La exclusión de James Rodríguez, de la selección nacional, genera un quebradero de cabeza para entender razones, decisiones y aceptar soluciones.
Todo tan complejo.
Conduce, la abrupta salida del futbolista, a un severo castigo por parte de los aficionados, en casos enceguecido y desbordado, porque al margen de consideraciones tácticas y técnicas, lo descalifican, lo maltratan y lo irrespetan con desconocimiento a sus valiosos aportes del pasado.
Hay quienes dudan del profesionalismo del mediocampista nacional, o su evidente pérdida de amor por el fútbol y su desgano actual para competir.
Messi, fulminado por las críticas, después de cada torneo, celebra con alborozo no disimulado, al igual que Cristiano Ronaldo y Neymar, cada una de las invitaciones a formar parte de los procesos con su selección.
Para ellos, es lo máximo. Para el 10 colombiano, lo fue hasta hace poco.
No es una huida calculada, ni un despido para siempre. Sus convocatorias en el futuro, porque las habrá, originarán expectativa y excitación. Pero si es una prueba de fuego, arriesgada, para medir el temple del entrenador Rueda, a la hora de recomponer el camerino.
Hace poco James, en uno de sus estudiados discursos lejos de la prensa, afirmó que próximo está su retiro.
Esto, sumado a su irregularidad, sus constantes lesiones y algunas incoherencias en su comportamiento en el vestuario de Colombia, donde se pensó el dueño, crea la sensación de que ya no saborea, como antes, rivalizar a favor de Colombia.
Es una lástima, porque indiscutida es su calidad y su influencia, cuando está en forma, en el juego del equipo.
Como olvidar sus destrezas del pasado. Las alegrías que produjo en la selección. Pero cómo entender su postura actual, tan poco comprometida.
Varias veces llegó a las convocatorias de Pekerman, incluido el mundial de 2018, en proceso de recuperación, sin expresar desaliento.
Pero ahora, no oculta que lo está absorbiendo lentamente la vida pública, lo que empequeñece su pasión por competir, algo inaudito por su edad, cerca de los 30, cuando las figuras del mundo del balón están en su apogeo.