A más de una semana de las elecciones legislativas, se evidencia la poca legitimidad del actual sistema electoral colombiano y se pone al descubierto un retroceso democrático, con los pobres e irregulares resultados que hasta hoy se conocen, en medio una de las jornadas más decisivas en la historia de Colombia.
El pacto, que hoy se cree, señor y amo, por una supuesta contundente victoria, se adjudica miles de votos, como salidos de un sombrero de mago, que deben ser vistos con lupa, porque no es normal que en las mesas en donde muchos colombianos marcaron en blanco o catalogados como nulos, luego fueran trasferidos a esta colectividad de forma inexplicable. Aquí está en juego el Estado de derecho y la democracia de Colombia.
Los formularios electorales dan muestran de las inconsistencias: Enmendaduras, cuentas mal sacadas y tachones. Adicionalmente unos jurados, que a simple vista, no tenían una preparación adecuada y un software que no funcionó como lo previeron ¡Esto nos deja claro que todo estuvo mal!.
Quedaron demostradas las falencias y vulnerabilidad de un sistema, que hoy tiene en una encrucijada, al registrador de turno, Alex Vega , quien días antes de las elecciones se ufanó de decir "Aspiro a que Colombia se acueste con el preconteo al cien por ciento y toda la digitalización de las actas", nada más alejado de la realidad, como cuando hace pocos días reiteró que en el sistema electoral actual, no se puede hacer ningún tipo de fraude.
En un momento tan decisivo para Colombia, no podía haber lugar para este tipo de errores tan trascendentales. Estamos ad portas de una elección presidencial en la que los que se hacen llamar progresistas, desconocerán un resultado desfavorable para ellos. De manera que si no logran la victoria, se escudarán en un nuevo fraude, que consecuentemente traerá una ola de protestas para desestabilizar nuestra nación.
No sería extraño, pues ya hemos sido advertidos que los que promulgan el cambio, se valen de la demagogia para polarizar, promueven la política del odio y actúan de forma violenta, como en el paro donde surgió la detestable primera línea o en el más reciente incendiario episodio de encapuchados dentro de la Catedral Primada de Colombia, que irrespetaron la fe católica, que muchos profesamos.
Hago un llamado a las entidades competentes, para que se aseguren de que haya claridad, con suma urgencia, en los resultados de las legislativas, que el reconteo sea riguroso e inmediato y de esta manera se garantice un proceso confiable y transparente, para las próximas elecciones presidenciales.