente desde el lugar del evento a su casa, vinculó a marcas para que se sumaran y no falto música, comida o trago. Ese día varios chefs estuvieron a cargo de la comida entre ellos Alejandro Gutiérrez, Jennifer Rodríguez, Alex Salgado. Recuerdo que el plato de Alejandro eran unas hamburguesas de pan de bono. ¡Deliciosas!

Recuerdo que estaba feliz, se disfrutó la fiesta como nadie. Se encargó personalmente de invitar a sus colegas y de que hubiera una sola fiesta. Y así fue con otras iniciativas.  Alejandro se echaba al hombro los eventos, así no fueran de él. Así paso con eventos como el Bogotá Wine and Food Festival, el Festival Chía Gastronómica o Sabor Barranquilla por mencionar algunos. En estos eventos, hacía las veces de relacionista público, comunicador, influenciador, anfitrión e incluso pasó que alguna vez terminó presentando algún plato de su vajilla, que tenía unas muy lindas.   Siempre estaba dispuesto a ayudar. Siempre buscó sumar.

Uno de los momentos que nunca olvidaré fue su participación en el evento del 20 de julio de Marca País Colombia el año pasado. La campaña que queríamos hacer para celebrar nuestra independencia era un Facebook Live de 8 horas de Cocina Colombiana. Era la primera vez que se hacía algo igual en Colombia, y el reto era enorme, por el tema tecnológico. Apenas le contamos a Alejandro, fue el más emocionado. Le propusimos tener su espacio y ser el presentador oficial del evento. No solo aceptó, sino que buscó sumar más gente y aportó muchas ideas. Consiguió patrocinios, y hasta el lugar donde se iba a hacer el evento. Cuéllar para este evento, quiso hacer un plato típico en honor a los cofanes, una cultura indígena ancestral que habita en el Putumayo y que había visitado recientemente; creo que ese viaje le cambió un poco la vida.  El evento fue un éxito y Alejandro y su papá Enrique estuvieron hasta el último minuto. No les importó que era festivo ni que llevábamos más de 10 horas de trabajo.

Alejandro decía que para que la cocina colombiana se diera a conocer en el mundo, necesitábamos que más restaurantes en el mundo empezaran a vender o inspirarse en nuestros platos típicos como pasó con otras cocinas como México, Perú o Corea. Yo le insistía que necesitábamos más chefs colombianos que montaran restaurantes fuera del país y que él tenía que irse a montar un restaurante en Nueva York. Me decía: ¿Por qué yo? ¡ni loco me voy! ¡Yo quiero estar en Colombia!

Hace poco me llamó a contarme que le habían ofrecido montar un restaurante en Nueva York, y que no sabía qué hacer. No podía creer que yo le había dicho hace unos años que tenía que hacerlo.  ¿Lo habría hecho? Nunca lo sabremos. Pero estoy segura que hubiera sido un éxito y se habría convertido en una embajada más de Colombia en el exterior.

Dicen que los homenajes deben hacerse en vida. Pero en este caso Alejandro Cuéllar nos dejó muy pronto. ¡Harás mucha falta, Alejo. Estarás presente en todos los festivales y eventos gastronómicos del país y en los pensamientos de las personas que te conocieron! Yo por mi parte seguiré trabajando en este sueño de promover la cocina colombiana. Quise hacer esta primera columna como un homenaje a Alejandro que se merece todos los reconocimientos que no alcanzó a tener en vida.

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