Juan Manuel Díaz

Empresario bogotano, Contador Público y Especialista en Gerencia de impuestos y entidades territoriales de la Universidad Externado de Colombia. Ha trabajado por más de 10 años en pro de la seguridad y la movilidad de la capital del país.

Juan Manuel Díaz

Bogotá: entre las llamas y la crisis ambiental

"Estamos siendo consumidos por las llamas, un fuego que sigue arrasando más de 13 hectáreas, no sabemos si por un pirómano o la furia descontrolada de la naturaleza. En este escenario apocalíptico, Bogotá se encuentra en un estado de emergencia ambiental, con incendios forestales devorando nuestro pulmón verde. La tragedia se manifiesta en la columna de humo que se eleva sobre la ciudad, un grito silencioso que clama por atención y acción inmediata. ¿Cómo hemos llegado a este punto crítico? Las llamas no solo consumen árboles, sino también nuestra tranquilidad y la integridad de nuestra ciudad. "

En la lejanía de Bogotá, las montañas se han convertido en el escenario de una contienda  entre las llamas desenfrenadas y la voluntad incansable de cientos de héroes anónimos. Los incendios forestales han transformado la calma de la naturaleza en un espectáculo apocalíptico.

Las llamas devoran los bosques, dejando un rastro de desolación. En medio del caos, emergen 381 voluntarios decididos, dispuestos a enfrentar al enemigo ardiente. Sus nombres, quizás desconocidos, son los protagonistas de esta epopeya. Las cifras cuentan la historia: 381 almas valientes, Muchas hectáreas consumidas por las llamas voraces, y el incansable esfuerzo de bomberos, la Cruz Roja y el IDIGER que han movilizado recursos para enfrentar el desastre.

Los antecedentes de incendios en Bogotá son alarmantes. Entre 2010 y 2022, el IDIGER ha registrado más de 7,500 eventos forestales, con el año 2019 marcando un récord de 39 incendios forestales. El mapa de Amenaza por Incendios Forestales revela que el 31% del territorio de Bogotá enfrenta una amenaza alta, principalmente debido a las elevadas pendientes y la densa vegetación.

Bogotá,  está enfrentando una amenaza devastadora. Según el Instituto Distrital de Gestión de Riesgos y Cambio Climático (IDIGER), se han registrado más de 237  incendios que han consumido más de 12 hectáreas de bosques y áreas verdes en lo que va del año. Ante este escenario crítico, la ciudadanía se ve urgida a tomar medidas inmediatas para protegerse. Las autoridades recomiendan el uso de tapabocas como medida para mitigar los efectos del humo, pero la prevención no puede recaer solo en acciones individuales; es esencial un compromiso colectivo.

¿Por qué esta amenaza de incendios forestales se ha vuelto recurrente en Bogotá? Factores como condiciones meteorológicas extremas ligadas al fenómeno de El Niño y la exacerbación provocada por el cambio climático se entrelazan con prácticas humanas, como la quema de basura y la deforestación.

Entre las causas que alimentan este infernal escenario, la presencia de pirómanos y posibles criminales que han encendido intencionalmente el fuego se revela como una llaga abierta en la piel de Bogotá. La acción maliciosa de individuos irresponsables, carentes de empatía por la vida y la naturaleza, ha contribuido significativamente a la expansión de las llamas. Este hecho no solo agrega una capa adicional de tragedia a la situación, sino que también destaca la necesidad de una mayor vigilancia y sanciones más severas para aquellos que ponen en peligro la integridad de la ciudad y sus habitantes.

Aunque entre las cenizas, se erige la figura de Carlos Fernando Galán, el Alcalde de Bogotá. Su liderazgo ha sido crucial en la gestión de la emergencia. Aplaudimos sus medidas resaltando las dificultades que ha presentado, puesto que ¿Cómo es posible que Bogotá, a pesar de su grandeza, carezca de los recursos necesarios para enfrentar incendios de tal envergadura?

Agradecemos las acciones del alcalde, pero la insuficiencia estructural se revela. La falta de bomberos especializados, helicópteros y equipamiento adecuado señala una vulnerabilidad que necesita abordarse a nivel nacional.

 Es un grito de auxilio, una llamada a la acción del Gobierno Nacional. La inversión en capacitación, equipamiento y personal especializado es imperativa. ¿Cómo puede una ciudad tan grande carecer de una fuerza de bomberos preparada para enfrentar la furia de la naturaleza?

Los números revelan una verdad incómoda. Pocos helicópteros para combatir incendios forestales están disponibles en Bogotá, una cifra insuficiente dada la magnitud de los desafíos actuales. La capacidad limitada para responder a emergencias de este tipo plantea la pregunta ineludible: ¿El Gobierno Nacional está verdaderamente preparado para enfrentar los estragos del cambio climático?

Es de rescatar como en medio de la tragedia, la solidaridad brilla. Voluntarios, bomberos, Cruz Roja y el IDIGER trabajan incansablemente, arriesgando sus vidas para proteger la ciudad. Agradecemos sus esfuerzos, pero también exigimos una reflexión sobre el mal cuidado que le estamos dando a nuestro medio ambiente.

La responsabilidad de prevenir estos incendios se comparte entre la ciudadanía y las autoridades. Desde evitar arrojar cigarrillos encendidos hasta reportar posibles focos de fuego a las autoridades, la participación activa de la población es crucial.

La actual crisis destaca la falta de conciencia colectiva sobre la importancia de preservar nuestros ecosistemas. Se hace evidente la necesidad de campañas de educación ambiental, ya que la mayoría de estos incendios son resultado de actividades humanas irresponsables.

Por otro lado , la gestión de estos incendios ha evidenciado una falta de planificación y recursos suficientes para enfrentar emergencias ambientales de tal magnitud. La repetición de estos eventos señala la necesidad de un enfoque más integral en la gestión de riesgos y la implementación de políticas de conservación y sostenibilidad.

Esto nos recuerda la importancia de la prevención, la inversión en infraestructura y la necesidad de contar con un cuerpo de bomberos nacional robusto. Que estas páginas no solo registren la tragedia, sino que sirvan como un llamado urgente a la acción. El país no puede permitirse ser vulnerable frente a la naturaleza; es hora de fortalecer nuestras defensas y proteger el pulmón verde que nos rodea.

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