Anoche seguí los boletines del conteo de votos en Brasil. Empecé en el 20% cuando Bolsonaro encabezaba con 48% y terminé en el 90% cuando Lula contaba con el 48%. Está simetría puede parecer curiosa cuando no se tiene ninguna malicia, pero después de haber presenciado cómo alteran los resultados los del Foro de Sao Paulo, que ha hecho metástasis en países desarrollados, la cosa se hace siniestramente inquietante.
¿Qué tal si, en esta ocasión, Bolsonaro pide un reconteo? Sentaría un precedente que podría ser el comienzo de una acción definitiva por salvar la democracia atacando la fuente de toda la corrupción que se encuentra en los procesos electorales.
Recientemente me intrigó el título de una serie de la que ví su primer episodio: "Abajo los ricos".
Hacía días, venía echándole cabeza a opciones que fueran realmente constructivas, o destructivas, para tumbar al régimen que no fueran esas cosméticas marchas que terminan volviéndose contra los que ilusamente participan en ellas gritando tímidas consignas, no vaya a ser que terminen procesados por utilizar una palabra u otra para designar a alguien de los que usurpan el poder. Para colmo de los colmos barren las calles y no dejan el menor rastro de su acción sino el de su auto elogio por las redes sintiendo que ha sido heroico el haberse levantado temprano, vestido para la ocasión y recorrido unos pocos kilómetros para llegar a la Plaza de Bolívar dónde podrán tumbar a Petro… No, cómo se le ocurre por Dios, para anunciar un nuevo encuentro; como cuando vemos a viejos amigos que no frecuentamos y formalmente le expresamos el deseo verlo de nuevo. Y pensaba:
¿Qué tal si le pegó una llamadita a Soros y le pido unos dólares para financiar a unos jóvenes que se instalen en sitios estratégicos de las ciudades, causen intermitentes actos vandálicos con heridos, sabiendo que tendrán su plática cada día igual que la comida, las mantas, los escudos, los cascos y las bombas Molotov? ¿Si funcionó en Ucrania en 2914, en Chile, en Perú y hasta en los Estados Unidos, por qué no acá?
Otra alocada idea sería por el lado de los terribles impuestos que nos van a llevar a la ruina total:
¿Qué tal si fundó un movimiento anti impuestos inspirado en Thoreau en el que se anime a los colombianos a no pagarlos? Me llegó a mi delirante cabeza que por las redes podría hacer viral la propuesta y tendría una acogida masiva: nadie paga más un IVA, ni un impuesto a la renta, ni a esto ni a lo otro. En esas ví el documental mencionado arriba y vi que mi sueño se podría hacer realidad. En él unos jóvenes le hacen un tumbado al mercado de valores aprovechándose de las nuevas aplicaciones para jugar en la bolsa.
¿Qué tal si se hiciera realidad y resultará que Petro, Verónica y Francia no tuvieran con que viajar por todo el mundo hospedándose en hoteles de lujo, comprando jeanes en almacenes dónde solo entra la élite mundial, almohadas de plumas de costos inimaginables, televisores y cuánta chuchería, con tal de que sea costosa, se les ocurra y gastando litros y litros de gasolina para sentir lo que sintió Cruise en un avión de esos que vuelan a velocidades escalofriantes y que solo vemos en películas.
¿Qué tal si Bolsonaro se pone las pilas y le da ejemplo a Trump y su partido de cómo enfrentar las elecciones de noviembre y salen victoriosos con lo que podrían, por un impeachment, sacar al inepto y corrupto Biden antes de que lleve al mundo a una guerra nuclear que sería la hecatombe de la humanidad?
¿Qué tal si soñamos con un mejor destino o con cualquier otro que no sea este tan poco aleccionador que tenemos por delante?