La tradición británica

A continuación presentaré una tercera parte de la ideología que he ido construyendo a través de mis lecturas, experiencias y opiniones personales. Con esto no pretendo que el lector del presente artículo cambie su manera de pensar, solamente aspiro a que conozca otra forma de pensamiento y formas de civilización que han tenido un éxito cuantificable, más aún cuando la información que se presenta en las redes sociales es precaria y la historia en los colegios ha sido mal contada. 

En esta ocasión abarcaré la forma de pensar de una de las civilizaciones más prósperas que existen en la actualidad: la civilización británica. Gracias a la libertad humana, a la espontaneidad de las ideas y a la tradición que se conserva, se debe el éxito de la misma. El concepto de la libertad humana es, pues, elemento fundamental del conservatismo como doctrina filosófica y política. La libertad encuentra su apoyo en la capacidad de escoger entre varias ideas y maneras de actuar. Esta es la dinámica del cambio evolutivo hacia formas superiores de existencia; hay que especificar que “la libertad”, en el común, significa hacer los que nos venga en gana sin el referente fundamental de construir sobre lo viejo y experimentado. Un hombre sin opciones no es verdaderamente libre; un pueblo sin la capacidad de escoger en libertad jamás podrá evolucionar. Pero un pueblo que fundamenta su progreso en el cambio súbito de sus referentes, es un pueblo que ni evoluciona ni madura.

Esta libertad, que se traduce en una espontaneidad se justifica en que las mejores propuestas tienen su propia fortaleza que va creciendo en la medida en que las demás propuestas se debilitan, es decir, como una prueba de ensayo error, lo que sirve por experiencia perdura y se convierte en un parámetro que rige el orden social, lo que no, se desecha. 

Es la civilización británica la que se basa en estos preceptos, una tradición cuya base no es doctrinaria. La evolución de los seres humanos se hace por la dinámica intrínseca que se manifiesta cuando existe la libertad de escoger junto con el deseo de preservar lo probadamente útil. En comparación, un sistema antagónico es el comunismo, el cual basa su existencia en el más rígido ordenamiento social, en una doctrina sin fundamentos, enunciada por Karl Marx, y el liberalismo concebido de la Revolución Francesa es el primo hermano. La naturaleza humana riñe con esta forma de organización, que no deja evolucionar al hombre y a la sociedad. Son estas aproximaciones mal concebidas sobre la “libertad”. Para Colombia, la tradición británica es un claro ejemplo de cómo se puede forjar una civilización a partir de tres preceptos: libertad, espontaneidad e ideas.

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