Medellín y Antioquia han sido modelo nacional de buena gestión, el “empuje” y la “verraquera” paisas son reconocidos por propios y por extraños, obviamente no todo es perfecto, lastimosamente no nos escapamos en algunas oportunidades de la mala gestión, la corrupción o la falta de planeación, sin embargo, en términos generales la trilogía Empresa, Academia, Estado la ha dotado de buenas herramientas técnicas para la correcta planeación y ejecución de recursos.
La demostración de lo anterior es que, en el caso de los Gobernadores de Antioquia, la mayoría, sino todos, luego de su periodo, son precandidatos o candidatos a la Presidencia de la República, esto se debe a que la Gobernación genera prestigio y visibilidad nacional a quien la ocupa, la imagen del Gobernador de Antioquia a nivel nacional es la de un gerente capaz de gobernar uno de los Departamentos más importantes y con mejor desarrollo del país.
Por supuesto, para los gustos los colores, no han sido gobernantes perfectos, la calificación de su desempeño está en manos de los ciudadanos que defienden o atacan la administración de uno u otro gobernante, sin embargo, existía una especie de acuerdo tácito, una especie de modelo de gestión, no importaba quien había sido Alcalde o Gobernador anteriormente, los proyectos de Departamento o Ciudad eran continuados y finalizados por los sucesores, gracias a eso, se pudo hacer el metro, mientras que en Bogotá, por ejemplo, siguen discutiendo su diseño.
La Alcaldía de Medellín es la joya de la corona, pocas Alcaldías tienen tanta visibilidad como la de la eterna primavera, la ciudad ya tiene un empuje propio; una marca de tecnología, innovación, internacionalización, industria y turismo, cualquier ciudad envidiaría la capacidad presupuestal que le da EPM a Medellín, hasta hace poco, por malo que fuera el Alcalde, este no bajaba del sesenta o setenta por ciento de aprobación, con continuar la dinámica propia de la ciudad y hacer un par de obras importantes era suficiente para pasar como un “buen” Alcalde.
No obstante, el panorama político en el país cambió, nos gobierna una izquierda populista y demagógica, empeñada en construir un relato en contra de la empresa privada, el odio de clases y la destrucción de la institucionalidad, nada más lejos de los valores y principios democráticos de los Antioqueños. Además, al Gobierno se le notan las ganas de pasar a la historia como uno reformador, no importa los costos, ni los efectos, solo ideologizar y acabar lo poco o mucho que hemos construido durante años.
Es por eso la obsesión mal sana de la izquierda con Antioquia, el Presidente Petro así lo dejó ver en la campaña pasada con la frase “cambia Antioquia, cambia Colombia” porque nuestro Departamento se convirtió hoy en la punta de lanza para mantener la institucionalidad, una empresa pujante y el centro de desarrollo de Colombia. ¡Vienen por Antioquia y pretenden mantener a Medellín!
Nuestra responsabilidad, es componer una coalición amplia a la Alcaldía de Medellín, con sectores políticos, empresariales y sociales que deseen recuperar la ciudad amable, limpia, incluyente y próspera que hasta hace poco fue, la pelea no es fácil, allá se instauró una verdadera mafia burocrática y corrupta que no está dispuesta a ceder tan fácilmente.
La Gobernación es el nuevo objetivo de la izquierda, para eso, han configurado una coalición del Pacto Histórico, el equipo del Alcalde Quintero y muy poderosos sectores conservadores y liberales. Ahí también debemos unirnos todos los que queremos ver a Antioquia nuevamente líder en el escenario nacional, imponiendo la pauta regional en Bogotá y haciendo respetar los intereses de la provincia, promoviendo la autonomía y descentralización de nuestro país, tal y como lo consagra la Constitución de 1991.
El poder presidencial en Colombia es enorme, hasta hoy Petro lo ha ejercido prácticamente sin contrapeso, hay una justicia mostrando apenas visos de independencia y control, como lo han hecho algunos jueces y fiscales con las arbitrariedades pretendidas en la paz total, por otra parte, tenemos un Congreso entregado, débil y con una oposición valiente, pero minoritaria.
La única forma de contrarrestar ese poder es ganando poder local, ganando no solo en Medellín y Antioquia, sino en las principales ciudades como Bogotá o Cali, así como en las Gobernaciones del Atlántico o Santander, entre otras.
Llegó la hora de dejar la rebatiña política, ver el cuadro completo y no el metro cuadrado del político de turno, llegó la hora de pensar en país, democracia y futuro, llegó la hora de una gran alianza nacional por Colombia, no importa el partido o la ideología, lo único que importa es la democracia, la libertad y el Estado de Derecho.