
En medio del clima preelectoral que comienza a tomar forma con miras a las presidenciales de 2026, dos trinos han generado revuelo en la opinión pública y entre las filas del uribismo. Por un lado, el abogado y precandidato Abelardo De la Espriella hizo una enfática proclamación en redes sociales, asegurando que el expresidente Álvaro Uribe Vélez lo acompañará como Ministro de Defensa si gana la presidencia. Del otro lado, Uribe respondió con un mensaje tajante y cargado de contenido político y judicial.
“Un expresidente le puede decir que no a un candidato, pero un expresidente no le podrá decir que no al presidente electo”, escribió De la Espriella, agregando que su eventual llegada al poder implicaría la derrota de “el tirano”, en clara alusión al actual presidente Gustavo Petro. Finalizó su mensaje diciendo que Uribe debería asumir el Ministerio de Defensa como un “llamado de la Patria”.
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¿Por qué Abelardo de la Espriella dijo esto?
Sin embargo, semejantes declaraciones las dijo por un trino de Uribe que tenía un tono más serio y defensivo publicado en la mañana, donde deja claro que no está dispuesto a participar en una fórmula vicepresidencial ni a encabezar ningún cargo de gobierno.
“No puedo considerar ser candidato a la vicepresidencia. No seré yo quien le cree al país una discusión institucional, justamente ahora que buscan acabar con las instituciones”, aseguró. Además, aprovechó para denunciar lo que considera una “politización de la justicia”, al referirse a un proceso judicial en su contra.
Uribe señala que el exfiscal Montealegre, a quien califica como su presunta víctima, contrató en el Ministerio a la esposa de un fiscal que llevó a prisión a su hermano Santiago Uribe. A su vez, este fiscal sería cercano a Leónidas Bustos, uno de los protagonistas del escándalo del “Cartel de la Toga”.
La tensión entre estos dos mensajes pone sobre la mesa varios debates: el rol de los expresidentes en la política activa, la independencia judicial y el tono radical que algunos precandidatos están tomando para agitar a sus bases. Mientras De la Espriella encarna una narrativa de “salvación nacional”, Uribe parece resistirse —al menos por ahora— a regresar al protagonismo institucional.
Ambos trinos anticipan una campaña polarizada, cargada de simbolismo patriótico, tensiones jurídicas y discursos de confrontación.
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