Colombia ha vivido muchos años de triste y desmedida violencia, hemos sido victimas de diversos grupos armados al margen de la ley, como la guerrilla, los paramilitares, las bandas criminales, los combos, y un sin numero de organizaciones violentas, todas con un denominador común, el narcotráfico.
Las causas de la situación que vivimos son muchas; la desigualdad, la falta de oportunidades, deficiencias del sistema educativo, corrupción, familias rotas, ausencia del Estado, en fin, parece haber tantos violentos como razones para serlo, eso sí, ninguna justifica la violencia.
Hace varios años acompañé, siendo un joven universitario, una visita de verificación de derechos humanos a la cárcel la modelo, uno de los pabellones que visitamos fue los de máxima seguridad, allí me impresiono el estado estructural de la cárcel, pero sobre todo las condiciones de reclusión, con angostos corredores, viejas construcciones y espacios fríos y húmedos.
Al entrar a una de las zonas comunes de un grupo de celdas vi en un rincón, a un hombre bastante mayor sentado con una cobija sobre las piernas y la mirada perdida al horizonte, no sabia quien era ni que había hecho, pero no pude dejar de sentir pena por ese hombre mayor que se veía en una situación precaria.
El director de la misión se acerco al hombre de blanca y tupida barba “Quiubo hombre, ¿usted como esta?” luego de un segundo, centró la mirada y respondió “mal ministro, me duelen mucho las piernas, el ejercito nos persiguió varios días a pie y se me acabaron las rodillas”. Sentí todavía más pesar por ese hombre mayor a quien se le notaba el dolor en la mirada, siguieron hablando un momento sobre la atención medica que recibía y sus condiciones de reclusión.
Luego de un rato el ministro hizo otra pregunta que llamo mi atención, por fin tenía una pista de quien era el viejo misterioso que me daba tanta lastima “¿hombre y usted como llego a la guerrilla?” “ministro, cuando yo apenas era un niño vi como mataron a mi papá y a mi hermano en la puerta de la casa, ese día jure sobre el cadáver de ambos que seguiría en la lucha guerrillera hasta que me cogieran o me mataran” una historia terrible que a cualquiera estremece, un hijo mas de la violencia en Colombia.
Cuando salimos de la cárcel le pregunte al ministro “Qué pesar ese viejito, ¿Quién es?” la respuesta fue demoledora, tengo que confesar que con ella perdí cualquier simpatía, sentimiento de pesar o consideración con él “¿Cómo que quien es?, pues Martín Sombra, uno de los peores y mas sanguinarios delincuentes de las FARC” respondió.
Luego de mucho pensarlo concluí para mí, que se podía sentir simpatía y lastima por ese niño que vio morir a sus seres queridos, que nunca obtuvo justicia y que, para mí, se volvió una causa perdida, un hombre que sin importar que, siempre seria un violento, y fue ese hombre en el que se convirtió con el que no se podía sentir pesar o consideración, porque nada justifica lo que hizo, porque merecía estar en esa cárcel y pagar por todos y cada uno de sus crímenes.
Que mal ejemplo da la impunidad, solo genera nuevos y muchos “Martín sombra” gente que toma la justicia por sus manos y revictimiza a cientos de colombianos más, haciéndonos entrar en una espiral de violencia de nunca acabar, solo con justicia acabamos la guerra, por que solo con un castigo real y ejemplarizante, las víctimas, como el pequeño Martín, pueden seguir su vida de forma positiva y productiva.
Cuando era representante a la cámara de oposición al gobierno de Juan Manuel Santos discutimos el marco jurídico para la paz, herramienta con la que finalmente sacaron adelante el proceso con las Farc, hoy todo lo que advertimos finalmente pasó, impunidad para el secretariado, participación en política de los peores delincuentes, no reparación de las víctimas, aumento de los cultivos ilícitos, del narcotráfico y por lo tanto de la violencia.
En esa discusión presente una proposición, de esas que dan tranquilidad de conciencia, obviamente fue negada por el entonces ministro Cristo. Ningún reinsertado de las Farc que reincidiera en la violencia podía ser sujeto de ningún nuevo proceso de indulto, amnistía o tratamiento penal diferenciado.
El Gobierno de Petro quiere hoy nuevamente iniciar un proceso de “paz total” con todos los sectores en armas, el error que cometerá para mí será el mismo, paz basada en impunidad, lavado de activos y permisividad con el narcotráfico.
Entre los grupos beneficiarios de la “paz total” están las disidencias de las Farc en cabeza del dos veces desertor de “la paz” Iván Márquez, a quien Petro, por tercera vez le regalará impunidad, siendo un terrible ejemplo para nuevas generaciones de violentos que saben que la justicia tampoco operara para ellos, como jamás opero para Márquez.
Que distinto habría sido todo si la arrogancia y la aplanadora de “la paz” de Santos hubiesen aceptado mi proposición.