La guerra comunicativa

Los mandatarios se juegan toda su reputación en esta pandemia, dependerán de la gestión, pero muy particularmente de la forma en que la comunican. Después de 10 meses de esta batalla, se puede hacer un análisis más detallado. Es la guerra comunicativa.

Y no es exagerado acuñar la palabra guerra. Los estragos de la peor crisis sanitaria en cien años, son demoledores. Y se debe acertar con capacidad quirúrgica en la comunicación. 

El presidente Iván Duque es el referente número uno en medio de esta batalla contra el virus. Su principal arma de información es un programa diario de televisión. Recientemente en diálogo con Noticias Caracol, el mandatario precisó que mientras persista la pandemia, el espacio continuará al aire. Pero aún esperamos una gran ofensiva comunicacional.

La vecina del presidente, la alcaldesa Claudia López, al principio se notó más involucrada con la gente, cercana, en los zapatos de los capitalinos, pero se aplicó más en una constante puja con el gobierno. Más política que comunicación. Sus recientes vacaciones suspendidas, en plena subida del segundo pico, le representaron una considerable caída en su imagen. No hubo coherencia discursiva.

Daniel Quintero, el alcalde de Medellín, parece tener el efecto de sus constantes cambios de camisetas políticas a lo largo de su vida pública. Es desafiante, aunque se le abona que al principio usó símbolos creativos, como ponerle tapabocas a las estatuas de Botero, aunque se ha ido desdibujando, se concentró más en las peleas con el empresariado paisa y ni hablar de la crisis de EPM.

El otro caso de desconexión con la gente es el alcalde de Cali Jorge Iván Ospina. Al inicio de la pandemia fue indisciplinado con la comunicación, al dar a conocer cifras de fallecidos en su ciudad, por fuera del consolidado nacional que entrega el gobierno todas las tardes. Al finalizar el año concentró sus esfuerzos en la multimillonaria feria virtual de la capital vallecaucana.

Son sin duda mandatarios diferentes, con estrategias distintas y por supuesto, con diferente cantidad de muertos encima, víctimas del coronavirus. A su favor se puede decir que para esta crisis nadie estaba preparado, actuaron más por reacción y eso conlleva errores, pero también aciertos, para salvar el mayor número de vidas posible. 

Pero de comunicación de riesgo, poco o nada. Que es el verdadero alcance de los métodos comunicativos para afrontar una pandemia que todo lo cambió, hasta la manera de informar a la gente. Aún la mayoría no lo ha entendido. Comunicación para cambiar hábitos, no para fomentar la indisciplina.

¿Quién va ganando la batalla comunicativa? Aún es prematuro sacar conclusiones definitivas, falta el desafío más grande jamás visto en el ámbito de la salud: La vacunación masiva.

La gente requiere certeza ante la incertidumbre. Del éxito o fracaso regional de la aplicación de las vacunas, dependerá la inmunización política de muchos. La primera región que retorne a la normalidad, su mandatario será el vencedor de la guerra comunicativa. Y política.

La pregunta incómoda

¿Qué tanto cambiará el mapa político el éxito o fracaso de la vacunación?

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