El poder de la política tiene sus límites. Y en esta premisa se fundamentan todas las posibilidades para hacer coalición, alianzas, pactos y acuerdos. Este es un ejercicio frecuente y tolerante en muchas democracias.
Los escenarios de pactos siempre surgen. Y para ganar hay que ceder un poco. Los partidos políticos acompañan a determinado candidato a un cargo, pero se abstienen muchas veces de impulsar al propio, en procura de no quedar borrados del mapa de la desventaja.
Asociarse es la esencia de la política. Es lo que aquí y allá, han bautizado con el acogedor y sereno nombre de gobernabilidad. Pero por encima de todo, son acuerdos de confianza, lo contrario sería condenar al fracaso cualquier intento de cooperación. Es sumar y compartir.
Pero hacer alianzas es complejo. Aquí de ninguna manera pueden fallar las matemáticas, la democracia es un asunto de mayorías y es ahí justamente en ese proceso, donde quedan regadas por el camino, muchas aspiraciones que confiaban en la mitad más uno de los votos. Y para los perdedores no debería ser un asunto personal. Así es el juego de los acuerdos.
Hay varias lecciones recientes en Colombia. El proceso para elegir al presidente de la Cámara de Representantes, casi afecta a su actual titular Germán Blanco, al surgir dentro de su bancada conservadora un agrietamiento, que de forma eficaz lograron conjurar.
El pulso fue más amplio por la Defensoría del Pueblo. Al final del ejercicio, quedó maltrecho el partido de la U, que frustró su aspiración de mantener esta posición. Los cálculos mal hechos se pagan así: jugaron mal y perdieron.
La nueva apuesta de estos acuerdos es la Procuraduría General de la Nación. De forma anticipada los partidos con mayorías en el Senado, ya oficializaron su respaldo a favor de la Ministra de Justicia Margarita Cabello. ¿Fue prematuro el anuncio de las bancadas? En absoluto, la filigrana para lograr estas mayorías no se consiguen en un abrir y cerrar de ojos. Son puro tacto y estrategia.
La política se caracteriza por relaciones de poder e influencias. Estos conceptos no solo hay que entenderlos, también explicarlos, pues de una u otra forma, todas las decisiones que se toman en estos entornos, tiene siempre y necesariamente un efecto sobre la sociedad. Y la gente en montones de casos, reacciona contra todos estos pactos. Se requiere más y mejor pedagogía.
Estos pactos en política siempre tienen dos caminos: o se destruye el pacto o el pacto los destruye. Por eso la importancia y la necesidad de los consensos, que construyan unas alianzas certeras. De todas formas, es un pulso que deja más triunfadores que vencidos.
Las fórmulas son simples. Aunque se encuentren en partidos diferentes, abrazan con entusiasmo las banderas del ganador, produciendo una especie de efecto éxodo leve de ideas con quien logre las mayorías. ¿Distancia ideológica de sus colectividades? No, pero sí un acuerdo de mínimos para estructurar las alianzas.
Ganar elecciones no es suficiente. Es necesario negociar respaldos de forma constante y permanente, es una realidad evidente. Para pensar en algo distinto, se requiere promover una nueva cultura de la negociación política. Las mayorías sólo se alcanzan con pactos.
La pregunta incómoda
¿Es sano para nuestra democracia que se haya adelantado con tanto tiempo la campaña presidencial en Colombia?