Es claro que la pandemia por el coronavirus y las necesarias cuarentenas implementadas para frenar su propagación han tenido un alto costo para la vida de las personas: el encierro forzoso en casa, la pérdida de empleo para muchos, la incertidumbre en cuanto a la situación económica por los efectos económicos de la resultante crisis, el empeoramiento de la condición de vulnerabilidad de muchas personas, la inseguridad, el aumento del delito, la dificultad para estudiar o trabajar virtualmente, entre otros. En su conjunto, factores que han puesto en evidencia los efectos a nivel social y económico que la pandemia está teniendo. Sin embargo, hay otro costo para la vida de las personas, el cual es producto de la sumatoria de todos los anteriores así como de la pandemia misma; este costo no es otro que los problemas de salud mental que, como la pandemia y sus efectos a nivel socioeconómico, están teniendo un impacto y, en los años por venir, seguirán teniéndolo, de modo que podría aumentar en magnitud los daños producto del coronavirus.
Según la Organización “Our World in Data” de la Universidad de Oxford, antes de que ocurriera la pandemia, la situación de la salud mental a nivel mundial ya tenía una naturaleza preocupante. De hecho, para 2017 alrededor del mundo había al menos 792 millones de personas con algún problema de salud mental, siendo la depresión y la ansiedad los principales trastornos. En Colombia, según un artículo publicado por El Tiempo, para ese mismo año se había observado que al menos un 4.7% de los colombianos presentaba algún problema de salud mental y, en Bogotá, según un estudio realizado en la misma anualidad por la Secretaría Distrital de Salud y la Organización Panamericana de la Salud, la depresión y la ansiedad presentaban una manifestación notable en los habitantes de la ciudad, especialmente en los mayores de edad, las mujeres y las personas de estratos medios y bajos.
Ahora bien, el año 2020 y la nueva realidad que ha traído consigo la emergencia ha exacerbado los trastornos emocionales ya existentes, e incluso, han aparecido en casi toda la población. En esta línea, según declaraciones del director del Departamento de Psicología de la Universidad del Valle, la naturaleza disruptiva e inesperada de la pandemia, junto con el alto nivel de incertidumbre, hacen que tenga un efecto traumático sobre las personas, al ver que la cotidianeidad que tenían antes fue abruptamente interrumpida y transformada. Por consiguiente, esta suma de factores hace que emerja una depresión, la cual también tiene lugar por las sensaciones de pérdida en la libertad de desplazamiento, la pérdida de los espacios e interacciones sociales, la posibilidad de tener actividades recreacionales, el agotamiento físico y mental, la desmotivación, el menor rendimiento estudiantil, la pérdida del empleo o de la estabilidad. Así mismo, las pérdidas familiares por cuenta del Coronavirus, el miedo a contraerlo o a que algún familiar lo padezca y el miedo a morir también juegan un papel importante en el surgimiento de casos de depresión.
En este escenario la ansiedad es otra patología que está en aumento dada la incertidumbre y el miedo. De esta forma son muchos y variados los trastornos mentales que se pueden desatar como resultado de la pandemia, tales como el insomnio, conflictos, problemas en las relaciones interpersonales precisamente por el miedo al contagio y a la incapacidad de asimilar la información de forma más emocional y menos racional.
Sin embargo, uno de los resultados más trágicos de los problemas de salud mental son los suicidios, los cuales también han sido un motivo de alarma en Bogotá en los años previos a la pandemia, y en la actualidad revelan cifras preocupantes. Según los últimos Boletines Epidemiológicos del Instituto Nacional de Salud, en la semana del 19 al 25 de julio se presentaron 55 casos de intentos de suicidio en Bogotá y en la semana del 26 de julio al 1 de agosto se registraron 41casos, reportando un total acumulado para el año 2020 de 1.640 intentos de suicidio, cifra que supera en más de un 30% al que las entidades de salud proyectaban, que correspondía a unos 1087 casos.
Así, los bogotanos vienen presentando unos niveles considerables de problemas de salud mental por cuenta de la pandemia. Según un estudio realizado por la Veeduría Distrital y publicado hace un par de días, el 52% de los bogotanos ha sentido angustia, y el 59% ha sentido ansiedad por cuenta de la actual coyuntura. Adicionalmente, según la investigación “Salud Mental y resiliencia en adultos jóvenes (18 a 24 años) durante el aislamiento por la pandemia”, en Bogotá el 68,1% de los jóvenes encuestados presentó diferentes niveles de depresión, el 53,4% reportó niveles de ansiedad, el 49,8% respondió que la pandemia ha afectado mucho sus vidas y el 42,2% que lo ha afectado de una u otra forma. Esta situación ha llevado a un aumento en el número de contactos por parte de la ciudadanía a la Línea Piénsalo, la Línea 123 y la 192.
De este modo, a la luz de la situación en la pandemia y la post pandemia se hace imperante priorizar la salud mental como un tema de salud pública, casi al mismo nivel de la pandemia misma. Simplemente, si los efectos de la salud mental sobre los individuos, la familia, la sociedad y la economía misma son fuertes, dichos efectos serían aún más considerables cuando llegue la llamada “nueva normalidad”. Por ello, velar por la salud mental de los bogotanos también puede contribuir a prevenir y reducir las secuelas económicas y sociales de la pandemia; hacerlo oportunamente puede reducir el “estrés” al sistema de salud Distrital, la hipotética comorbilidad entre el coronavirus y los problemas de salud mental, y contribuir a la resiliencia de los ciudadanos frente al futuro.