Hace pocos días nos despertamos con la sorpresa y desgarradora noticia de una nueva guerra en el mundo, como si fuera poco la invasión de Rusia a Ucrania, la tensión entre China y Estados Unidos por cuenta de Taiwán, las incesantes amenazas de Corea del Norte a su hermana del Sur o Japón, la guerra en Siria, etc., se reavivó la que puede ser la guerra más antigua y difícil de la humanidad, ahora, con un par de características adicionales: no hay liderazgos mundiales fuertes y la cantidad de información que llega a través de redes sociales.
El mundo parece estar cada día más al revés, se incrementa la especulación sobre el inicio de un nuevo conflicto mundial, esta vez, con armas mucho más sofisticadas y poderosas, un nuevo elemento de guerra: la economía, adicionalmente, las terribles imágenes que llegan a través de las redes sociales, transmitidas prácticamente en vivo por los protagonistas.
Antes, los medios de comunicación transmitían el lanzamiento de cohetes, explosiones en el horizonte, rara vez un intrépido periodista se colaba en el frente y captaba terribles imágenes de la guerra y la muerte, pero nada remotamente cercano a lo que podemos ver hoy, desde que empezó la guerra en Ucrania, hay cámaras en el punto mismo de la acción, los celulares de los soldados captan y transmiten en tiempo real los horrores de la guerra, antes probablemente solo evidenciados por los soldados o las victimas civiles cercanas al conflicto, hoy en las manos de todos quienes usamos redes sociales.
Recuerdo esa mañana, como siempre, lo primero que hago al despertar, es leer los mensajes en mi celular y revisar las primeras noticias del día, lo que vi me dejó triste y aburrido, casi al punto de perder la fe en la humanidad. Como era usual, no solo imágenes de cohetes y explosiones, esta vez, imágenes de jóvenes civiles inocentes que disfrutaban un concierto, acribillados por sorpresa, algunos secuestrados, torturados y exhibidos como trofeo de guerra, como la joven alemana Shani Louk, también, cientos de niños, adolescentes, adultos mayores y civiles inocentes que se encontraban en sus hogares, asesinados o secuestrados, exhibidos en jaulas como animales.
No creo que sea necesario en esta oportunidad tomar partido entre Israel y Palestina, porque no creo que en la actualidad sea un conflicto entre estos dos países lo que estemos viviendo. Ambos países son reconocidos por Colombia, ambos pueblos habitan ese territorio hace siglos, cuando nuestro país no estaba en el mapa, América ni siquiera había sido descubierto por los españoles.
Los israelitas, tienen derecho a su territorio, como lo tienen los palestinos. Civiles de ambos países deben ser sacados del conflicto y respetados sus derechos, la guerra debe librarse de acuerdo al Derecho Internacional humanitario, el derecho de la guerra, aquel que dicta las normas “mínimas” de humanidad en un conflicto armado; dejar a los menores de edad por fuera de la guerra, respetar colegios, hospitales y misiones médicas, el tipo de armas y ataques que se pueden usar, el tratamiento a los heridos en combate, entre otras reglas. ¡Hasta la guerra debe tener unos mínimos de humanidad!
Estoy seguro, que nadie en sus cinco sentidos quiere o desea una guerra, la inmensa mayoría de la humanidad sufre y rechaza la barbarie de un conflicto armado, las miles de víctimas, sus familias, el sufrimiento de millones de personas, son una vergüenza para toda la humanidad, así mismo, debe afectarnos a todos.
No obstante, hoy lo que vivimos es un ataque terrorista, salvaje, inhumano, no por parte de palestina, los palestinos o los musulmanes. Los perpetradores son los terroristas del grupo Hamás que hoy gobierna la franja de gaza, sus crímenes son horrorosos, son ellos los responsables de las muertes civiles en Israel, pero también en Palestina, ellos no representan a su país, ni mucho menos a quienes profesan el Corán, ellos solo representan la muerte y lo peor del ser humano.
Son tan cobardes ellos, como quienes justifican sus crímenes, o peor aún, quienes, como Petro, el “líder” de la “Potencia mundial de la vida” no son capaces de condenar sus atrocidades.
Pido a Dios; cristiano, musulmán, judío o de cualquier otro credo, que proteja a los pueblos de Palestina e Israel y que caiga todo el peso de la justicia humana y divina contra los terroristas que los han atacado.