Remberto Burgos de la Espriella

Médico Neurocirujano, miembro Academia Nacional de Medicina. Miembro Honorario Academia de Cartagena. Presidente Honorario Federación Latinoamericana de Neurocirugia.Expresidente Asociacion Colombiana de Neurociriugia.Especialista en Gobierno y Asuntos Públicos.

Remberto Burgos de la Espriella

Cerebro y adolescencia

Energía envidiable tienen los adolescentes: curiosidad y rebeldía. Esto les permite crear su propio criterio del entorno que los rodea y paulatinamente van desarrollando su identidad. Son independientes o por lo menos intentan serlo y quizás no entienden que el sexo no es hacer sino lo que es.

La adolescencia arranca desde los 12 años, los estrógenos y la testosterona empiezan a aparecer. Se nota en el crecimiento y dos condiciones que identifican su labor: la menstruación y las poluciones nocturnas. La testosterona la producen los testículos y cuya función incluye: madurez de órganos reproductores, crecimiento óseo y muscular, cambio en el tono de la voz y aparición de vello púbico y facial. Los ovarios producen estrógenos y además de los caracteres secundarios inician la producción de óvulos. Sus caderas se ensanchan y toda la secuencia que se inicia con los botones mamarios y su desarrollo.

El cerebro crece y alcanza su mayor tamaño en la adolescencia temprana y más rápido en las niñas. Se caracteriza por su plasticidad y una capacidad enorme para aprender. Hay que buscar actividades que le hagan madurar. Tenga presente que solo hasta los 24 años se alcanza la madurez y a esta edad la corteza prefrontal por fin esta lista. Muy susceptible al estrés y es el sitio –lastima- para alojar alteraciones mentales. La adolescencia corre con un cerebro vulnerable pero resistente y con algunas características especiales, por ejemplo, el aumento de melatonina (por eso duermen más). Se hace más sensible a la recompensa y eso los lleva en algunas circunstancias a correr riesgos en emociones reconfortantes. Están muy relacionados como se integran y como los perciben, sensibles a comentarios negativos y a lo que piensan de ellos en su entorno. Se aumenta la velocidad de conexión de sus redes y termina de cablearse el encéfalo. Es una computadora que se está actualizando en forma permanente y su software lleva esos compas. Tiene una gran sensibilidad a la dopamina y a la oxitocina (toma de decisiones, circuitos de gratificación y relaciones sociales).

Los adolescentes desarrollan una capacidad cognitiva de lo concreto a lo abstracto y permiten que la creatividad lo obligue pensar en cambiar. Lo masculino y lo femenino pueden estar presentes en los dos sexos y para el entorno no se necesitan o se dan justificaciones. Interesante como se cristaliza el deseo sexual: influencia neuroendocrina unido al contexto sociocultural. La relación es clara entre la testosterona, el aumento de la libido y los comportamientos sexuales explícitos. En los hombres fantasías eróticas, relaciones sexuales compartidas y masturbación. En las mujeres distinto y los fenómenos psicológico y social conducen el deseo sexual. Durante la primera infancia el deseo sexual es autoerótico, en la adolescencia es relacional.

El cerebro interpreta el estimulo como sexual y este puede ser de varios tipos: imágenes, películas, personas, fantasías, hechos sexuales vividos. Una vez que se tiene el deseo empieza a cambiar su cuerpo, aumento de los indicadores vasomotores, la mirada se modifica y aparece todo en la esfera genital. Es quizá la actividad en la que se movilizan más los sistemas orgánicos: neurológico, vascular, endocrino, y osteoarticular. Fluyen las hormonas: dopamina, oxitocina y endorfinas hasta que después del acto sexual se alcanza el periodo de descanso o refractario. Todo este proceso lo aprenderán con detalles nuestros adolescentes…

Cuando dejamos el autoerotismo a la experiencia compartida empezamos a tener conciencia de nuestra orientación sexual. Las relaciones sexuales tienen un amplio repertorio de manifestaciones que van más allá de la simple penetración. Las muestras de afecto en la calle o en el parque es uno de los ejemplos, las caricias con ropas puestas o las muestras de cariño en una reunión de grupo. El deseo sexual es una emoción, un impulso, una fuerza que nos mueve al encuentro con otras personas. Nos motiva a relacionarnos y compartir intimidad. Gozarla y pasarla bien, a disfrutar de relaciones afectivas y sexuales.

La adolescencia es una etapa del desarrollo de la persona, maravillosa: tenemos un pie en la niñez e intentamos alcanzar con el otro la vida adulta. Hay que vivirla y aceptar con criterio la influencia de los padres y de los mayores, los compañeros y amigos tienen mas de las mismas preguntas que nosotros tenemos y algunos de ellos muy cerca de la conducta de riesgos. Escucharlos con criterio selectivo es la clave. El deseo erótico es una emoción que necesita regulación y la salud sexual depende que sepamos controlar ese deseo. En el periodo de madurez lo descubriremos para ir avanzando

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Remberto Burgos de la Espriella
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