Esta es la simple historia
de un singular muchacho,
actuando siempre a lo macho
en búsqueda de su gloria.
Años 2000 a 2009. En el primer día del año 2000, un saludable muchacho viene al mundo en el hogar de Leocadia, su madre, costurera, y Sifrónides, el papá, carpintero y buen lector, quienes coinciden en bautizarlo Janvier-Newyear por dos motivos muy precisos: Janvier, por homenajear en francés al mes de enero, y Newyear, ‘nuevo año’ en homenaje al año que comenzaba. No era sorprendente en la casa, pues los restantes hijos se llamaban Istmina, la única hermana, Geofroncio, Malimón y Pertinello.
Era una familia de recursos económicos limitados, donde, pese a ello, no faltaba nada esencial y sobraba el buen humor, que empezó a verse afectado por las rabietas de padre y señor mío del recién nacido, que lloraba y gritaba sin descanso, por lo cual Sifrónides le daba unas “pelas” contundentes. Con las rabietas y pelas fue creciendo hasta cuando lo enviaron a un pre-kínder, en el que seguía con las pataletas y quería quedarse con los juguetes y las cosas de otros niños, razón para que la maestra lo regañara y le pegara en las manos con una regla mientras le decía, severa: “¡Eso no se hace, Janvier-Newyear!”.
En 2007 entró a una escuela cercana. Ya de ocho años, en 2008, se quejaba en clase de que no hubiera piscina y cancha de fútbol como sí tenían en el colegio donde estudiaba un primito, tema que uno de los maestros aprovechaba para comentar que no había piscina ni cancha porque “eso es solo para los colegios de los ricos, que se roban toda la plata y no quieren que los pobres progresemos”. Y criticaba a Álvaro Uribe, presidente desde el 7 de agosto de 2002, contra quien hablaba casi a diario. Entre tanto, la personalidad de Janvier-Newyear se proyectaba tal cual: peleador, indisciplinado, altanero, amigo de pegarles y quitarles a sus compañeritos alguna cosa porque sí. Era el terror de los niños.
Lo que pasó con Janvier-Newyear sólo lo sabe la ficción…
Años 2010 a 2019. A estas alturas, iba ya camino del bachillerato, que empieza en 2012 en un liceo mixto, donde recuerda los comentarios del maestro de primaria sobre los colegios privados, los ricos y Uribe (que había finalizado la presidencia en 2010). Comentarios comunes en otros profesores del liceo, que parecían coordinados: unas veces, uno les decía que Uribe había matado a muchos campesinos y obreros, y mostraba fotos que lo “probaban”. Otras veces, una profesora negra, con el pelo alborotado, alborotaba a las alumnas afirmando que Uribe había ordenado asesinar a “afrodescendientas” y sostener que eran guerrilleras. O un profesor gay se ponía rojo gritando en clase que Uribe era el enemigo público número uno de los colombianos, en especial de las minorías.
Janvier, como ya lo llamaban, llegaba a la casa y compartía con los papás lo que oía sobre el expresidente, pero ellos le aconsejaban no creer todas las cosas que decían, aunque para él era un gusto oír esas cosas. Como también lo era molestar a las chicas: les levantaba la falda, les abría la blusa, les tocaba los senos, les dañaba los pintalabios, les inspeccionaba las mochilas, etc. El terror de las niñas.
Año 2020… Tras finalizar un accidentado bachillerato, en 2019 entra a una universidad pública para estudiar sociología, y se convierte en un vigoroso reproductor y adaptador de las ideas de sus profesores. Ahora, claro, expresadas en un lenguaje propio de quien hace parte de un grupo ideológico opuesto al sistema, a los ricos, a Uribe y demás líderes “de la oligarquía y la esclavitud”, como Janvi –su nombre de guerra– dice en las arengas.
En el grupo propone cerrar vías, derribar estatuas, “ahorcar” muñecos que representen a Uribe y Duque, quemar fotos de estos y de empresarios, y compone letanías para que las compañeras griten en coro y desnudas por las calles: “¡Nuestras tetas/ no son chupetas!”, “¡Estos cuerpos/ no son pa’ puercos!”, “¡Les dejamos nuestras cacas/ a los putos oligarcas!”. Y otras: “¡Uribe, asesino,/ está escrito tu destino!”; “¡Duque, bandido,/ el pueblo anda ardido!”. Incluso sugiere solicitar un avión fantasma a Cuba para bombardear la Casa de Nariño y la casa del expresidente Uribe. Y lanzar paracaídas en sitios estratégicos con múltiples bombas incendiarias. Y usar drones “populares” para dispersar gases paralizantes sobre la policía. El terror de los ciudadanos.
Pero…, ¡cosas del destino!, a mediados de 2020 Janvier-Newyear empezó a pensar distinto… ¿Fue amenazado? ¿Se volvió evangélico? ¿Se deprimió con la pandemia? ¿Se decepcionó de todo y de todos? ¿Se lo pidieron los papás? ¡La ficción tiene la palabra!
* Historia basada en hechos reales con incrustaciones fantasiosas traídas de los cabellos.
INFLEXIÓN. El día en que en Colombia la realidad no refleje y supere a la ficción, Colombia dejará de ser lo que hasta ahora ha sido.
Por: Ignacio Arizmendi Posada
7/11/20