Las medidas que faltan para recuperar los empleos perdidos

Una de las consecuencias más preocupantes y dolorosas de esta emergencia es la disminución de puestos de trabajo. Se echaron a andar algunas medidas para sobrellevar la crisis, pero han sido insuficientes, se requiere un mayor esfuerzo del gobierno nacional y, en el caso de Bogotá, estudiar alternativas complementarias. 

Las cifras del DANE muestran que el desempleo nacional se ubicó en 19,3% en abril. En Bogotá es de 14,5%, frente a un 11,9% que se había registrado en abril del año pasado. En ciudades grandes, como era de esperarse, todas las actividades asociadas al entretenimiento y la cultura han sido las más afectadas en cuanto a pérdida de puestos de trabajo. La cantidad de personas ocupadas en este campo en Bogotá se ha reducido en 28,4%. En la industria manufacturera la caída es de 16,1% y en el comercio y reparación de vehículos, de 18,1%. Todo esto tiene un impacto en el crecimiento de la informalidad, que en Bogotá creció el doble que el resto de ciudades.

La afectación sobre las mujeres y la población joven ha sido mayor. El desempleo de ellas aumentó en un 4,4% y para los hombres un 3,2%. Sectores en los que suelen emplearse mujeres con un grado importante de vulnerabilidad, como el empleo doméstico, es uno de los que más ha perdido puestos de trabajo (un 20,6% entre febrero y abril).  En las ciudades grandes, las personas entre 14 y 28 años muestran una tasa de desempleo a final de abril de 24,3%. Las brechas han aumentado. 

En este contexto, el enfoque de empleabilidad adoptado recientemente en el plan de desarrollo de Bogotá es acertado, ya que centra buena parte de sus esfuerzos en las mujeres y los jóvenes. Sin embargo, el impacto de esta crisis exigirá una apuesta mucho mayor, tanto del gobierno nacional como de las administraciones locales, para tratar de recuperar los puestos perdidos.

Ese esfuerzo, sobre todo en el ámbito nacional, no debe alentar, como quisieran algunos, la típica fórmula de la flexibilización laboral. No se puede aprovechar la crisis generada por la pandemia para sacar adelante reformas profundamente regresivas como el pago por horas o la reducción de costos por despidos. Medidas estas que han venido siendo promovidas desde hace tiempo por diferentes gremios.

El supuesto efecto favorable de la flexibilización sobre el número de puestos de trabajo es una teoría con muy poca base empírica. En mi labor de control político, he destacado que este camino hace que los trabajadores terminen siendo doblemente afectados por la crisis. Ahora, porque pierden sus trabajos, y después, porque volverían a un mercado laboral con condiciones más precarias y sin estabilidad. Algo que pueden llamar formalidad pero que está muy lejos de ser trabajo decente. 

El Distrito le apunta a la generación de empleo a partir de la reactivación de la construcción, y dentro de éste, con un acento fuerte en la obra pública. Es una buena base, pero sugiero explorar simultáneamente otras estrategias que complementen este esfuerzo. 

Rescatar el tejido productivo afectado o destruido por esta crisis tiene un efecto real en la recuperación del empleo. Los créditos han tendido a ser uno de los caminos privilegiados, pero es bien sabido que no son muy útiles para pequeñas y microempresas. Ya los datos iniciales del Distrito sobre su línea de crédito (en convenio con Bancoldex) muestran que son los establecimientos medianos los que logran acceder a esos recursos. 

Las medidas adoptadas hasta ahora para enfrentar la coyuntura incluyen los subsidios a nóminas que da el gobierno nacional y diversas estrategias que se han venido implementando en el Distrito a través de la Secretaría de Desarrollo Económico. Entre ellas se encuentran la digitalización de mipymes, para facilitarles el contacto con los clientes; un proyecto de reconfiguración de modelo de negocio para aquellas firmas que pueden buscar nuevos mercados generados en las oportunidades que surgen por la crisis; realización de eventos virtuales, talleres de educación financiera y compras públicas. 

Todas son medidas que contribuyen, y es de reconocer que exigen un gran esfuerzo presupuestal y administrativo. Sin embargo, es necesario avanzar en otros temas estructurales para recuperar tejido productivo en mayor proporción. Algunas de esas medidas podrán tener un impacto de largo plazo que ayuda a corregir problemas de vieja data.

Las medidas tanto nacionales como distritales para establecer un sistema tributario más justo para las mipymes son urgentes. En el plan de desarrollo, el Distrito se comprometió a hacer gestiones para que el gobierno nacional dé pasos en ese sentido, e incluso, para que piense en unos alivios tributarios temporales que ayuden a superar la crisis. Por su parte, también ha anunciado que, en materia de impuestos, habrá unos cambios que desahogarán a este sector empresarial. Desde el Concejo de Bogotá estamos atentos para tramitar los proyectos de Acuerdo que seguramente muy pronto presentará la alcaldesa.  

Otro tema que salta a la vista es el costo que ha representado, tanto para empresas como para hogares, el pago de servicios públicos. Se han develado unas formas de cálculo, como la de los famosos “promedios” entre distintos meses facturados, que tienen que mirarse con lupa. También han salido a la luz una serie de cambios autorizados en las tarifas de aseo, que vienen cobrándose los últimos años en Bogotá, que tienen un sustento cuestionable (por decir lo menos). Todo esto muestra la necesidad apremiante de revisar el tema de regulación de servicios públicos en el país. ¿A quién protege esa regulación?, en todo caso, no a los usuarios. Es nuestra obligación propiciar los cambios necesarios para llegar a cobros justos.

Finalmente, y sobre el tema de los créditos, las micro y pequeñas empresas tiene barreras innegables para acceder a esos dineros y el apoyo del gobierno para ellas es más bien débil. En Brasil, según estudios como el de Morfín Maciel para la CEPAL, el Estado interviene para facilitar su acceso a recursos con medidas como la fijación de topes a las tasas de interés.  Incluso estudiar posibilidades como la Banca Pública de primer piso no debe echarse en saco roto. El tejido productivo está conformado en alrededor de 90% por mipymes y estas representan cerca del 80% del empleo. Bien vale la pena usar todas las herramientas posibles para contribuir al salvamento de este sector.

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