Santiago Valencia
Abogado, especialista en Derecho Administrativo con Maestría en Análisis Económico del Derecho, se ha desempeñado como profesor universitario, abogado litigante, consultor jurídico y en asuntos políticos y públicos, fue elegido Representante a la Cámara (2014 – 2018) y Senador (2018 – 2022), en el Congreso fue miembro de las comisiones primeras constitucionales, Presidente Comisión Primera (2019 – 2020), Presidente Comisión de Ética y Estatuto del Congresista (2020 – 2021).
Santiago Valencia

¿Legalización?

Miles de familias en el mundo sufren la tragedia de las drogas, al menos una persona de nuestro círculo cercano se encuentra en situación grave de adicción, son personas enfermas que perdieron su vida, afectaron el equilibrio de su familia y círculo social y en muchos casos dejaron de ser productivos y se volvieron una carga. La droga es un problema de salud pública que debe ser atendido de forma integral y, muchos, como el Presidente Petro, creen que la solución es legalizarla.

Quienes creen que la solución es esta, argumentan que se acabaría la guerra generada por el narcotráfico y el microtráfico, además, que dándole un mejor enfoque de salud pública se podría controlar el consumo y el suministro de drogas de buena calidad, lo que evitaría impactos negativos con el consumo en exceso o de sustancias de mala calidad, otros piensan que además el Estado podría sacar provecho y recaudar algo de impuestos del mercado de las drogas, entre otros muy validos e interesantes argumentos.

En mi opinión, tanto la guerra frontal contra las drogas, como la legalización tienen efectos adversos terribles, por eso, tal vez la discusión termine siendo en que es lo menos peor. Lo que si ha fallado, en cualquier caso, es que el eslabón más débil de la cadena y donde deberíamos prestar más atención, es la prevención, evitar que las personas, especialmente los jóvenes lleguen a las drogas, con buena educación, información oportuna y atención especializada de psicólogos y médicos que de acuerdo con las circunstancias de cada quien, logren evitar que lleguemos al penoso evento de la adicción.

Sin embargo, creo que el peor error sería legalizarla, porque como lo han dicho los amigos de esta medida, aun en ese escenario, el enfoque debería ser el de salud pública, lo que implica que el Estado tendría que controlar la venta, distribución y consumo de dichas sustancias, lo que lo convertiría en un competidor más del mercado de las drogas, no lograría evitar el mercado negro, manteniendo o aumentando la confrontación. Al final, por las características del mercado de las drogas nos quedaríamos con el pecado y sin el género.

Las drogas son un bien de consumo adictivo, lo que implica que la decisión de su consumo no es razonable, ya que obedece más al impulso incontrolable de la adicción que a la simple satisfacción de un deseo o necesidad, es decir, el sujeto adicto no tiene la capacidad de hacer un análisis de costo - beneficio, no importa el precio, la calidad o la cantidad, solo la necesidad incontrolable propia de la adicción.

Por esa razón, no aplican en este mercado las reglas de la oferta y la demanda para el control de los precios, mucho menos para la cantidad del consumo que se pretende disminuir, es decir, que si el Estado, en el enfoque de salud pública, controlara las cantidades y la calidad de droga que podría consumir cada sujeto, al final este adicto consumiría lo provisto por el Estado y en un intento por saciar su incontrolable adicción, luego acudiría al mercado negro, circunstancia que ya ha pasado en los países que han tomado medidas similares.

En conclusión, la guerra contra las drogas seguiría, por lo tanto, todos sus muertos y costos, también el enfoque de salud pública se vería seriamente comprometido, no lograríamos disminuir el número de adictos ni los efectos en la salud. La única diferencia es que el Estado entraría como un actor más a competir, con los ilegales, por el mercado de las drogas, sin solucionar todos sus males, al contrario, en mi opinión empeorándolos.

Volviendo a mis consideraciones iniciales, ojalá empezáramos donde todos estamos de acuerdo y es fortalecer la prevención y atención, nos ahorraríamos muchos problemas, le quitaríamos muchos jóvenes, no solo a la adicción, sino también a la delincuencia, asegurando un mejor futuro para toda Colombia.

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Santiago Valencia
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