“Muhammad Ali” Petro

Las explosiones retóricas del político ‘cacha-costeño’ Gustavo Petro, sus desafíos a los contrincantes, su egolatría reiterativa, sus shows de plazas con propina, su presunción de ser “el mejor”, su creencia en ser el Jesús del pueblo colombiano, su perfil de rufián ‘light’ de barrio (¿o de barrio light?), sus veleidades burguesas, y otras cositas, hicieron que mi mente vagante lo asociara con el desaparecido y excéntrico estadounidense Muhammad Ali, campeón mundial de los pesos pesados, el más relevante boxeador de todo los tiempos, según una parte de la crítica. Veamos varios ejemplos de la asociación.

• Muhammad Ali no se llamaba así. Su nombre original era Cassius Marcellus Clay, que por razones personales y políticas lo cambia por aquel al adoptar la doctrina del Islam. En su momento, Gustavo Petro, por razones también personales y políticas, adopta la doctrina de la guerra terrorista y pasa a llamarse “Aureliano”, alias con las cinco vocales. 

• Cuando Cassius Marcellus tenía 12 años le robaron su bicicleta nueva en un bazar organizado por comerciantes negros. Montó en cólera y le exigió a un policía del lugar que la buscara, o de lo contrario intentaría localizar al ladrón para molerlo a golpes. El agente le pregunta si sabía pelear. “No”, le contesta. “Entonces, primero aprende a pelear antes de desafiar a la gente”, dijo el agente. Clay ingresó a un gimnasio y se hizo boxeador. A Petro no le robaron nada, pero quería pelear porque al pueblo dizque le estaban robando todo. Ingresó al M-19 y se hizo guerrillero.

• Todo lo que Ali decía y hacía buscaba un doble objetivo: llamar la atención y acobardar a sus rivales. ¿No es eso lo de Petro al valerse de propuestas y declaraciones destempladas, ofensivas, intimidatorias para que sus contrincantes y “los ricos” sientan el rabo entre las piernas, tomen las de Villadiego y le dejen el campo libre?  

• Cada que los Clay se reunían, Cassius Marcellus “buscaba atraer el interés”, afirmaba Odessa, su madre. Esa pulsión lo conducía a presentarse en los medios: “Soy Cassius Marcellus Clay y tengo el campeonato de los Guantes de Oro. He ganado tal cosa y tal otra”. En las largas entrevistas que los medios colombianos le permiten, Petro dice que es de Ciénaga de Oro y dice que es “el mejor”. ¿Por ello, y otras cosillas, 9 de cada 10 periodistas le temen y lo dejan decir cuanto quiera sin concretarle su ideología totalitaria?

• Cuando conquistó la medalla de oro en los Olímpicos de Roma, en 1960, Clay dormía con ella, y la llevaría colgada al pecho durante semanas. Se ponía feliz cada que lo reconocían y felicitaban. Algo similar hace Petro con sus Ferragamos, su ropa de marca, sus estudios y viajes. Se siente privilegiado, un “mesías” al fin y al cabo.

• En 1964, al ganar, de 22 años, su primer título mundial de pesos pesados, tras vencer al campeón Sonny Liston, dijo que sería un campeón “del pueblo” y que volvería a su casa, a Louisville, a “pasearme por las calles, hablar con los pobres y con los borrachos y con los vagabundos. Lo único que quiero es hacer feliz a la gente”. Petro no va a ganar ningún campeonato ni la presidencia, pero nos promete, por si triunfa, el paraíso proletario, la felicidad cubana, la abundancia venezolana, el orgasmo norcoreano, las libertades soviéticas y demás maravillas que la izquierda tiene para hacernos felices. Jeje, qué queridura.

• Luego de noquear a Liston, Ali proclamó a viva voz: “¡Dios todopoderoso estaba a mi lado! ¡Quiero que todo el mundo sea testigo! ¡Soy el más grande! ¡Soy la conmoción del mundo! ¡Soy lo más grande que ha habido nunca! ¡No puede existir nadie más grande que yo! ¡Se lo he demostrado al mundo! ¡Soy el rey del mundo!”. ¿Petro proclamará algo similar si gana en el 22…? Está en su adn.

¿O se desmayará? Es que el joven Clay, luego de llevar tres meses saliendo con Areatha Swint, una compañera del instituto, le pidió un beso. “Cassius no sabía besar”, contaba la chica. “Tuve que enseñarle. Al hacerlo, se me desmayó y se pegó contra el suelo. Fui a buscar un trapo frío, volvió en sí, y me dijo: ‘Estoy bien, pero esto nadie lo va a creer”. ¿Será que il signore Petro, si gana –nos cree tontos–, se desmayará…?

INFLEXIÓN. Si alguien se portaba mal en clase, Atwood Wilson, director del instituto, con megáfono en mano lanzaba esta amenaza: “Como sigas así, ¡te mando a Cassius Clay!”. Si los demócratas no nos unimos, la izquierda nos enviará una maravilla de regalo: Petro…

Por: Ignacio Arizmendi Posada.

25/09/2021

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