
La izquierda es, no una pandemia, sino un potente “virus ideológico” que penetra en las células cerebrales de las personas, las contagia de una visión patológica de la sociedad y el Estado, y las convence de que poseen la misión de construir el paraíso de los pobres, el cielo en la tierra, el olimpo de bondadosos dioses de barro, el edén soñado, el bienestar general y el progreso sin fin. Y las convence, además, de que son mesías infalibles, redentores eternos, con la verdad revelada y las claves exactas para conseguir y conservar la felicidad de los pueblos.
El virus, compuesto de falacias, promesas imposibles, anhelos teóricos y otros recursos que exacerben la emoción y la razón del contagiado, pone a trabajar las células afectadas en función de reproducirse en mentes ajenas, sin que las víctimas adviertan, de momento, que es una amenaza para la salud personal y de los pueblos –lo indican su pasado terrible y su presente–, aunque aparezca como la salud misma.
La infección cerebral lleva a los infectados a que actúen guiados por los que pueden denominarse “principios operativos de la izquierda”, POI, que se instalan en la memoria operativa, expresados en máximas de la rancia tradición de la izquierda de todos los tiempos, como esta, que es clave: “Tenemos más objetivos que principios”. Es el POI cero a partir del cual surgen otros:
• “Si unidos, jamás vencidos”: los infectados dicen luchar por la unión para ser invencibles bajo las premisas de que no hay enemigo a la izquierda y de que izquierda vota izquierda.
• “No damos papaya, la aceptamos”: el virus aprovecha la ingenuidad de sus enemigos.
• “Engañamos sin bajar los ojos”: los contagiados se creen sus propios cuentos.
• “Cautivamos al pueblo cuando somos oposición, lo controlamos cuando somos gobierno”: contagiarse de este virus es quedar atrapados.
• “Adhesión o paredón”: los enemigos “del pueblo y su revolución” la pagan caro si no respaldan la ideología y rinden culto al “comandante eterno” de turno.
• “Cuando apuntamos, disparamos”: encarcelan, reprimen, fusilan, expulsan, destierran. No se van por las ramas.
• “Si ganamos, nos quedamos”: aspiran a permanecer décadas al mando de los países, a veces bajo el formato de dinastías (como en Cuba y Corea del Norte).
• “Prometemos para ganar, ganamos para prometer”: como siempre fracasan en la construcción del paraíso, culpan a Estados Unidos y al “capitalismo”, y prometen de nuevo.
• “Para construir el paraíso necesitamos el poder todo el tiempo”: nada de pluralidad.
Basta con mirar la acción política de la izquierda de ayer y de hoy, y el relato sobre todos los regímenes comunistas y similares, para concluir que lo dicho no es imaginación.
Por otro lado, quién lo creyera, el coronavirus que nos golpea, visto de modo teórico, tiene una “misteriosa” semejanza con la izquierda histórica y con la que hoy gobierna en diversos países, y que en otros, como Colombia, se vale de todo aquello, y más, para alcanzar y apropiarse del poder total. Esa semejanza la vemos en factores como los siguientes:
Contagio. Así como el covid-19 se contrae por contacto con una persona o un cuerpo infectado, en el ámbito político alguien puede contagiarse del virus de izquierda al entrar en contacto con quien lo porte, gracias a la baba que brota de su boca mesiánica y falaz.
Distancia. Si en el manejo del covid-19 se prescribe alejarse de los demás para no contagiarse, en el tema de la izquierda se recomienda hacerlo mental e intelectualmente de quien posee el virus. Esa distancia permite evaluar y cuestionar el torrencial de trampas retóricas y anzuelos infectados de ideología marxista-leninista y demás identidades.
Carga viral. Mientras más carga viral, es decir, más potencial de daño posean las ideas y visiones de los diseminadores del virus, más lesiones logran. La carga viral, en este caso, se halla formada por estadísticas, autores, problemas sociales, fraseología, apelaciones emocionales para propiciar el rencor y los deseos de venganza, y un largo etcétera.
De animal a humano. Se cree que el covid-19 pasó de un animal a un humano. Algo similar se registra en el panorama de la izquierda, pues sus creadores, mesías y líderes han sido y siguen siendo unas “bestias” que han contagiado y contagian incautos.
Adoctrinados asintomáticos. Con el covid-19 se habla de “contagiados asintomáticos”. Igual sucede con la izquierda: en la medida en que se expande, se van definiendo los adoctrinados asintomáticos, aquellos que ocultan su ideología por razones tácticas o estratégicas. Son los infiltrados en organizaciones de toda clase, donde instalan el virus; los llamados “mamertos” (la izquierda caviar y burguesa), y otros.
Picos. Los contagiados por el virus ideológico crecen cuando prevalecen hechos que lo favorecen: desempleo, asesinato de líderes de izquierda, “papaya” de los gobiernos o los sectores dirigentes, dificultades económicas, corrupción, desigualdades injustificables, etc.
Ámbitos propicios. Si para el covid-19 son lugares “buenos” las aglomeraciones, los ascensores y otros, el virus político tiene los suyos: redes sociales, medios de comunicación ingenuos o aliados, las marchas, clubes de estudio y debate, centros educativos, sindicatos, empresas, colectivos, etc.
Grupos de riesgo. En el panorama del covid-19 hay identificados grupos de riesgo (diabéticos, hipertensos, mayores, etc.). En el caso del virus que nos ocupa, visto desde la sociedad y el Estado actuales, están constituidos por marginados, informales, desposeídos, desempleados, minorías y otros, a quienes les prometen todos los tesoros. Imitan a Napoleón, quien, a finales del siglo 18, antes de emprender la campaña de Italia, arengaba así a sus tropas: “Soldados: estáis mal vestidos y mal alimentados. El gobierno, que os lo debe todo, no puede daros nada. Yo os conduciré al paraíso terrenal, donde encontraréis fértiles llanuras, grandes ciudades, provincias opulentas, y donde os aguardan el honor, la gloria y la riqueza”. ¡Gracias, compañero!
INFLEXIÓN. Pese a todo, la izquierda merece un piropo de acentos monárquicos: es un virus con corona…
Por: Ignacio Arizmendi
23/5/20