Bienvenidos a mi nueva columna, la cual será una mezcla de mi vida, mis viajes y mi cocina (es mi cocina porque si no tengo un ingrediente, lo reemplazo). Esta columna se publicará cada 15 días los domingos (cuando no publique mi columna de viajes). La idea nació como resultado del síndrome de abstinencia peripatético que he experimentado últimamente por el toque de queda debido al Coronavirus. Aquí compartiré recetas fáciles que he aprendido a hacer durante mis viajes y mi pasión por cocinar cuando estoy preocupada. Cuando estoy relajada y sin rumear (término desde la psicología), nada me queda rico.
Nací culozunga; así nos dicen a todos los que nacimos en Ciénaga, Magdalena. Mis abuelos paternos emigraron desde el Líbano, en el Medio Oriente, a Colombia a principios de los 1900 y se asentaron en ese pequeño pueblo que, en aquel entonces era de mala muerte, y hoy, de mala suerte. En algún punto hace más de 4 décadas mis papás se conocieron en Bogotá mientras estudiaban sus pregrados, mi papá estudiaba medicina en la Nacional y mi mamá derecho en el Externado.
Mi papá se graduó de médico y mi mamá renunció a su carrera para trabajar como secretaria de mi papá y dedicarse al hogar. Luego vivimos en México mientras mi papá se especializaba y regresamos a Santa Marta donde mis abuelos y tías se habían reubicado. Nos matricularon en La Presentación y escribieron en piedra que seríamos profesionales — cuésteles lo que les cueste.
Los estudios siempre fueron la motivación de las cantaletas en nuestra casa. Esas cantaletas fueron también la piedra angular de nuestros esfuerzos para ser exitosos. Confieso, sin embargo, que yo fui una desordenada en el colegio y en los primeros años de universidad, hasta que me atesé, a la brava y sin aviso, cruelmente y sin preparación: quedé embarazada mientras estudiaba en EAFIT y me tocó regresarme a Santa Marta, a estudiar en la Universidad Cooperativa de Colombia. Mis papás me querían linchar, aunque no pudieran, porque había ido del cielo al infierno académico.
Nació Yuyo y me gradué cinco años después de abogada. Para entonces, yo era la burla de mis hermanas y de mis amigas, quienes se habían graduado de universidades prestigiosas en Bogotá y Medellín. No obstante, esa burla fue parte del motor que me incentivó para salir de Colombia y conseguir un buen trabajo.
Así pues, terminé como asistente de misión diplomática para el Consulado de Colombia en Miami y aprendí sobre cooperación judicial del mejor, un cónsul de carrera diplomática, cero político y excelente jefe. Un par de años después, conocí a mi esposo y me mudé a Pensilvania con dos propósitos en mente: construir una familia con Harry, sus hijos y el mío, y lavar el título de la UCC. Ya pueden empezar a entender para dónde voy con mi historia. ¿Recuerdan que les dije en el primer párrafo que si estoy relajada nada me queda rico?
Terminé dos maestrías aquí en USA; una en derechos (si, en plural) de la Universidad Estatal de Pensilvania, y la otra, en Traducción de la Universidad de Nueva York. Harry ha sido un apoyo tremendo y juntar ambas familias no fue un trauma. Trauma ha sido, sin embargo, conseguir que la administración de la UCC en Santa Marta envíe mis notas al LSAC (por sus siglas en inglés), Consejo de Admisión de las Escuelas de Derecho para un Juris Doctor.
Hice el requerimiento por escrito hace un mes y, adicionalmente, llamé a la directora de sede quien es conocida de mi familia. Les solicité que necesitaba las notas con una traducción palabra-por-palabra para el 1ro de Abril. Más aún, les dije que yo podía proporcionarles la traducción (tal y como LSAC lo sugiere) para que verificaran los datos para cumplir con el plazo del 1 de Abril.
Para no extenderme en los detalles, mandé correos, pagué el valor de las notas, les rogué y supliqué que las enviaran al menos por correo electrónico antes del 1 de Abril, y no recibí respuesta hasta el domingo pasado (abril 12). La respuesta fue un verdadero chorro de babas siempre que no mandaron las notas ni la traducción antes del plazo. Peor aún, me sugirieron buscar a un traductor en el Ministerio de Relaciones Exteriores para que certificara las traducciones (LSAC no pidió traducciones certificadas, ¿por qué complicaron el trámite?). Mejor dicho, la incompetencia y la tramitaderitis a flor de piel
Lloré de la frustración y me arrepentí mil y una vez de no haber aprovechado la oportunidad que mis papás me habían brindado de graduarme de EAFIT. No es un tabú que la UCC no sea catalogada como una de las más prestigiosas universidades en Colombia y “lavar” el título no es tan fácil como yo lo pensé.
Ahora, manos a la obra. Hoy vamos a preparar un pie de papas y manzanas que aprendí a hacer en Irlanda del Norte el mes pasado.
Quiero que sepan que yo no me apego a ninguna receta, por eso como no tenía harina de trigo, lo hice con harina para hacer arepas. Para mí, la culinaria no es estática, y yo no confío en las recetas a pie de la letra; nada más chevere que darle a las recetas nuestro toque personal.
Ingredientes para el relleno:
- 2 manzanas picadas en cuadritos
- 2 cucharadas de azúcar (del color que quieran)
- ½ cucharadita de canela
- 1 cucharada de mantequilla
- ½ taza de agua
Ingredientes para la masa:
- 3 papas grandes
- ½ barra de mantequilla (suavizada)
- ¾ de harina de trigo (masa consistente) o de maíz (se abre y es más difícil de manejar)
- 1 cucharadita de sal
- ½ taza de azúcar
Preparación
Relleno: se agregan en un sartén las manzanas picadas, la canela, el azúcar, y la mantequilla. Se dejan cocer las manzanas a fuego alto por 2 minutos meneándolas constantemente. Se agrega el agua hasta que hiervan en alto y se dejan secar a fuego alto. Luego, se deja enfriar.
Masa: se mezclan todos los ingredientes en un tazón hasta tener una masa uniforme. Se deja reposar por 10 minutos tapada con una bolsa plástica.
Con la masa se hacen círculos como para empanada y se repletan con el relleno de manzanas. Posteriormente se ponen a asar en mantequilla por ambos lados hasta que queden doraditas.
En mi casa nos comimos los pies con helado mientras hablábamos de la negligencia de la UCC para atender mi solicitud. Lo cierto es que decidí enviarle un correo a la administración ofreciéndoles mi ayuda para superar las políticas obsoletas actuales porque me preocupa que otros exalumnos estén en la situación que estoy yo y sin colaboración del ente educador. Ya veremos si responden.
Los invito a ver el video de 2 minutos de cómo hacer el pie de papa y manzanas.