A propósito del día internacional de la erradicación de la pobreza, que se conmemoró el pasado lunes 17 del mes en curso, sería bueno analizar los avances que presenta el departamento del Chocó, en este aspecto.
En un reciente informe, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) aseguró que la guerra entre Rusia y Ucrania contribuirá a aumentar los niveles de pobreza e inflación en América Latina este año.
La incidencia de la pobreza regional, según la investigación de este organismo dependiente de las Naciones Unidas, alcanzaría un 33% en su escenario base, lo que equivale a 0,9 puntos porcentuales más que el valor proyectado para 2021 de 32,1%. Pero en el peor escenario en el que se le suman dos puntos porcentuales de inflación adicional, la pobreza en Latinoamérica llegaría a 33,7% este año, es decir, 1,6 puntos porcentuales más que en 2021.
Según la CEPAL, la tasa de pobreza en el país fue de 36,3% en 2021 y proyecta que subirá a 39,2% en un ambiente de más inflación, lo que representa un incremento de 2,9 puntos porcentuales frente al año pasado.
Varios departamentos de Colombia forman parte de la lista de las regiones más olvidadas en educación, infraestructura, salud y desarrollo económico. Según el DANE, en abril de este año, los tres departamentos con mayor incidencia de pobreza monetaria son La Guajira (67,4 %), Chocó (63,4 %) y Magdalena (61,1 %).
El deterioro económico y social del Departamento del Chocó ha sido noticia nacional en los últimos años. Los diferentes indicadores muestran un estancamiento relativo del departamento, cuyo rezago se ha ampliado con el paso del tiempo.
Dentro de nuestro análisis, hemos identificado, varios factores, de los cuales, cinco elementos pensamos podrían determinar ese atraso relativo: 1. El legado colonial que se refleja en unas instituciones débiles; 2. Las condiciones geográficas y climáticas que afectan la productividad de los factores, aumentan sus costos de transporte y aíslan el departamento del resto de país; 3. La baja dotación del recurso humano chocoano; 4. La estructura económica especializada en un sector, la minería del oro, que tiene muy poca participación en la generación del valor agregado colombiano; y 5. La desintegración del departamento de la actividad económica nacional. Iniciar una senda de crecimiento sostenido en el Chocó requiere una inversión eficiente de recursos que desarrollen la infraestructura social y física departamental, de tal forma que le permita mejorar la dotación de su recurso humano, superar los altos costos de transporte e integrarse a la economía colombiana.
Siempre he sostenido la tesis que el Chocó y su problemática, debe ser percibida desde otra óptica, pues su cosmovisión es muy diferente al resto del país. Lo dije en un congreso sobre trabajo infantil hace un par de años, cuando Rafael Pardo, siendo ministro del Trabajo, me invitó en representación de los medios de comunicación del Pacifico. En el Chocó el trabajo infantil debe ser debatido muy concienzudamente, por la sencilla razón que en estos territorios la madre casi siempre es la cabeza de familia, pues el padre o la abandonó o fue asesinado por algún grupo ilegal. Así que si el niño, la niña o el adolescente no participa activamente en las labores del campo o de la mina, hay un desbalance en la economía del hogar.
Y a pesar de algunos pequeños avances en la economía, a lo largo de 2021, gracias a programas como el PDETE y otros, que llevaron desarrollo socioeconómico a estos pueblos olvidados de la mano de Dios, persisten desafíos que hay que sortear, los cuales siguen siendo factores de vulnerabilidad y necesidades, y que se prevén que continúen todo este resto de año y aún en el 2023, cuando las brechas de inequidad están abiertas de par en par.
Pero aquí también tenemos que ser enfáticos: La pandemia del Covid 19, implicó que 489.000 habitantes en el territorio nacional entraran en condición precarias durante el año de pandemia y se pasó de 8,56 millones de personas en situación de pobreza multidimensional en 2019, a contar con 9,04 millones el año pasado y el Chocó no fue la excepción.
De acuerdo al DANE, en dos regiones se concentró buena parte de este suceso, pues entre la Región Pacífica, que para esta medición excluye al Valle del Cauca y contempla a los departamentos de Cauca, Chocó y Nariño, y la región central, conformada por los departamentos de Caldas, Caquetá, Huila, Quindío, Risaralda y Tolima, se dieron 362.000 de los empleos, lo que implica 74% de las personas que ingresaron a esta condición.
Y tal como lo dijo en uno de sus artículos, la Psicóloga Chocoana radicada en Suecia, Haidy Sánchez Mattsson, el Chocó es un pueblo empobrecido y cansado, con altos índices de desempleo, desigualdad e inseguridad, y por ende con bajos indicadores de calidad de vida, y que, a pesar de todo, demostró en las urnas el 19 de junio de 2022 que le apostó todo al cambio encarnado en el presidente Gustavo Petro, en sus propuestas y en su fórmula vicepresidencial, Francia Márquez. Esa histórica tendencia de las votaciones en el departamento del Chocó debe ser atendida con especial atención por parte suya y de su gabinete ministerial.
“Ese Chocó que lo eligió como presidente necesita personas designadas por usted con alto liderazgo político, ético y con conexión a las realidades del territorio”. Enfatizó en su escrito la columnista.
La más reciente columna de la periodista Cristina Plazas, nos hizo caer en cuenta que precisamente ayer 23 de octubre, se cumplían 7 meses de interinidad en la gobernación del Chocó. Situación esta, de la cual el presidente Duque se hizo el de la vista gorda, quizás por el tiempo, pues ya iba de salida, ¿Pero y Petro? Esos 127.846 votos, obtenidos acá en segunda vuelta, deben de convertirse en sinónimos de prioridad para buscar una salida a la grave crisis de gobernabilidad que enfrenta en estos momentos este departamento, quizás la más grave de su historia. ¿Y eso afecta? ¡Pues claro que sí!
