Dos proyectos claves para contar con herramientas para enfrentar la emergencia generada por la pandemia han sido radicados por la Administración en el Concejo, el de reactivación económica y el de cupo de endeudamiento. A continuación, ofrezco algunas reflexiones sobre el cupo.
Como bien lo han señalado varios expertos, una herramienta fundamental con que cuenta la Administración para tratar de reactivar la economía, a través de inversiones que fomenten la generación de empleos, es el cupo de deuda que se presentó para discusión ante el Concejo. Su monto total es de $10,8 billones de pesos, lo que corresponde al máximo valor posible para hacer este endeudamiento sin poner en riesgo las finanzas de la ciudad.
Según la Administración, en la información que anexó en el proyecto radicado inicialmente, se piensa financiar un total de 170 proyectos, de ellos 116 corresponden directamente a obras de infraestructura en diferentes sectores como movilidad, salud y educación. Para fomentar el capital humano se planteó también incluir $18 mil millones para transferencias monetarias condicionadas para jóvenes y un programa de empleabilidad para poblaciones como mujeres y otros sectores vulnerables por $5 mil millones.
El endeudamiento solicitado, además de ser una herramienta legítima de financiación de un plan de desarrollo (como ha ocurrido en los gobiernos anteriores), es, en este contexto de la emergencia generada por la pandemia, una forma de dar empleo, activar la demanda en la economía bogotana y así contribuir a su recuperación.
El proyecto plantea temas tan importantes como los $717 mil millones para terminar colegios que ya venían en obra o que son totalmente nuevos. Hay además cerca de $780 mil millones para infraestructura de salud y recursos para investigación y adquisición de vacunas contra el Covid. Otros sectores con alta inversión son Seguridad con $474 mil millones, Integración Social con $287 mil millones y de Desarrollo Económico con $235 mil millones. $5,3 billones estaban dirigidos a inversiones de movilidad, como el corredor verde de la Séptima, el cable de San Cristóbal, vías, ciclorrutas, andenes, la extensión del metro a Suba y Engativá, entre otras.
Muchas de las propuestas podían compartirse o no. Particularmente, señalé que había que fortalecer la recuperación de las micro, pequeñas y medianas empresas. Aunque el cupo dispone $235 mil millones para el sector de desarrollo económico, creo que hay que garantizar herramientas más allá de los vehículos de crédito con la intermediación de la banca comercial y buscar otros apoyos para financiar beneficios tributarios para ayudar de manera efectiva a que, al menos, una parte del tejido productivo de la ciudad se recupere. También he manifestado que no es necesario dejar la totalidad de los más de $2 billones que se liberaron del Transmilenio por la Séptima al Corredor Verde. Una parte del dinero destinado a la solución para este corredor podía redirigirse a otros temas. Advertí que el monto que se piensa destinar a los patios de Transmilenio era muy alto y podría haber inversiones, en educación superior, por ejemplo, que tendrían mayor impacto social.
El debate en el Concejo permitirá conocer las distintas posiciones y construir conjuntamente el mejor proyecto posible para la ciudad.
Ya en el marco de sesiones extraordinarias convocadas para los meses de septiembre y octubre, la Administración radicó de nuevo en el Concejo los proyectos de cupo y de reactivación. Hay que analizar los cambios propuestos y enriquecer las iniciativas. La ciudad requiere que el plan de desarrollo avance y que tengamos herramientas urgentes para la reactivación. Eso es lo que debe primar.