Busqué la belleza de otro fútbol y la encontré. También el triunfo… y, de repente, se me fue. Así es este juego.
Al minuto del gol, el reloj se aceleró, como el corazón de los colombianos. El fútbol, tan fecundo en errores, con otro acto de injusticia, porque a esa altura del partido, Colombia era superior a su rival.
Las protagonistas del error, iniciaron una lucha apasionada por la reivindicación, asistidas del derecho a equivocarse, arropadas por un conjunto sólido en las habilidades blandas: la constancia, el trabajo de equipo, la resiliencia, la solidaridad y la insistencia.
Era una final para pelearla, como todas, sin espacios para jugarla.
Pero la zozobra de los últimos minutos “Nos robó la cartera y con ella las ilusiones de título”.
El optimismo se transformó en angustia y los minutos finales fueron un tormento, porque el objetivo se hizo ansioso e imposible. Los nervios fueron un demonio.
Ganaba espacio de expresión la derrota a pesar del esfuerzo vehemente para evitarla. Se replegó Colombia y, vía aérea, quiso a Linda como solitaria protagonista del ataque, pero no era su noche.
España no arrasaba a pesar de su pasado con títulos, su experiencia y su fútbol, respaldado desde la dirigencia y el entorno sin hipocresías.
Sí, mundo hipócrita el nuestro, con adhesiones forzadas, interesadas, oportunistas, con promesas del oro y el moro, para dejarlo en veremos, sólo en expectativas. Porque para muchas deportistas, especialmente las futbolistas, la gloria es una condena.
Es un ciclo recurrente en el que, al momento del triunfo, y son muchos, le sigue la aflicción del desengaño, del silencio y del olvido. Ya ha ocurrido, porque es vieja historia, porque el fútbol femenino no es negocio, por machismo y homofobia.
Puesto el subtítulo en perspectiva, vendrán a pesar de los obstáculos los mejores momentos, garantizados con el salto de calidad de Linda Caicedo, admiración del mundo, y las demás futbolistas que cumplieron su tarea sin reproches. Y muchas más como ellas, que exponen sus galas en el exterior, reprobadas en el medio, porque pidieron y ganaron espacio con su fútbol de clase.
Tantos dirigentes sin micrófono, sin visibilidad pública, acuñan este sueño infantil y juvenil de reivindicación social y deportiva, como Amparo Maldonado, Clara Luz Naranjo, Marcos Roldan con sus formas íntimas, Jorge Ríos, Miriam Guerrero, John Ramírez, Mario y Hernando Marín y Liliana Zapata.
¿Sabrá el periodismo que hoy se desmelena, quienes son ellos?